Sábado, 11 de Octubre 2025
Suplementos | 28 Domingo ordinario

''Ve vende cuanto tienes y dalo a los pobres...''

El llamado de Jesús implica estar dispuestos a compartir nuestras posesiones con los más necesitados, y aun a darnos nosotros mismos.

Por: EL INFORMADOR

Cuando crece el culto al dinero, el corazón se endurece.  /

Cuando crece el culto al dinero, el corazón se endurece. /

En este domingo vigésimo octavo ordinario del año así empieza la narración: “Cuando Jesús se puso en el camino, un hombre joven corrió hacia Él y arrodillándose le preguntó:

Maestro bueno, ¿qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?


“Ve, vende cuánto tienes y dalo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo. Después ven y sígueme”.

Cumplir los mandamientos era y es, la primera condición para salvarse. La observancia de los mandamientos no es posible,si no hay amor. El que verdaderamente ama cumple la ley, pero el joven quiere más y Jesús le propone dejarlo todo para seguirlo, dejarlo todo para poseerlo todo.

Queda en claro que Cristo no condena las riquezas, el fondo de este mensaje es más profundo, no es lo que el hombre tiene en torno a Él, a su alrededor, sino lo que tiene en su yo interno, en su mente, en su alma.

Cuando crece el culto al dinero, el corazón se endurece; brotan la soberbia y una cruel indiferencia, una ceguera ante el dolor del pobre

Los pobres de espíritu no son los apocados, ni los inútiles, ni los enfermos del alma, ni los carentes de bienes o dones naturales. Los pobres de espíritu son verdaderamente libres, con una libertad interior tal, que a nada ni a nadie temen no viven como otros, en perpetua angustia de perder a eso a quien dan culto.

Alguien escribió.

“Ante el dinero nos arrodillamos,

Ofrecemos sacrificios,

Ofrecemos nuestro honor,

Ofrecemos nuestra sangre,

Y la sangre de los demás”.

Los pobres de espíritu poseen como si poseyeran y ese desasimiento interior les trae una paz y una alegría que otros han experimentado.

El porvenir, el futuro, está fundado en Cristo, que vive y consoló a sus apóstoles con una promesa: “Me voy a la casa de mi Padre a prepararles un lugar, porque donde esté Yo, quiero que estén ustedes”.

José Rosario Ramirez

DARNOS NOSOTROS MISMOS


La salvación para los cristianos, o la santidad como requisito indispensable para la salvación, “sin santidad nadie verá al Señor” (Heb 12, 14), no se obtiene sobre la base de devociones, ritos, mandas, etcétera, ni siquiera con cumplir los mandamientos de una manera legalista, sin tener la motivación del amor como fundamento: “Aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada” (1Cor 13, 2b-3).

Para alcanzar la salvación es indispensable pasar por el cedazo del amor; así lo afirmó el gran místico, San Juan de la Cruz: “En el atardecer de tu vida, serás examinado en el amor”, refiriéndose a lo que  Jesús en el Evangelio de Mateo, afirma: <<"Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino(…), porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver”(...) “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”>>. (Mt. 25, 31-36).

Es decir, para aspirar a una vida eterna y feliz en la presencia de Dios, en la que ya no habrá dolor, sufrimiento, tristeza, angustia, injusticia, violencia y tantas calamidades más propias de esta vida terrenal y limitada, no basta con no matar, con no cometer adulterio, con no robar, con  no dar falso testimonio, con no perjudicar a nadie, con honrar a padre y madre». (Mc 10, 19), sino que es preciso, además de eso, renunciar a todo tipo de ídolo que supla a Dios en nuestra vida; es indispensable desprenderse de todos nuestros apegos que nos alejen de Dios, y que son los que llegan a oscurecer y a sofocar nuestra vida de fe y nuestra capacidad de entregarnos completamente a Él, como se lo dijo Jesús al joven del Evangelio que hoy domingo la Iglesia proclama en todo el mundo: «Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme. Él, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes>>.

Este ‘vender lo que tenemos’, en la mayoría de los casos, según la vocación de cada persona, en el caso del joven fue su llamado, no implica tomar nuestras posesiones, realizarlas y repartir el fruto de la venta, de manera irresponsable. Lo que el Señor quiere es precisamente que no amontonemos egoístamente las riquezas —no sólo materiales, sino también morales, espirituales, psicológicas, etcétera— sino que siempre estemos dispuestos a compartirlas con los más necesitados, y aun más allá, estar dispuestos a darnos nosotros mismos.

Francisco Javier Cruz Luna

Una oración

MBS, FSP

Dios mío. te doy infinitas gracias,

porque me has dado el incomparable regalo de la fe. Es como una luz que brilla en lo más recóndito de mi ser

que ilumina mi mente y llena mi corazón de alegría. Gracias Padre santo porque nos has dado a Jesús

como Maestro que nos guía por el camino de la verdad y que nos dice con certeza en donde está la salvación.

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