Deportes
* Chapoteadero
A propósito por Jaime García Elías
GUADALAJARA, JALISCO.- Refieren, desde Kingston, que la cancha del Independence Park, hoy, será un rival extra para los mexicanos. Señalaban algunas notas informativas, ayer, que el “Tri” no pudo realizar el acostumbrado “reconocimiento” del terreno en que se enfrentarán esta tarde a los “Regae Boys”, en busca del triunfo que le asegure la inclusión en el hexagonal en que se repartirán los boletos para el Mundial de Sudáfrica-2010. Motivos (o pretextos, da igual): que el campo estaba inundado por las lluvias torrenciales que se han abatido sobre el Caribe..., y que --por si faltaran pruebas de que “cuando uno anda de malas, hasta los perros lo agarran de poste”-- una jauría la dejó muy maltrecha.
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Lo primero, la inundación de la cancha, es cíclico. De hecho, durante la eliminatoria para el Mundial del ´62 en Chile --¡hasta en Sayula ha llovido desde entonces...!--, el partido Jamaica-México debió aplazarse a causa de la lluvia. Tomás Perrín, en “Excélsior”, dedicó al incidente un epigrama genial: “La cancha en tierra tan bella / parece una Jauja arcaica; / la sed no deja ni huella; / ¡vaya cancha!: toda ella / llena de agua... de Jamaica”.
Si el terreno de juego, en efecto, se parece más a un chapoteadero que a una cancha de futbol, y si se decide celebrar el partido de cualquier manera, las circunstancias pueden estropear el espectáculo --algo secundario en este tipo de partidos, en que el resultado es lo único trascendental--... pero, también, dejar el resultado a expensas del azar.
Ya se sabe: en una cancha en buenas condiciones, lo normal es que el equipo mejor conformado técnicamente, lleve ventajas; en una cancha impracticable, imposible para jugar nada que se parezca al futbol, las ventajas son para el equipo que tenga jugadores mejor dotados en el aspecto atlético.
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En circunstancias normales, pues, lo lógico sería que los mexicanos consiguieran esta misma noche, sin necesidad de esperar el partido del próximo miércoles en Canadá, la cuarta victoria consecutiva de esta fase eliminatoria.
Sería lo lógico, reiterémoslo... Y lo deseable, independientemente del triunfo y los consiguientes puntos --sin los cuales todo lo demás saldría sobrando--, que Sven-Goran Eriksson abastezca a los seleccionados mexicanos --a los atacantes, principalmente-- de fórmulas para la contundencia: las que ni siquiera Hugo Sánchez, con todo y sus diplomas de “penta-pichichi” en España, acertó a transmitirles.
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Lo primero, la inundación de la cancha, es cíclico. De hecho, durante la eliminatoria para el Mundial del ´62 en Chile --¡hasta en Sayula ha llovido desde entonces...!--, el partido Jamaica-México debió aplazarse a causa de la lluvia. Tomás Perrín, en “Excélsior”, dedicó al incidente un epigrama genial: “La cancha en tierra tan bella / parece una Jauja arcaica; / la sed no deja ni huella; / ¡vaya cancha!: toda ella / llena de agua... de Jamaica”.
Si el terreno de juego, en efecto, se parece más a un chapoteadero que a una cancha de futbol, y si se decide celebrar el partido de cualquier manera, las circunstancias pueden estropear el espectáculo --algo secundario en este tipo de partidos, en que el resultado es lo único trascendental--... pero, también, dejar el resultado a expensas del azar.
Ya se sabe: en una cancha en buenas condiciones, lo normal es que el equipo mejor conformado técnicamente, lleve ventajas; en una cancha impracticable, imposible para jugar nada que se parezca al futbol, las ventajas son para el equipo que tenga jugadores mejor dotados en el aspecto atlético.
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En circunstancias normales, pues, lo lógico sería que los mexicanos consiguieran esta misma noche, sin necesidad de esperar el partido del próximo miércoles en Canadá, la cuarta victoria consecutiva de esta fase eliminatoria.
Sería lo lógico, reiterémoslo... Y lo deseable, independientemente del triunfo y los consiguientes puntos --sin los cuales todo lo demás saldría sobrando--, que Sven-Goran Eriksson abastezca a los seleccionados mexicanos --a los atacantes, principalmente-- de fórmulas para la contundencia: las que ni siquiera Hugo Sánchez, con todo y sus diplomas de “penta-pichichi” en España, acertó a transmitirles.