Suplementos | Por: Vicente García Remus Veredas Estación Villegas Por: EL INFORMADOR 9 de enero de 2011 - 01:21 hs Símbolo de progreso en el pasado. hoy el tren y sus estaciones son monumentos a la nostalgia. V. GARCÍA / GUADALAJARA, JALISCO (09/ENE/2011).- En el cañón del río Tuxpan, al oriente de Tenexcamilpa y al poniente de la barranca Los Bules, se localiza la fabulosa Estación Villegas. Luego de haber disfrutado de Cusentla, saludamos a Mario Quevedo, quien nos indicó cómo llegar a la estación del ferrocarril, el saberlo es una parte de la información que suscita regocijo en el paseo. Nos dirigimos rumbo a San Marcos, pasando la última entrada viramos a la derecha, por donde está la caseta de cobro de la carretera Guadalajara-Colima, pasamos por un puente y vimos la caseta, seguimos por el camino a Tenexcamilpa, José María Arreola citó: “Tenexcamilpa-pa, en vez de pan, sobre algo; milli, sementera; calli, casa; tenextli, la cal; tenexcalli, se dice el horno de la cal. ‘Lugar en donde los hornos de cal están arriba de las cementeras’”. El camino giró con dirección Sur, los potreros a ambos lados estaban cubiertos por cañaverales. Percibimos unas hojas quemadas en el viento, era tiempo de zafra. En poco tiempo entramos a Tenexcamilpa, vimos su capilla, con puerta arqueada y techo a dos aguas. El nombre del poblado precolombino lo tomó una hacienda vecina, en 1904 pertenecía a Miguel Villegas, por ende la estación fue llamada “Villegas”, casi todo tiene su porqué… Para 1910, era de Alfredo Cano y contaba con mil 167 hectáreas, se cultivaba caña, arroz, café y cereales, también se criaba ganado vacuno. La hacienda se fue acabando, pero la cuadra fue creciendo, convirtiéndose en el poblado actual que adoptó su nombre. Preguntamos a un vaquero por el sendero a la estación y nos indicó que siguiéramos la calle de la capilla, calle que nos llevó al campo, la preciosa brecha estaba sombreada por gruesas higueras, fue descendiendo y serpenteando por el increíble cañón que ha formado el río Tuxpan. Expresivos ciruelos y osotes se dejaron ver, unos enraizados en paredones muy inclinados. Entre la abundante y variada vegetación, mirábamos atractivos fragmentos del cañón. Al llegar a un claro, no dudamos en pararnos, para contemplar aquel hermoso cañón, con su valle fraccionado por el fantástico río Tuxpan, delimitado por insólitas laderas. El valle, simplemente estaba embellecido por la añeja estación. Al llegar al valle, la brecha se acercó a las vías y nos bajamos contentos del coche, para llenar nuestras pupilas de los parajes que nos rodeaban, conformados por praderas ocres y motes verdes. Caminamos por los durmientes en sentido Norte y fuimos sorprendidos por un bizarro puente y por el maravilloso río, el puente se reflejaba en la ladera vecina con bastante nitidez y el río cantaba agua, cantaba vida, formando tinajas entre acantilados, playas y plantas. El río se perdía con gracia en los recodos. Después de haber admirado el río y su entorno, caminamos nuevamente por los durmientes, pero en sentido opuesto, vimos un descarrilador (era la vía alterna de la estación), y al fondo la estación, miramos unas casas aledañas a unos fresnos, las primeras, gemelas y en buenas condiciones; las siguientes, carentes de techumbre, todas abandonadas, antaño cobijaban varias familias, que coexistían con la estación. Enseguida nos acercamos al enorme tanque de agua y más adelante observamos la legendaria estación, un letrero la anunciaba: “Villegas”, el andén conserva sus pilares de fierro, del lado del muro y al centro, vimos la ventana de despacho, arqueada y con pretil, y del lado derecho, el cuarto del jefe de estación; un saliente con una ventana a cada costado, enseguida del saliente se encuentra una bodega. Las bardas están forradas de almohadillas y por techo, un colado volado. Entré al cuarto del jefe y atisbé las vías en ambos sentidos, me sentí por unos instantes el jefe de “Villegas”, le pregunté a Manuel: “¿Viene tren?”, y me dijo: “No jefe”. Enfrente de la estación se ubica la casa del jefe, una escalera con barandal de fierro sube al corredor, de donde se observan las dos vías y la estación, el jefe casi siempre se encontraba en observatorios estratégicos, a corta distancia miramos unas tapias de adobe entre higueras. Inesperadamente las vías empezaron a cimbrarse un poco y luego escuchamos el tren que venía subiendo por el cañón, enseguida de escucharlo unos momentos, lo pudimos ver; la máquina con sus tres luces encendidas, el maquinista pitó para saludarnos, saludo que correspondimos con desbordado gusto; en medio del convoy iban dos máquinas y una más al final. Nos estremecimos de gozo por dicho encuentro. Las estaciones entre poblados correspondían en su mayoría con las haciendas cercanas a su paso. Al sur se ubica Tonilita, de La Esperanza, y al norte La Higuera, de la hacienda de igual nombre. En 1909, el Ferrocarril Central del Pacífico terminó el ramal de Tuxpan a Colima. Temas Pasaporte Veredas Lee También Zacatecas y La Antigua: Viaje a dos joyas históricas de México El arte de saborear Nayarit Un viaje por el tiempo en Cuitzeo, Michoacán Abrazo otoñal en la Riviera Nayarit Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones