Deportes

* Ejemplo

A propósito por Jaime García Elías

Sin embargo, la moraleja de la historia de moda en estos días no se circunscribe a suponer que España recibió la recompensa generosa que a veces parece caerles, como llovida del cielo, a quienes cultivan la virtud de la paciencia.

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Para llegar a la cima del deporte más popular en el planeta, España no se limitó a seguir comprando, con asiduidad ejemplar, el billete de lotería, ni a encender veladoras para que sus intercesores porfiaran en sus ruegos ante la deidad. Para llegar a la gloria, España dio metódicamente los pasos que redundaron, como consecuencia lógica, en la victoria —inobjetable, además— en una de las batallas más trascendentales que se libran en el terreno del deporte.

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Fueron más de tres décadas, a partir del cierre del paréntesis que comenzó con la Guerra Civil y terminó, en 1975, con la muerte de Franco... y del franquismo.

Parte del viraje espectacular que integró, a plenitud, a España con Europa, tuvo que ver con el deporte. Al margen de conflictos sociales, económicos y políticos, el deporte se manifestó como, quizá, el elemento de cohesión por antonomasia entre los peninsulares.

Más allá de las pugnas regionales, que van desde las reivindicaciones regionalistas de los catalanes hasta la violencia de la facción más extremista de los vascos; más allá de las impopulares medidas (reducciones en las pensiones, despido masivo de burócratas, etc.) dispuestas por la autoridad para tratar de evitar un naufragio de la economía, los españoles se han unificado en torno a Miguel Induráin, Rafael Nadal y el Barcelona, entre otros; han vibrado con sus triunfos; han interpretado que esos logros les pertenecen a todos.

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La historia, en una edición corregida y aumentada, se repite. La conquista del Mundial de futbol (la predilección española por este deporte explica por qué algunos lo llaman familiarmente “el juego de la pelota gallega”) es la culminación de un proceso en que se ha trabajado en serio; metódicamente; incansablemente.

El ejemplo ahí queda: pasar —como se esperaba que lo hiciera la Selección Mexicana en el Mundial sudafricano— del “sí se puede” al “ya se pudo”, depende de la claridad de los objetivos que se tracen, de la disciplina y la unidad de quienes los compartan... y de la constancia con que se camine día tras día.

Ni la libertad ni los triunfos se regalan: una y otros se conquistan.

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