Deportes
* Charlotada
A propósito Por Jaime García Elías
Enrique Meza, como técnico, podría hacer suya la frase que utilizaba Camilo José Cela para rehuir la polémica que causó su designación, en 1989, como Premio Nobel de Literatura: “Unos dicen que soy bestial; otros, que soy una bestia; lo más probable es que unos y otros exageren”.
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Al margen de los méritos que tenga para que se le invite —“por única ocasión”, puntualizan, para evitar malentendidos, quienes lo hicieron compadre— para fungir como “técnico nacional” en el encuentro amistoso del próximo 11 de agosto “contra España” (más exactamente, contra una selección española de segundo pelo) o para que con ese pretexto se le rinda “un homenaje” que ni expresa ni tácitamente se justifica del todo; al margen de ello, decíamos, Enrique Meza es una buena persona...
Fue un futbolista modesto: vivió parte de su carrera a la sombra de Miguel Marín, en el Cruz Azul, y después escribió su propia historia con los “Tigres”. Como técnico ha tenido luces y sombras; ha alcanzado su nivel de competencia al frente de los Toluca y Pachuca, con los que ganó varios títulos, a cambio de campañas inciertas en los Cruz Azul, Atlas y Morelia. Llegó a su nivel de incompetencia, precisamente... con la Selección Nacional. (Javier Aguirre lo relevó en el timón cuando el barco parecía zozobrar, antes del Mundial de Corea-Japón en 2002).
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Ni viene al caso —valga la reiteración— un homenaje, ni un partido como este que se había comprometido desde mucho antes del Mundial (y, en consecuencia, mucho antes de que España se coronara en Sudáfrica) parece ser el marco adecuado para dedicárselo, caso de que lo hubiera.
Por lo demás, tampoco están dadas las condiciones para que un partido al que ni México ni España llegan en condiciones de presentar a sus mejores jugadores —atrapados en compromisos de sus equipos, de mucho más envergadura que charlotadas como la programada sobre las rodillas, a pretexto de nada, por los dirigentes de las dos federaciones—, sea el punto de partida para el proceso que culminará en el Mundial de 2014 en Brasil.
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Es una pena, en esas condiciones, que en México y España se haya tenido la ligereza de pactar ese partido... y no se haya tenido, en cambio, el respeto al público y al historial futbolístico de los dos países, como para, en todo caso, reprogramarlo para mejor ocasión.
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Al margen de los méritos que tenga para que se le invite —“por única ocasión”, puntualizan, para evitar malentendidos, quienes lo hicieron compadre— para fungir como “técnico nacional” en el encuentro amistoso del próximo 11 de agosto “contra España” (más exactamente, contra una selección española de segundo pelo) o para que con ese pretexto se le rinda “un homenaje” que ni expresa ni tácitamente se justifica del todo; al margen de ello, decíamos, Enrique Meza es una buena persona...
Fue un futbolista modesto: vivió parte de su carrera a la sombra de Miguel Marín, en el Cruz Azul, y después escribió su propia historia con los “Tigres”. Como técnico ha tenido luces y sombras; ha alcanzado su nivel de competencia al frente de los Toluca y Pachuca, con los que ganó varios títulos, a cambio de campañas inciertas en los Cruz Azul, Atlas y Morelia. Llegó a su nivel de incompetencia, precisamente... con la Selección Nacional. (Javier Aguirre lo relevó en el timón cuando el barco parecía zozobrar, antes del Mundial de Corea-Japón en 2002).
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Ni viene al caso —valga la reiteración— un homenaje, ni un partido como este que se había comprometido desde mucho antes del Mundial (y, en consecuencia, mucho antes de que España se coronara en Sudáfrica) parece ser el marco adecuado para dedicárselo, caso de que lo hubiera.
Por lo demás, tampoco están dadas las condiciones para que un partido al que ni México ni España llegan en condiciones de presentar a sus mejores jugadores —atrapados en compromisos de sus equipos, de mucho más envergadura que charlotadas como la programada sobre las rodillas, a pretexto de nada, por los dirigentes de las dos federaciones—, sea el punto de partida para el proceso que culminará en el Mundial de 2014 en Brasil.
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Es una pena, en esas condiciones, que en México y España se haya tenido la ligereza de pactar ese partido... y no se haya tenido, en cambio, el respeto al público y al historial futbolístico de los dos países, como para, en todo caso, reprogramarlo para mejor ocasión.