Deportes
* ''Patito Feo''
A propósito por Jaime García Elías
Decir, como se ha dicho, que México parece ser, en las consideraciones teóricas previas al Mundial, “el más débil” de los países del Grupo A, no tiene por qué molestar a nadie...
La aseveración en ese sentido no es ofensiva. No es discriminatoria. No se fundamenta en el desdén o en la antipatía gratuitos. Tampoco condena al “Tri”, de antemano, a la derrota; ni menosprecia a sus jugadores; ni cancela a priori, por tanto, el sueño de sus aficionados de llegar al famoso “quinto partido”.
El juicio se basa, simple y llanamente, en la historia. Francia tiene un prestigio bien ganado; cuenta con varios jugadores de primera línea; además, ha sido campeón mundial en un pasado reciente. Uruguay, con sus altibajos, ha tenido repuntes significativos después de sus crisis recurrentes. Además, dispone de un par de atacantes temibles por sus antecedentes próximos: Forlán y Suárez.
En cuanto a Sudáfrica, al margen de que ser local le da, en automático, la ventaja de jugar “con doce”, nadie puede soslayar que su futbol, en que predomina lo atlético, suele atragantarse a adversarios cuyo estilo se decanta principalmente por lo técnico. Además, cuenta con un técnico --Parreira-- que ha sido campeón con Brasil y que almacena una larga experiencia (comenzó como preparador físico, al lado de Zagallo, desde el Mundial de 1970 en México) acerca de cómo se arma y cómo se prepara una selección mundialista.
*
México, en cambio, al margen de las cuentas alegres --muy legítimas, muy respetables-- que puedan hacerse en vísperas del certamen, tiene que partir de bases objetivas: su modesto --por decirlo amablemente-- historial en copas del mundo; las penurias con que consiguió, arrastrándose, el boleto para Sudáfrica, sin imponer con la solvencia deseable su pretérita hegemonía sobre los adversarios de su zona geográfica; la carencia en su elenco de jugadores de clase mundial.
En esas condiciones, lejos de que resultara ofensivo, molesto, incómodo el análisis de varios especialistas --europeos y sudamericanos, sobre todo-- en el sentido de que México da la sensación de ser, de los cuatro integrantes del Grupo A, el más dejado de la mano de Dios, el diagnóstico podría ser --¡debería ser, de hecho!-- un incentivo...
Un incentivo para ir a Sudáfrica a quitar moños. Un incentivo para ir al Mundial a tapar bocas...
Un incentivo, en suma, para reeditar la historia de “El Patito Feo”.
La aseveración en ese sentido no es ofensiva. No es discriminatoria. No se fundamenta en el desdén o en la antipatía gratuitos. Tampoco condena al “Tri”, de antemano, a la derrota; ni menosprecia a sus jugadores; ni cancela a priori, por tanto, el sueño de sus aficionados de llegar al famoso “quinto partido”.
El juicio se basa, simple y llanamente, en la historia. Francia tiene un prestigio bien ganado; cuenta con varios jugadores de primera línea; además, ha sido campeón mundial en un pasado reciente. Uruguay, con sus altibajos, ha tenido repuntes significativos después de sus crisis recurrentes. Además, dispone de un par de atacantes temibles por sus antecedentes próximos: Forlán y Suárez.
En cuanto a Sudáfrica, al margen de que ser local le da, en automático, la ventaja de jugar “con doce”, nadie puede soslayar que su futbol, en que predomina lo atlético, suele atragantarse a adversarios cuyo estilo se decanta principalmente por lo técnico. Además, cuenta con un técnico --Parreira-- que ha sido campeón con Brasil y que almacena una larga experiencia (comenzó como preparador físico, al lado de Zagallo, desde el Mundial de 1970 en México) acerca de cómo se arma y cómo se prepara una selección mundialista.
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México, en cambio, al margen de las cuentas alegres --muy legítimas, muy respetables-- que puedan hacerse en vísperas del certamen, tiene que partir de bases objetivas: su modesto --por decirlo amablemente-- historial en copas del mundo; las penurias con que consiguió, arrastrándose, el boleto para Sudáfrica, sin imponer con la solvencia deseable su pretérita hegemonía sobre los adversarios de su zona geográfica; la carencia en su elenco de jugadores de clase mundial.
En esas condiciones, lejos de que resultara ofensivo, molesto, incómodo el análisis de varios especialistas --europeos y sudamericanos, sobre todo-- en el sentido de que México da la sensación de ser, de los cuatro integrantes del Grupo A, el más dejado de la mano de Dios, el diagnóstico podría ser --¡debería ser, de hecho!-- un incentivo...
Un incentivo para ir a Sudáfrica a quitar moños. Un incentivo para ir al Mundial a tapar bocas...
Un incentivo, en suma, para reeditar la historia de “El Patito Feo”.