Deportes
La gran noche americana
El Omnilife repleto de colores, invitados musicales y entretenimiento en la noche de apertura de los Juegos
GUADALAJARA, JALISCO (15/OCT/2011).- Una majestuosa ceremonia de inauguración, que fue de la imagen del charro y pasó por una sofisticada producción, hasta el homenaje a históricos deportistas mexicanos, abrió la fiesta de Guadalajara
Con un recorrido por las tradiciones mexicanas, enmarcado en una mezcla de color, música, canto, tecnología, fuegos pirotécnicos y emociones, Guadalajara recibió a los mejores atletas del continente que a partir de hoy inician su aventura dentro de los XVI Juegos Panamericanos.
Con gran expectativa del público, el reloj marcó la cuenta regresiva en las pantallas gigantes del Estadio Omnilife, que ayer por la noche se convirtió escenario de una verdadera fiesta, para dar inicio a una ceremonia de inauguración que, según algunos de los asistentes, estuvo a la altura de las mejores en la historia de los juegos continentales.
Y qué manera más mexicana de iniciar que con el referente mundial de la música vernácula del país, Vicente Fernández, quien entonó a capela el Himno Nacional —aunque se equivocó en la letra—, acompañado desde las tribunas por los alrededor de 45 mil espectadores que colmaron el Omnilife. Una vez en el escenario, Vicente interpretó México lindo y querido, para después entonar las notas de Guadalajara, que arrancaron la ovación de los asistentes. Y, sin dejar que la oportunidad se le pasara, se llevó los aplausos al decir: “Arriba las Chivas”.
Charros a caballo, una escaramuza y cuatro floreadores de reata dieron muestra del más mexicano de los deportes: la charrería. Un duelo de trompetistas interpretando El niño perdido fue el preámbulo para el desfile de los atletas de las 42 delegaciones americanas que tomarán parte en la justa deportiva.
Argentina fue el primero en saltar a la cancha, pero fue el equipo de Brasil el que hizo vibrar las tribunas, pues el público se le entregó mientras los deportistas desfilaban con dos banderas en las manos: la de su país y la de México.
Y llegó el momento para los anfitriones. La delegación mexicana sorprendió a propios y extraños al tomar su lugar en la cancha dejando de lado el tradicional uniforme verde, pues tanto
hombres como mujeres vistieron de charros… El alarido de la gente no se hizo esperar.
Tocó entonces el turno al grupo tapatío Maná, y mientras interpretaban uno de sus éxitos, Labios compartidos, los voluntarios trataban de contener a la desbandada de atletas, porque, sin importar el protocolo, corrieron —literalmente— para tomar la foto del recuerdo.
Una vez que el orden volvió al Omnilife, vino Eugenia León, quien hizo gala de su gran voz mientras en el centro del escenario descendía una pantalla donde se proyectaron imágenes en silueta de todos los deportes.
Dan la bienvenida
Emilio González Márquez, gobernador de Jalisco y presidente del Comité Organizador de los Juegos Panamericanos Guadalajara 2011, fue el encargado de dar la bienvenida a los atletas.
Posteriormente Mario Vázquez Raña, presidente de la Organización Deportiva Panamericana, destacó el camino recorrido a lo largo de 15 años de organización hasta llegar a estos Juegos. Sin embargo, dijo que era la edición número 10 de la justa, cuando en realidad es la número 16.
Un momento emotivo de la ceremonia fue cuando se izaron las banderas del Comité Olímpico Internacional y de la Organización Deportiva Panamericana, pues ambas fueron portadas por figuras del deporte nacional, tanto actuales como en el retiro, así como por una reina de belleza.
Ximena Navarrete, Lorena Ochoa, Iridia Salazar, Soraya Jiménez, Saúl “Canelo” Álvarez, Daniel Bautista, Ernesto Canto y Fernando Platas, así como Teresa Edwards, Chava Reyes, Guillermo Pérez, Ricardo Delgado, Rafa Márquez, Julio César Chávez, Daniel Aceves y Antonio Roldán, recibieron el reconocimiento a sus logros por parte de los asistentes.
Tras el juramento de atletas y jueces, vino un despliegue de tecnología en el escenario del cual el público fue protagonista. Un juego de luces desde las tribunas iluminó el Estadio Omnilife, mientras la música electrónica inundaba el ambiente entre baile y fuegos artificiales. Nortec Collective Bostich y Fusible terminaron de encender el ambiente, y en las tribunas la ola, que apareció en repetidas ocasiones, recorrió de lado a lado.
Mientras se proyectaban imágenes de obras de arte de José Clemente Orozco, Diego Rivera o de Frida Kahlo, Lila Downs, Olivia Gorra y José Luis Duval interpretaron canciones mexicanas.
Vino después Juanes, quien con su interpretación dio paso al encendido del pebetero.
Enriqueta Basilio, Alberto Valdez, María del Rosario Espinoza y Paola Espinosa fueron los últimos relevos de la Antorcha Panamericana. Y fue la propia Paola quien se encargó de encender el pebetero que durante 17 días arderá como muestra de la unión de los pueblos a través del deporte.
Alejandro Fernández fue el encargado de cerrar la ceremonia, interpretando El mismo Sol, mientras la lluvia de fuegos artificiales iluminó el cielo en El Bajío, cerrando el capítulo de la ceremonia inaugural, y dando paso a las competencias entre los mejores deportistas de América.
EL MARCADOR
Llegan a la Perla Tapatía
Presente en el palco de honor, el Presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa, declaró oficialmente inaugurados los Juegos, en medio de una gran ovación del público.
El mensaje tras el acto: es momento de disfrutar los Juegos, de vivir la Fiesta de América.
LA CONTRACRÓNICA
Piden paz en un Omnilife hecho búnker
Para el Periférico, la inauguración de los Panamericanos fue como un infarto vial. Para el Omnilife, como si hubiera llegado Jova con miles y miles de personas que bajaban de los camiones Panamericanos –muchos fans del auto tuvieron que estrenarse en el apretón camionero y el olor axilar colectivo- y desbordaban la entrada como un río colapsado.
Pero aquí –el Estadio- no hay damnificados. Esos tienen que esperar, explican muchos elementos de distintas corporaciones (especialmente de bomberos y protección civil) que estarían ayudando en la Costa de Jalisco, de no ser porque la urgencia de estos días es presumirle al mundo que los cuerpos policiacos federales, estatales, municipales, bomberos, rescatistas, militares, ministerios públicos, secretarios de Estado y un largo etcétera, pueden lograr un evento internacional sin incidentes violentos.
Y por eso los militares salieron a mostrar su mejor rostro en el cielo, con maniobras como el martillo, la flor de lis, “ochos” invertidos, vueltas a la derecha, a la izquierda... A las 17:00 horas, entre el atardecer y las nubes que aún quedan por el huracán, aparecieron “carneros” (aviones pilatus verdes) que hicieron vueltas acrobáticas a un lado del Estadio. De un helicóptero “toro” (CH53) se aventaron 12 paracaidistas de los que emanaba un humo de distintos colores (verde, blanco y rojo) y que tenían anonadados hasta a los policías federales que llegaron en la madrugada para vigilar el lugar y que hasta ese momento no habían comido. Y finalmente, un Boing 727 –el más grande- escoltado por dos orcas F5.
Algunos de ellos, aislados en el estacionamiento del Estadio, dicen -a su modo- que su única recompensa de ser militar es el respeto que les tiene la sociedad, “y desde que inició esta ‘guerra’, cuando nos etiquetan por los errores de unos cuantos, nos da en la torre… lo que nos mantiene como militares es el honor, la admiración de la gente”.
Con el último malabar que dejó en el cielo el color de México, llegaron algunos vendedores ambulantes como Jesús con matracas hechas a mano y pintadas con las banderas de distintos países, o vecinos como Gonzalo Díaz, de San Juan de Ocotán, que llegó en bici a ver si podía conocer el Omnilife, porque a él le pagaron por poner el pasto y su sueño siempre ha sido entrar… se da vueltas seguido, a ver si está de suerte y la entrada es gratuita. Hoy, otra vez se quedó afuera.
Con la puesta del Sol y el ruido del Black Hawk de la Policía federal, salieron las delegaciones de la Villa Panamericana y avanzaron por un carril hacia el Estadio. Del otro lado, la gente que no tenía dinero para entrar –el boleto en reventa costaba más de dos mil pesos- pero que fue por inquietud, le gritó a los deportistas “bienvenido”, “welcome a México”.
Conforme avanzaron, la gente fue describiendo la personalidad de cada país. A los estadounidenses les dijeron “cremosos”, “esponjados”, porque solo un par se acercó a darles la mano. En cambio, con los cubanos, los colombianos o los haitíanos, la gente se desbordó en gritos y elogios, “bienvenidos hermanos”, “Cuba, ésta es tu casa”.
Mientras Felipe Calderón llegaba al Estadio, un grupo de 60 personas oraba alrededor del Estadio, para pedir por la “tranquilidad” de México. Por la mañana, el presidente se reunió con representantes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, donde se pidió una y otra vez un cambio de estrategia. Por la noche, en la fiesta panamericana, Calderón pidió paz para todos los pueblos de América, en un lugar que simulaba un búnker con mucha gente emocionada por la fiesta panamericana.
TESTIMONIOS
"Estamos orando para que no haya hechos violentos, por todo lo que pasa en el país",
Héctor, católico del Grupo Alfa y Omega
"Venimos a ver aquí afuera, porque no nos alcanza para el boleto. Nos emocionó mucho ver a toda la gente de todos los países",
Clemente Orozco
"Yo trabajé poniendo el pasto. Vengo a ver si podía entrar. Se ve perrón con todo y los helicópteros. Voy a venir mañana, ¿sí dejarán entrar?"
Gonzalo Díaz, vecino de San Juan de Ocotán
Con un recorrido por las tradiciones mexicanas, enmarcado en una mezcla de color, música, canto, tecnología, fuegos pirotécnicos y emociones, Guadalajara recibió a los mejores atletas del continente que a partir de hoy inician su aventura dentro de los XVI Juegos Panamericanos.
Con gran expectativa del público, el reloj marcó la cuenta regresiva en las pantallas gigantes del Estadio Omnilife, que ayer por la noche se convirtió escenario de una verdadera fiesta, para dar inicio a una ceremonia de inauguración que, según algunos de los asistentes, estuvo a la altura de las mejores en la historia de los juegos continentales.
Y qué manera más mexicana de iniciar que con el referente mundial de la música vernácula del país, Vicente Fernández, quien entonó a capela el Himno Nacional —aunque se equivocó en la letra—, acompañado desde las tribunas por los alrededor de 45 mil espectadores que colmaron el Omnilife. Una vez en el escenario, Vicente interpretó México lindo y querido, para después entonar las notas de Guadalajara, que arrancaron la ovación de los asistentes. Y, sin dejar que la oportunidad se le pasara, se llevó los aplausos al decir: “Arriba las Chivas”.
Charros a caballo, una escaramuza y cuatro floreadores de reata dieron muestra del más mexicano de los deportes: la charrería. Un duelo de trompetistas interpretando El niño perdido fue el preámbulo para el desfile de los atletas de las 42 delegaciones americanas que tomarán parte en la justa deportiva.
Argentina fue el primero en saltar a la cancha, pero fue el equipo de Brasil el que hizo vibrar las tribunas, pues el público se le entregó mientras los deportistas desfilaban con dos banderas en las manos: la de su país y la de México.
Y llegó el momento para los anfitriones. La delegación mexicana sorprendió a propios y extraños al tomar su lugar en la cancha dejando de lado el tradicional uniforme verde, pues tanto
hombres como mujeres vistieron de charros… El alarido de la gente no se hizo esperar.
Tocó entonces el turno al grupo tapatío Maná, y mientras interpretaban uno de sus éxitos, Labios compartidos, los voluntarios trataban de contener a la desbandada de atletas, porque, sin importar el protocolo, corrieron —literalmente— para tomar la foto del recuerdo.
Una vez que el orden volvió al Omnilife, vino Eugenia León, quien hizo gala de su gran voz mientras en el centro del escenario descendía una pantalla donde se proyectaron imágenes en silueta de todos los deportes.
Dan la bienvenida
Emilio González Márquez, gobernador de Jalisco y presidente del Comité Organizador de los Juegos Panamericanos Guadalajara 2011, fue el encargado de dar la bienvenida a los atletas.
Posteriormente Mario Vázquez Raña, presidente de la Organización Deportiva Panamericana, destacó el camino recorrido a lo largo de 15 años de organización hasta llegar a estos Juegos. Sin embargo, dijo que era la edición número 10 de la justa, cuando en realidad es la número 16.
Un momento emotivo de la ceremonia fue cuando se izaron las banderas del Comité Olímpico Internacional y de la Organización Deportiva Panamericana, pues ambas fueron portadas por figuras del deporte nacional, tanto actuales como en el retiro, así como por una reina de belleza.
Ximena Navarrete, Lorena Ochoa, Iridia Salazar, Soraya Jiménez, Saúl “Canelo” Álvarez, Daniel Bautista, Ernesto Canto y Fernando Platas, así como Teresa Edwards, Chava Reyes, Guillermo Pérez, Ricardo Delgado, Rafa Márquez, Julio César Chávez, Daniel Aceves y Antonio Roldán, recibieron el reconocimiento a sus logros por parte de los asistentes.
Tras el juramento de atletas y jueces, vino un despliegue de tecnología en el escenario del cual el público fue protagonista. Un juego de luces desde las tribunas iluminó el Estadio Omnilife, mientras la música electrónica inundaba el ambiente entre baile y fuegos artificiales. Nortec Collective Bostich y Fusible terminaron de encender el ambiente, y en las tribunas la ola, que apareció en repetidas ocasiones, recorrió de lado a lado.
Mientras se proyectaban imágenes de obras de arte de José Clemente Orozco, Diego Rivera o de Frida Kahlo, Lila Downs, Olivia Gorra y José Luis Duval interpretaron canciones mexicanas.
Vino después Juanes, quien con su interpretación dio paso al encendido del pebetero.
Enriqueta Basilio, Alberto Valdez, María del Rosario Espinoza y Paola Espinosa fueron los últimos relevos de la Antorcha Panamericana. Y fue la propia Paola quien se encargó de encender el pebetero que durante 17 días arderá como muestra de la unión de los pueblos a través del deporte.
Alejandro Fernández fue el encargado de cerrar la ceremonia, interpretando El mismo Sol, mientras la lluvia de fuegos artificiales iluminó el cielo en El Bajío, cerrando el capítulo de la ceremonia inaugural, y dando paso a las competencias entre los mejores deportistas de América.
EL MARCADOR
Llegan a la Perla Tapatía
Presente en el palco de honor, el Presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa, declaró oficialmente inaugurados los Juegos, en medio de una gran ovación del público.
El mensaje tras el acto: es momento de disfrutar los Juegos, de vivir la Fiesta de América.
LA CONTRACRÓNICA
Piden paz en un Omnilife hecho búnker
Para el Periférico, la inauguración de los Panamericanos fue como un infarto vial. Para el Omnilife, como si hubiera llegado Jova con miles y miles de personas que bajaban de los camiones Panamericanos –muchos fans del auto tuvieron que estrenarse en el apretón camionero y el olor axilar colectivo- y desbordaban la entrada como un río colapsado.
Pero aquí –el Estadio- no hay damnificados. Esos tienen que esperar, explican muchos elementos de distintas corporaciones (especialmente de bomberos y protección civil) que estarían ayudando en la Costa de Jalisco, de no ser porque la urgencia de estos días es presumirle al mundo que los cuerpos policiacos federales, estatales, municipales, bomberos, rescatistas, militares, ministerios públicos, secretarios de Estado y un largo etcétera, pueden lograr un evento internacional sin incidentes violentos.
Y por eso los militares salieron a mostrar su mejor rostro en el cielo, con maniobras como el martillo, la flor de lis, “ochos” invertidos, vueltas a la derecha, a la izquierda... A las 17:00 horas, entre el atardecer y las nubes que aún quedan por el huracán, aparecieron “carneros” (aviones pilatus verdes) que hicieron vueltas acrobáticas a un lado del Estadio. De un helicóptero “toro” (CH53) se aventaron 12 paracaidistas de los que emanaba un humo de distintos colores (verde, blanco y rojo) y que tenían anonadados hasta a los policías federales que llegaron en la madrugada para vigilar el lugar y que hasta ese momento no habían comido. Y finalmente, un Boing 727 –el más grande- escoltado por dos orcas F5.
Algunos de ellos, aislados en el estacionamiento del Estadio, dicen -a su modo- que su única recompensa de ser militar es el respeto que les tiene la sociedad, “y desde que inició esta ‘guerra’, cuando nos etiquetan por los errores de unos cuantos, nos da en la torre… lo que nos mantiene como militares es el honor, la admiración de la gente”.
Con el último malabar que dejó en el cielo el color de México, llegaron algunos vendedores ambulantes como Jesús con matracas hechas a mano y pintadas con las banderas de distintos países, o vecinos como Gonzalo Díaz, de San Juan de Ocotán, que llegó en bici a ver si podía conocer el Omnilife, porque a él le pagaron por poner el pasto y su sueño siempre ha sido entrar… se da vueltas seguido, a ver si está de suerte y la entrada es gratuita. Hoy, otra vez se quedó afuera.
Con la puesta del Sol y el ruido del Black Hawk de la Policía federal, salieron las delegaciones de la Villa Panamericana y avanzaron por un carril hacia el Estadio. Del otro lado, la gente que no tenía dinero para entrar –el boleto en reventa costaba más de dos mil pesos- pero que fue por inquietud, le gritó a los deportistas “bienvenido”, “welcome a México”.
Conforme avanzaron, la gente fue describiendo la personalidad de cada país. A los estadounidenses les dijeron “cremosos”, “esponjados”, porque solo un par se acercó a darles la mano. En cambio, con los cubanos, los colombianos o los haitíanos, la gente se desbordó en gritos y elogios, “bienvenidos hermanos”, “Cuba, ésta es tu casa”.
Mientras Felipe Calderón llegaba al Estadio, un grupo de 60 personas oraba alrededor del Estadio, para pedir por la “tranquilidad” de México. Por la mañana, el presidente se reunió con representantes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, donde se pidió una y otra vez un cambio de estrategia. Por la noche, en la fiesta panamericana, Calderón pidió paz para todos los pueblos de América, en un lugar que simulaba un búnker con mucha gente emocionada por la fiesta panamericana.
TESTIMONIOS
"Estamos orando para que no haya hechos violentos, por todo lo que pasa en el país",
Héctor, católico del Grupo Alfa y Omega
"Venimos a ver aquí afuera, porque no nos alcanza para el boleto. Nos emocionó mucho ver a toda la gente de todos los países",
Clemente Orozco
"Yo trabajé poniendo el pasto. Vengo a ver si podía entrar. Se ve perrón con todo y los helicópteros. Voy a venir mañana, ¿sí dejarán entrar?"
Gonzalo Díaz, vecino de San Juan de Ocotán