Suplementos | por: alejandro gonzález gortázar Vida contemplative Año Nuevo, ¿vida nueva? Por: EL INFORMADOR 16 de enero de 2009 - 18:42 hs Pocas fechas hay tan festivas como la noche de fin de año, el entusiasmo que ahí aflora es realmente especial. Los lugares se llenan de personas eufóricas que esperan con exaltación la medianoche para felicitarse, darse besos y apapachos. Por un rato lograrán olvidar las preocupaciones cotidianas, lo único que importa es pasarla bien. ¡Salud! En mi juventud solía vacacionar esa temporada en Santiago, Colima; el 31 de diciembre se llevaba a cabo uno de los eventos más esperados: el baile de Año Nuevo. Desde días antes, la mente estaba ocupada ideando estrategias para conquistar a la dama de los sueños, se iba preparando el terreno y la emoción crecía minuto a minuto. La celebración era excepcional, con algo de suerte salías de ella estrenando novia, pues sin duda el clima, el mar, la playa y las estrellas ayudaban considerablemente a que esto sucediera. Conservo recuerdos maravillosos de esas noches mágicas: 10-9-8-7... ¡Feliz Año Nuevo! Abrazos, alegría contagiosa y brindis generosos con los amigos del alma. La fiesta iba en “crescendo” al transcurrir de las horas, la gente, cada vez más achispada, se lanzaba bullanguera a cantar con sentimiento y a bailar “de cachetito” hasta bien entrada la madrugada. Con ciertos matices según el país, esta bulliciosa costumbre se ha arraigado con firmeza en medio mundo. En España son las uvas de la buena fortuna, en Brasil las ofrendas de flores blancas a la diosa del mar Yemanja, sólo por citar un par de ejemplos, pero el común denominador es siempre el mismo, la pachanga; a gozar se ha dicho. Hace relativamente poco, cuando se dio el cambio de siglo, hubo quien pagó dinerales por el privilegio de celebrar el nacimiento del nuevo milenio varias veces; aprovechando las diferencias de horario, volaban de un continente a otro, llegando a cada ciudad justo a tiempo para descorchar la champaña a las puras 12 de la noche. Supongo que estuvo buena la parranda, más les vale. Me acuerdo que se discutía en su momento si era en el año 2000, o hasta el 2001, la fecha indicada para festejar en grande; los más pragmáticos lo hicieron doblemente, cualquier pretexto es útil para darle “vuelo a la hilacha”. Por otro lado, en esta época se acostumbra también elaborar las clásicas resoluciones para el año venidero, llenas de buenos propósitos, y quizá el momento resulte propicio para hacer un recuento mental de lo vivido durante la etapa que termina. Hay que agradecerle a la vida por todas las cosas agradables que nos hayan sucedido. Al caer la última hoja del calendario, se cierra un ciclo y se abre otro, vendrán de seguro nuevas ilusiones, anhelos y planes para el futuro, que muy probablemente no vayan a cuajar del todo, pero no importa, ya llegará el siguiente invierno y habrá tiempo para realizar otra lista actualizada de objetivos por cumplir, mismos que se irán diluyendo a lo largo de los meses, y así sucesivamente, por los siglos de los siglos. Temas Tapatío Lee También Museo JAPI: Color, juego y abstracción La vida en México comienza en el mar Las Chivas de Gabriel Milito se estrenan con empate ante Tapatío en duelo amistoso Portada: Yordanka Olvera, la chica de la taza Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones