Deportes
* “¡Viva la Virgen...!”
A propósito por Jaime García Elías
Al margen de los argumentos de unos y de las bravatas de otros, y al margen, también, de los correspondientes historiales, de las hazañas que relatan los juglares y de los títulos almacenados en sus vitrinas, los números proclaman que el América, en este momento, es más que el Guadalajara...
Puesto que señalar un favorito es inherente a “el juego del hombre” --como lo llamaba Ángel Fernández--, se impone colocar esa etiqueta, de cara al “Clásico” de mañana en el Estadio Azteca, al equipo capitalino. Sin embargo, saltar de los números fríos y los hechos objetivos a presuponer que el “chiverío” está condenado a desempeñar el papel de carne de los leones, hay su buena diferencia.
*
Al margen del legítimo afán de los aficionados, de tratar de arrancar un gajo a la esfera de cristal en vísperas de un encuentro tan publicitado, quizá convendría subrayar que las expectativas en cuanto a la espectacularidad que pueda tener el partido (más allá de la alegría que alcancen los vencedores --caso de haberlos-- y de la frustración que por unos días tengan que cargar en el alma los vencidos), están, necesariamente, vinculadas a los antecedentes recientes de los dos equipos.
En el caso del América (tercero del Grupo 2, detrás de Morelia y Monterrey), el 7-2 con que venció al Toluca --invicto hasta entonces-- en la jornada 6, y el 5-0 de la fecha 8 sobre Estudiantes, sería el modelo perfecto: un equipo espectacular, demoledor, incontenible. Sin embargo, esos alardes de solvencia futbolística no se han transformado en la constante de los filibusteros de Chucho Ramírez. La prueba está en los resultados más recientes: la derrota (2-1) en Pachuca, y el empate (0-0) de la semana pasada ante el Puebla.
El Guadalajara (tercero en el Grupo 1, detrás del San Luis y adelante del Atlas), por su parte, en la otra esquina, ya muestra el sello de la casa; no el suyo propio, sí el de su técnico: después del inicio errático, vino la transición a partir de la solvencia defensiva que le ha impuesto la mano de Raúl Arias.
Con esos ingredientes, más el extra de la motivación que tienen los “Clásicos”, por el hecho de serlo, es válido esperar un buen partido, espectacular incluso... aunque quienes quisieran un duelo al más puro estilo de “¡Viva la Virgen!”, quizá se queden con las ganas.
Puesto que señalar un favorito es inherente a “el juego del hombre” --como lo llamaba Ángel Fernández--, se impone colocar esa etiqueta, de cara al “Clásico” de mañana en el Estadio Azteca, al equipo capitalino. Sin embargo, saltar de los números fríos y los hechos objetivos a presuponer que el “chiverío” está condenado a desempeñar el papel de carne de los leones, hay su buena diferencia.
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Al margen del legítimo afán de los aficionados, de tratar de arrancar un gajo a la esfera de cristal en vísperas de un encuentro tan publicitado, quizá convendría subrayar que las expectativas en cuanto a la espectacularidad que pueda tener el partido (más allá de la alegría que alcancen los vencedores --caso de haberlos-- y de la frustración que por unos días tengan que cargar en el alma los vencidos), están, necesariamente, vinculadas a los antecedentes recientes de los dos equipos.
En el caso del América (tercero del Grupo 2, detrás de Morelia y Monterrey), el 7-2 con que venció al Toluca --invicto hasta entonces-- en la jornada 6, y el 5-0 de la fecha 8 sobre Estudiantes, sería el modelo perfecto: un equipo espectacular, demoledor, incontenible. Sin embargo, esos alardes de solvencia futbolística no se han transformado en la constante de los filibusteros de Chucho Ramírez. La prueba está en los resultados más recientes: la derrota (2-1) en Pachuca, y el empate (0-0) de la semana pasada ante el Puebla.
El Guadalajara (tercero en el Grupo 1, detrás del San Luis y adelante del Atlas), por su parte, en la otra esquina, ya muestra el sello de la casa; no el suyo propio, sí el de su técnico: después del inicio errático, vino la transición a partir de la solvencia defensiva que le ha impuesto la mano de Raúl Arias.
Con esos ingredientes, más el extra de la motivación que tienen los “Clásicos”, por el hecho de serlo, es válido esperar un buen partido, espectacular incluso... aunque quienes quisieran un duelo al más puro estilo de “¡Viva la Virgen!”, quizá se queden con las ganas.