Deportes

* El precio

A propósito por Jaime García Elías

Un Mundial de futbol cobra. Y caro... Por lo tanto, quien se interesa tiene que pagar por él.

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Al Guadalajara, el Mundial de Sudáfrica le está pasando factura, en vísperas de la Liguilla del Torneo Bicentenario. Eso es cierto... En cambio, es absolutamente falso que aquí se esté perpetrando una injusticia o un atraco.

Cuando los dueños de equipos de Primera División conocieron el plan de trabajo elaborado por Javier Aguirre y Néstor de la Torre y avalado por la Federación, no había intereses creados a favor de nadie: el Guadalajara no era aún en el equipo sensación del certamen doméstico; no era aquella máquina de ganar partidos que ligó ocho victorias consecutivas en las primeras jornadas de la liga; el “Chicharito” Hernández no había dado el primer paso de la carrera meteórica que lo convirtió en la figura del campeonato, y lo puso, en unas cuantas semanas, en el aspirante a campeón de goleo --aunque tendría que compartir esa distinción-- que sigue siendo..., y lo convirtió, además, en el único futbolista mexicano de la presente generación, con calidad de exportación (como lo demostraría el Manchester United al firmar el millonario cheque para su transferencia).

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En casi todos los países sucede lo mismo: si se decide convertir el Mundial en la prioridad número uno, es posible que tenga que pagarse el precio de un campeonato local anómalo.

Sobre todo cuando un equipo es la base de la Selección --como sucede actualmente con el Guadalajara y como sucedió en tiempos pretéritos con “Tigres”, Cruz Azul, Pumas... y las mismas “Chivas--, porque no se establecen límites para las posibles aportaciones de los clubes al equipo nacional, está latente la posibilidad de que sus perspectivas en la competencia doméstica tengan que sacrificarse.

En otras palabras: para que todos ganen en el prestigio que aporta un Mundial en que se alcancen metas razonables, a veces es necesario que uno pierda. Pero como ese precio se paga una sola vez cada cuatro años, se supone que si se consiguen los objetivos trazados, todos habrán hecho un buen negocio.

Y el equipo que pone más jugadores en el escaparate en que se convierte la Selección, más, por lo que de ninguna manera se justifican las lágrimas que, en nombre del sacrificio que el Guadalajara --como los demás equipos-- aceptó hacer, derraman ahora, desoladas y compungidas, sus pobres viudas.

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