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* “Jueces de gol”

A propósito por Jaime García Elías

A los jueces de línea se sumarán, en breve, los “jueces de gol”.

Secuela del impropiamente llamado “gol fantasma” de Frank Lampard, a favor de Inglaterra ante su similar de Alemania, en el partido de octavos de final del reciente Mundial de Sudáfrica, el International Board --algo así como el poder legislativo de la FIFA-- salió de su letargo para anunciar las medidas con que pretende reducir el margen de error de los árbitros, omnipresente en los partidos de futbol.

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La resolución --en manera alguna novedosa, porque ya se ha experimentado en algunas ligas-- consiste en colocar a un juez atrás de cada portería, posiblemente para que ejerza como un auxiliar más en jugadas apretadas o difíciles de apreciar que puedan presentarse en las áreas (el señalado “gol” de Lampard, que no fue... aunque la pelota entrara; la mano de Henry en el Francia-Irlanda que dio a los galos el boleto para el Mundial, etc.), pero primordialmente para avalar un requisito esencial del gol --la suerte suprema del más popular de los deportes--: que la pelota, en efecto, cruce la línea de meta entre los dos postes y debajo del larguero; satisfecho ese requisito, ya después se verá si, de conformidad con la Regla X, antes de que el balón, en efecto, entrara al marco, no se incurrió en ninguna de las incorrecciones que otros preceptos previenen y sancionan.

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En un primer momento, los “expertos” se pronunciaron por apelar, de bote-pronto, a la tecnología: el “¡Déjenme ver!” de los cronistas de televisión, que para pontificar con respecto a la legalidad o ilegalidad de un lance, apelan, ventajosamente, a un privilegio que no tienen los árbitros al efecto de aproximar más a la justicia sus sentencias --inapelables por definición-- sobre los conflictos que se dan en el Olimpo del deporte entre los dioses de los estadios: la repetición de la jugada desde todos los ángulos posibles.

El International Board, “a la antigüita”, optó por la máxima de que “cuatro ojos (o seis, u ocho..., o hasta diez, si en ese aspecto se da beligerancia a todos los auxiliares del árbitro principal) ven más que dos”.

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Ya lo veremos: en los estadios en que hasta ahora se escuchaba, en determinadas circunstancias, “¡árbitro ratero...!”, en el futuro se gritará: “¡árbitros rateros...!”.

(Para que no se diga que no hay progreso).

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