Deportes
* Diego... y Carlos
A propósito por Jaime García Elías
GUADALAJARA, JALISCO.- Un cuerpo con dos cabezas, aquí y en China --aunque las cabezas se llamen Maradona y Bilardo--, es, con todas sus letras, un monstruo.
En Argentina dicen que allá no. Que las funciones estarán perfectamente delimitadas. Que en la selección nacional de ese país, Bilardo será el táctico; Maradona, el motivador.
*
Los inventores de esta especie de Frankenstein que se sentará en el banquillo de la selección argentina, solicitan atentamente que se les otorgue el beneficio de la duda. Que se les permita suscribirse a la fórmula predilecta de los empíricos: “prueba y error”. Que se espere a conocer los resultados de sumar --como se pretende-- los talentos de dos hombres de reconocido prestigio en el mundo del futbol: uno, Carlos Salvador, por estudioso, analítico, con aptitud probada como táctico... aunque la condena al desempleo que en los últimos años ha tenido que cumplir, sugiere que su estrella ya declinó; el otro, Diego Armando, por el ascendiente que le da su condición de ídolo por excelencia en un país proclive a ciertas formas de la idolatría, como está documentado en las experiencias en torno a personajes que devienen mitos, como Gardel, Evita... y el propio Diego, por supuesto.
*
La dupla Maradona-Bilardo (que de ninguna manera Bilardo-Maradona; en este caso concreto, el orden de los factores sí altera el producto; ¡vaya si lo altera...!) tiene tres retos en su agenda... Uno, darle forma de equipo de futbol a un elenco disperso por todo el mundo. Dos, distribuir responsabilidades a pesar de la sospecha de que en Argentina --como en Brasil--, futbolísticamente hablando, hay muchos arquitectos y pocos albañiles. Tres, remontar en la eliminatoria sudamericana rumbo al Mundial, en la que Paraguay está haciendo cera y pabilo con las previsiones.
*
En lo que el experimento se somete a la prueba del ácido de los partidos y de la competencia formal, ya se especula que quizás la fórmula de poner a dos responsables al frente de la selección nacional argentina, pudiera ser una variante de la que utilizan repúblicas monárquicas como Gran Bretaña y España, verbigracia, donde el primer ministro o el presidente ejercen las funciones de jefe de estado, y la reina y el rey --como su nombre lo indica-- “reina... pero no gobierna”.
(En el caso que nos ocupa, queda claro de qué manera estarían repartidos los roles...).
En Argentina dicen que allá no. Que las funciones estarán perfectamente delimitadas. Que en la selección nacional de ese país, Bilardo será el táctico; Maradona, el motivador.
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Los inventores de esta especie de Frankenstein que se sentará en el banquillo de la selección argentina, solicitan atentamente que se les otorgue el beneficio de la duda. Que se les permita suscribirse a la fórmula predilecta de los empíricos: “prueba y error”. Que se espere a conocer los resultados de sumar --como se pretende-- los talentos de dos hombres de reconocido prestigio en el mundo del futbol: uno, Carlos Salvador, por estudioso, analítico, con aptitud probada como táctico... aunque la condena al desempleo que en los últimos años ha tenido que cumplir, sugiere que su estrella ya declinó; el otro, Diego Armando, por el ascendiente que le da su condición de ídolo por excelencia en un país proclive a ciertas formas de la idolatría, como está documentado en las experiencias en torno a personajes que devienen mitos, como Gardel, Evita... y el propio Diego, por supuesto.
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La dupla Maradona-Bilardo (que de ninguna manera Bilardo-Maradona; en este caso concreto, el orden de los factores sí altera el producto; ¡vaya si lo altera...!) tiene tres retos en su agenda... Uno, darle forma de equipo de futbol a un elenco disperso por todo el mundo. Dos, distribuir responsabilidades a pesar de la sospecha de que en Argentina --como en Brasil--, futbolísticamente hablando, hay muchos arquitectos y pocos albañiles. Tres, remontar en la eliminatoria sudamericana rumbo al Mundial, en la que Paraguay está haciendo cera y pabilo con las previsiones.
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En lo que el experimento se somete a la prueba del ácido de los partidos y de la competencia formal, ya se especula que quizás la fórmula de poner a dos responsables al frente de la selección nacional argentina, pudiera ser una variante de la que utilizan repúblicas monárquicas como Gran Bretaña y España, verbigracia, donde el primer ministro o el presidente ejercen las funciones de jefe de estado, y la reina y el rey --como su nombre lo indica-- “reina... pero no gobierna”.
(En el caso que nos ocupa, queda claro de qué manera estarían repartidos los roles...).