Deportes

* Reemplazos

A propósito por Jaime García Elías

Sin dramatismos: una cosa es admitir, objetivamente, que Omar Bravo tiene un historial muy respetable como jugador del Guadalajara --donde labró el pedestal que lo consagra como uno de los goleadores históricos e incluso, en un momento determinado de su carrera, como un ídolo del equipo más popular de México... y otra muy diferente decir, como se ha dicho por ahí, que con las transferencias del “Chicharito” Hernández al Manchester United y de Omar Bravo al Wizards de Kansas City, respectivamente, “el Guadalajara se quedó sin goles”.

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De entrada, poner a los dos jugadores en el mismo canasto es totalmente impropio. El “Chicharito” tiene futuro; Omar..., pasado. El primero está en los albores de su carrera, con la perspectiva de llegar a la cima en uno de los clubes más importantes del mundo. El segundo, salvo prueba en contrario, está en el ocaso de la suya, con la perspectiva de prolongarla en el futbol estadounidense, menos para acrecentar su colección de laureles que para acrecentar, simplemente --muy en su derecho, por lo demás...--, su cuenta bancaria.

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El “Chicharito”, en la temporada anterior, en efecto, contribuyó, con el argumento incontrovertible de los goles, al protagonismo que tuvo el Guadalajara en el Torneo de Clausura... hasta que el compromiso de aportar la materia prima que se le solicitó para la Selección mundialista le frustró las ilusiones. Esos goles lo colocaron en el escaparate y dieron pie a que el Manchester United lo buscara y encontrara la manera de incorporarlo a su plantel.

Bravo sigue sin recuperarse de la malhadada aventura europea con el Deportivo La Coruña. En su regreso sin gloria al futbol mexicano --primero con “Tigres”, luego con “Chivas”, donde se comprobó que “Nunca segundas partes...”--, ya no fue ni sombra de lo que había sido en la primera etapa de su carrera.

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Confirmados, ambos, como bajas en el plantel de las “Chivas” para el torneo local que ya viene a la vuelta de la esquina, el reto de sus mentores consistirá en encontrar en su propia cantera los reemplazos a la medida: primero, por la cacareada “filosofía” de la institución; y segundo, porque al no haber en el mercado, hasta donde alcanza a percibirse, las piezas de recambio, el Guadalajara está condenado a entender que “No hay más cera que la que arde”... y a obrar en consecuencia.

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