Deportes
De plan universitario a empresa real
La historia del cubo mágico panamericano es la de un grupo de compañeros de escuela con un negocio naciente
GUADALAJARA, JALISCO (20/SEP/2011).- La historia de Sebastián Meza bien pudiera ser la de miles de jóvenes estudiantes que con entusiasmo, creatividad y ganas de salir adelante logran concretar sus sueños. Como Cubos Macaco, que salió de un proyecto universitario y ahora es una licencia panamericana.
Egresado de la carrera de Mercadotecnia de la Universidad de Guadalajara, Sebastián olfateó negocio en los detalles que le regalaba su novia cuando cumplían meses de relación sentimental. En una ocasión le regaló un “cubo mágico” con imágenes de ellos dos; hoy, aquel artículo es producto oficial de los Juegos Panamericanos y porta las imágenes de las mascotas Leo, Huichi y Gavo.
El cubo de madera hecho a mano por la novia de Sebastián despertó en él la idea empresarial. “Yo, con la visión más comercial, dije: ‘¿Por qué no hacerlo con la fotografía de otras personas y que puedan regalar algo más personalizado?’. Así fue como surgió. Hicimos el plan de negocios para una materia, entramos a un concurso en la universidad compitiendo con todo el centro y quedamos en primer lugar; nos dieron de premio el ingreso al premio Coparmex Jalisco en 2009”.
En Coparmex ganaron el primer lugar en la categoría comercial. Obtuvieron 100 mil pesos; cobraron la mitad en efectivo y con eso formalizaron la empresa.
Y así nació Cubos Macaco. Era una microempresa en la que trabajaban sólo Sebastián y su amigo y socio Luis; gradualmente fueron marcando su camino para la comercialización del producto.
La realización de los Juegos Panamericanos en la ciudad hizo que “brincara” la idea de participar. Se acercaron a la Secretaría de Promoción Económica y al Comité Organizador de los Juegos Panamericanos (Copag) y se convirtieron en licenciatarios.
“Es un cubo multiforma o cubo mágico; mide siete por siete centímetros”, explica Sebastián. “Tiene nueve imágenes diferentes, con seis caras al exterior; se desdobla hasta formar otras tres imágenes rectangulares diferentes. Son tres modelos de cada una de las mascotas”.
Ahora son siete las personas que conforman la empresa y todas participan en la elaboración, pues el cubo es hecho mano, de principio a fin. La producción, por cierto, será limitada: sólo habrá seis mil de estas piezas hechas por jóvenes tapatíos.
Productores locales se encargan de su exigente proceso de producción
Tazones, la licencia de los 35 días
Sólo Tazas fue una de las últimas empresas en obtener la licencia panamericana: en 35 días de trabajo arduo logró cumplir con los requisitos para ser licenciataria de uno de los productos con mayor demanda: los tazones panamericanos.
Fue hace menos de tres meses cuando surgió la inquietud de fabricar tazas con motivo de la justa deportiva. Sólo Tazas es una empresa que se dedica a la elaboración de ese producto y, cuando decidió participar, el permiso ya había sido otorgado a otra empresa, así que tuvieron que pensar en otra opción: los tazones, gran tamaño con capacidad para un litro de líquido.
Édgar Ventura, director de la empresa, recuerda cómo cambió su vida en tan poco tiempo. La idea de que su producto fuera panamericano se instaló en su mente y no lo dejó en paz.
“Teníamos un sueño y se ha cumplido entrando a la organización panamericana al producir este tazón que tiene capacidad para un litro. Es distinto a todos, y es 100% mexicano”.
La adrenalina, incluso angustia, no se limitó a los 35 días de elaboración de los tazones para que fueran aprobados por el Comité para la Organización de los Juegos Panamericanos (Copag). Aunque es una empresa de tapatíos, el taller en donde fabrican las tazas se ubica en San Luis Potosí, de donde es originario el socio de Édgar Ventura, lo que despertó el temor de que, al no estar asentado el taller en Jalisco, los rechazaran como licenciatarios. Pero obtuvieron apoyo desde el principio.
“Fueron 35 días, a partir del 15 de junio. Fueron días intensos haciendo los diseños: que haz que el ojo de Leo vea para este lado y no para éste, que ahora parece bizco, que la boca más grande…”. Cada tazón toma un día entero, así que “fue un trabajo arduo para el departamento de diseño, de grabado, de enmascarillado. El tazón tiene un proceso que no se pueden dar una idea: fue un proceso intenso y todavía no nos cae el veinte de lo que estamos haciendo”.
Por eso, subraya el licenciatario, tener un tazón de éstos en las manos representa el trabajo de decenas de personas que manualmente lograron su fabricación: cada pincelada es una familia que depende económicamente de ello.
Hay 13 modelos diferentes de tazones y su producción quedará limitada a dos mil 500 piezas.
Egresado de la carrera de Mercadotecnia de la Universidad de Guadalajara, Sebastián olfateó negocio en los detalles que le regalaba su novia cuando cumplían meses de relación sentimental. En una ocasión le regaló un “cubo mágico” con imágenes de ellos dos; hoy, aquel artículo es producto oficial de los Juegos Panamericanos y porta las imágenes de las mascotas Leo, Huichi y Gavo.
El cubo de madera hecho a mano por la novia de Sebastián despertó en él la idea empresarial. “Yo, con la visión más comercial, dije: ‘¿Por qué no hacerlo con la fotografía de otras personas y que puedan regalar algo más personalizado?’. Así fue como surgió. Hicimos el plan de negocios para una materia, entramos a un concurso en la universidad compitiendo con todo el centro y quedamos en primer lugar; nos dieron de premio el ingreso al premio Coparmex Jalisco en 2009”.
En Coparmex ganaron el primer lugar en la categoría comercial. Obtuvieron 100 mil pesos; cobraron la mitad en efectivo y con eso formalizaron la empresa.
Y así nació Cubos Macaco. Era una microempresa en la que trabajaban sólo Sebastián y su amigo y socio Luis; gradualmente fueron marcando su camino para la comercialización del producto.
La realización de los Juegos Panamericanos en la ciudad hizo que “brincara” la idea de participar. Se acercaron a la Secretaría de Promoción Económica y al Comité Organizador de los Juegos Panamericanos (Copag) y se convirtieron en licenciatarios.
“Es un cubo multiforma o cubo mágico; mide siete por siete centímetros”, explica Sebastián. “Tiene nueve imágenes diferentes, con seis caras al exterior; se desdobla hasta formar otras tres imágenes rectangulares diferentes. Son tres modelos de cada una de las mascotas”.
Ahora son siete las personas que conforman la empresa y todas participan en la elaboración, pues el cubo es hecho mano, de principio a fin. La producción, por cierto, será limitada: sólo habrá seis mil de estas piezas hechas por jóvenes tapatíos.
Productores locales se encargan de su exigente proceso de producción
Tazones, la licencia de los 35 días
Sólo Tazas fue una de las últimas empresas en obtener la licencia panamericana: en 35 días de trabajo arduo logró cumplir con los requisitos para ser licenciataria de uno de los productos con mayor demanda: los tazones panamericanos.
Fue hace menos de tres meses cuando surgió la inquietud de fabricar tazas con motivo de la justa deportiva. Sólo Tazas es una empresa que se dedica a la elaboración de ese producto y, cuando decidió participar, el permiso ya había sido otorgado a otra empresa, así que tuvieron que pensar en otra opción: los tazones, gran tamaño con capacidad para un litro de líquido.
Édgar Ventura, director de la empresa, recuerda cómo cambió su vida en tan poco tiempo. La idea de que su producto fuera panamericano se instaló en su mente y no lo dejó en paz.
“Teníamos un sueño y se ha cumplido entrando a la organización panamericana al producir este tazón que tiene capacidad para un litro. Es distinto a todos, y es 100% mexicano”.
La adrenalina, incluso angustia, no se limitó a los 35 días de elaboración de los tazones para que fueran aprobados por el Comité para la Organización de los Juegos Panamericanos (Copag). Aunque es una empresa de tapatíos, el taller en donde fabrican las tazas se ubica en San Luis Potosí, de donde es originario el socio de Édgar Ventura, lo que despertó el temor de que, al no estar asentado el taller en Jalisco, los rechazaran como licenciatarios. Pero obtuvieron apoyo desde el principio.
“Fueron 35 días, a partir del 15 de junio. Fueron días intensos haciendo los diseños: que haz que el ojo de Leo vea para este lado y no para éste, que ahora parece bizco, que la boca más grande…”. Cada tazón toma un día entero, así que “fue un trabajo arduo para el departamento de diseño, de grabado, de enmascarillado. El tazón tiene un proceso que no se pueden dar una idea: fue un proceso intenso y todavía no nos cae el veinte de lo que estamos haciendo”.
Por eso, subraya el licenciatario, tener un tazón de éstos en las manos representa el trabajo de decenas de personas que manualmente lograron su fabricación: cada pincelada es una familia que depende económicamente de ello.
Hay 13 modelos diferentes de tazones y su producción quedará limitada a dos mil 500 piezas.