Martes, 17 de Junio 2025
Suplementos | texto: alejandro gonzález gortázar

Vida contemplativa

Trapos viejos

Por: EL INFORMADOR

Caminaba aquella mañana con las manos aún frías, los pájaros volaban sin ruido alguno y los niños se movían sigilosos por las calles. Había misterio, intriga, fascinación por lo desconocido; cautelosa búsqueda del sendero anhelado por el que se pudieran rescatar las ilusiones perdidas, y quizá la señal oculta que despertara los sentidos.

Caían gotas, se presentía la tormenta. El cielo teñido de gris y el campo oscuro cubierto de rocío formaron sombras en el fondo, entre la bruma. Todo estaba en calma, como si el tiempo se hubiera detenido. La campana serena de ritmo sosegado definió la hora, y los puntales que sostenían el recio portón, entrada y salida de todas las cosas, se iluminaron sutilmente, permitiendo contemplar por un momento la borrosa inscripción de idioma incomprensible, mientras que la torre lejana, revestida de musgo, se proyectó a contraluz sobre el área circundante. La inquietud se mantuvo al descender la colina, la tierra impregnada de humedad se adhería a los pies haciendo impredecible el trayecto. El báculo ritual era un apoyo insuperable y los ropajes pesados de la temporada nos infundieron confianza.

Ya en un nivel inferior se escucharon alabanzas, voces femeninas e instrumentos cordados alternándose con gracia. Llegamos hasta los árboles secos envueltos por la tristeza, las hojas marchitas crujían con el paso y el rumor de la nostalgia coincidió en un mismo instante con aquel invierno melancólico, de trapos viejos y humeantes sueños olvidados.

Tapatío

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