Deportes
Entre el triunfo y la tragedia, la dominical tarde de toros
Alberto Valente destaca con su segundo astado, mientras que el tercero desata el miedo al saltar al callejón
GUADALAJARA, JALISCO (12/SEP/2011).- Todo apuntaba para una buena tarde de toros. El clima, la repetición del máximo triunfador hasta el momento del serial novilleril de la Nuevo Progreso, así como una novillada que prometía, y que después cumpliría en el ruedo, apostaba para ser un buen festejo, y esto se notó desde la entrada, que fue ligeramente mejorada. Pero la tarde guardaba una tragedia, de esas que nunca se desean, y que rara vez se ven.
Abrió plaza el capitalino Salvador López, quien no consiguió consolidarse con la racha de suerte que había venido obteniendo con un indulto y una oreja. Ayer, en su tercer actuación, Salvador no logró cuajar a sus toros por completo, lo cual, aunado al mal tranco a la hora de matar, acabó por resumir su actuación en torero. Su participación terminó en silencio en ambos novillos.
El segundo en la tercia fue el regiomontano Alberto Valente, chaval que resultó triunfador absoluto de la tarde al destacar con su segundo astado de la tarde. A porta gayola recibió al de El Vergel, para posteriormente fincarle dos largas de rodillas en tablas que se le jalearon fuerte. Cubrió el tercio de banderillas y puso de pie al cónclave con su último par, al bordar el del “violín”.
Ya con la muleta se mostró valiente ante su ejemplar, que exigía una muleta de poder. Valente lo supo entender y cuajó varias tandas de mérito que le fueron reconocidas. Mató tras una estocada entera y en su sitio, que le sirvió para hacerse acreedor a la única oreja de la novillada. Con su primer enemigo Valente se mostró con algunos detalles y voluntarioso. Recibió ovación en el tercio tras dar fin a su faena.
La tarde iba bien, con toros que en su mayoría pelearon en varas y que se dejaron torear. Tocaba el turno para el de Colombia, Santiago Gómez, que hizo su presentación en el coso de la Monumental. Se anunciaba al tercero de la tarde, de nombre “Norteño”, toro que a su salida saltó las tablas para caer al callejón, y fue aquí donde vino lo gris de la tarde. El novillo hizo hilo con Salvador Martínez, portero del servicio de plaza, quien en su intento por abrir de manera rápida la primera puerta y dar salida al astado se quedó inmóvil al ver que el toro le había ganado el terreno. “Norteño” le infirió su pitón izquierdo en el pecho de manera escalofriante y lo arrastró cerca de 30 o más metros, dejándolo libre al momento de entrar de nueva cuenta el ruedo.
El estado de salud del Salvador Martínez, de 65 años de edad, fue catalogado como muy grave, pues la herida del asta le destrozó el tórax, entre otros órganos. Hasta el cierre de esta edición el portero era atendido quirúrgicamente por el cuerpo médico de la plaza de toros.
Parece que a Santiago le afectó el trágico accidente, pues a pesar que el toro imponía por sus astifinos pitones, no fue malo y se dejaba torear, aunque con ciertos tintes de desarrollo de sentido. Ya con el que cerró plaza, el mejor toro de la tarde que gozó de buen son, recorrido y fijeza, el colombiano nada pudo hacer. Se perdió con el acero y escuchó un aviso. El toro fue reconocido con arrastre lento.
El accidente
El tercer toro de la tarde “decidió” ser la figura de la faena y saltó al callejón, tomando a todos desprevenidos.
La suerte no estuvo del lado del portero del servicio de plaza, Salvador Hernández, quien primero fue golpeado contra el burladero e inmediatamente después cogido por el animal de 425 kilogramos.
La gente que pagó por un boleto en barrera se levantaron de inmediato y comenzaron a gritar cuando vieron al toro venir hacia ellos.
Sin embargo, el toro se quedó en el callejón y corrió buscando puerta, al tiempo que tomó de pecho a Salvador Hernández, desgarrando su caja torácica y cornándolo en repetidas ocasiones.
La plaza calló de inmediato, y los médicos de plaza corrieron para darle auxilio.
La afición enmudeció y el siguiente toro, de Salvador López, les pasó de noche. Seguían conmocionados por el suceso.
Pero Salvador López , quien indultó un toro hace un par de semanas, despertó a la gente con sus pases con la muleta e hizo que se diera el primer “ole” y los aplausos después del lamentable hecho en la Nuevo Progreso.
La plaza entera volvió a adentrarse en la corrida al escuchar a la banda tocar. Que siga la fiesta, dijeron algunos. Otros, a los que les tocó ver de cerca al toro “volador”, no quitaban esa imagen de su mente.
El quinto toro, que correspondió al regio Alberto Valente, fue recibido de rodillas por el joven novillero, lo que hizo volver la emoción a la afición taurina de Guadalajara.
Con hambre de triunfo, el espigado novillero decidió tomar las banderillas y ponerlas él mismo. La gente se lo agradeció y volvió la atención al ruedo, al mismo tiempo que se escuchaba “torero”, por parte de la banda y que el tercer dúo de banderillas se hiciera con un par de “violín”.
Fue una novillada bastante accidentada, pero pareciera que la adrenalina no sólo está en el ruedo; ayer, la afición tapatía a la fiesta brava vivió, aunque sea un poco, el miedo de tener a un animal como el toro de lidia, cerca de ellos.
Abrió plaza el capitalino Salvador López, quien no consiguió consolidarse con la racha de suerte que había venido obteniendo con un indulto y una oreja. Ayer, en su tercer actuación, Salvador no logró cuajar a sus toros por completo, lo cual, aunado al mal tranco a la hora de matar, acabó por resumir su actuación en torero. Su participación terminó en silencio en ambos novillos.
El segundo en la tercia fue el regiomontano Alberto Valente, chaval que resultó triunfador absoluto de la tarde al destacar con su segundo astado de la tarde. A porta gayola recibió al de El Vergel, para posteriormente fincarle dos largas de rodillas en tablas que se le jalearon fuerte. Cubrió el tercio de banderillas y puso de pie al cónclave con su último par, al bordar el del “violín”.
Ya con la muleta se mostró valiente ante su ejemplar, que exigía una muleta de poder. Valente lo supo entender y cuajó varias tandas de mérito que le fueron reconocidas. Mató tras una estocada entera y en su sitio, que le sirvió para hacerse acreedor a la única oreja de la novillada. Con su primer enemigo Valente se mostró con algunos detalles y voluntarioso. Recibió ovación en el tercio tras dar fin a su faena.
La tarde iba bien, con toros que en su mayoría pelearon en varas y que se dejaron torear. Tocaba el turno para el de Colombia, Santiago Gómez, que hizo su presentación en el coso de la Monumental. Se anunciaba al tercero de la tarde, de nombre “Norteño”, toro que a su salida saltó las tablas para caer al callejón, y fue aquí donde vino lo gris de la tarde. El novillo hizo hilo con Salvador Martínez, portero del servicio de plaza, quien en su intento por abrir de manera rápida la primera puerta y dar salida al astado se quedó inmóvil al ver que el toro le había ganado el terreno. “Norteño” le infirió su pitón izquierdo en el pecho de manera escalofriante y lo arrastró cerca de 30 o más metros, dejándolo libre al momento de entrar de nueva cuenta el ruedo.
El estado de salud del Salvador Martínez, de 65 años de edad, fue catalogado como muy grave, pues la herida del asta le destrozó el tórax, entre otros órganos. Hasta el cierre de esta edición el portero era atendido quirúrgicamente por el cuerpo médico de la plaza de toros.
Parece que a Santiago le afectó el trágico accidente, pues a pesar que el toro imponía por sus astifinos pitones, no fue malo y se dejaba torear, aunque con ciertos tintes de desarrollo de sentido. Ya con el que cerró plaza, el mejor toro de la tarde que gozó de buen son, recorrido y fijeza, el colombiano nada pudo hacer. Se perdió con el acero y escuchó un aviso. El toro fue reconocido con arrastre lento.
El accidente
El tercer toro de la tarde “decidió” ser la figura de la faena y saltó al callejón, tomando a todos desprevenidos.
La suerte no estuvo del lado del portero del servicio de plaza, Salvador Hernández, quien primero fue golpeado contra el burladero e inmediatamente después cogido por el animal de 425 kilogramos.
La gente que pagó por un boleto en barrera se levantaron de inmediato y comenzaron a gritar cuando vieron al toro venir hacia ellos.
Sin embargo, el toro se quedó en el callejón y corrió buscando puerta, al tiempo que tomó de pecho a Salvador Hernández, desgarrando su caja torácica y cornándolo en repetidas ocasiones.
La plaza calló de inmediato, y los médicos de plaza corrieron para darle auxilio.
La afición enmudeció y el siguiente toro, de Salvador López, les pasó de noche. Seguían conmocionados por el suceso.
Pero Salvador López , quien indultó un toro hace un par de semanas, despertó a la gente con sus pases con la muleta e hizo que se diera el primer “ole” y los aplausos después del lamentable hecho en la Nuevo Progreso.
La plaza entera volvió a adentrarse en la corrida al escuchar a la banda tocar. Que siga la fiesta, dijeron algunos. Otros, a los que les tocó ver de cerca al toro “volador”, no quitaban esa imagen de su mente.
El quinto toro, que correspondió al regio Alberto Valente, fue recibido de rodillas por el joven novillero, lo que hizo volver la emoción a la afición taurina de Guadalajara.
Con hambre de triunfo, el espigado novillero decidió tomar las banderillas y ponerlas él mismo. La gente se lo agradeció y volvió la atención al ruedo, al mismo tiempo que se escuchaba “torero”, por parte de la banda y que el tercer dúo de banderillas se hiciera con un par de “violín”.
Fue una novillada bastante accidentada, pero pareciera que la adrenalina no sólo está en el ruedo; ayer, la afición tapatía a la fiesta brava vivió, aunque sea un poco, el miedo de tener a un animal como el toro de lidia, cerca de ellos.