Sábado, 21 de Junio 2025
Suplementos | Cuatlancillo

VEREDAS

Por: Vicente García Remus

Por: EL INFORMADOR

Al Poniente del Cerro La Aguja, se encuentra el bonito poblado de Cuatlancillo. Del Paso de San Francisco, regresamos a Tenango, por donde el coronel José Cortés  capturó a dos cristeros, en abril de 1929 y los ahorcó en la plaza de Tonaya, un mes antes habían estado en el referido poblado los cristeros, Bouquet, Delgadillo y Michel. En mayo de 1927, hubo un enfrentamiento entre cristeros y el teniente Urbina. ¡Que tiempos!  

En Tenango tomamos el camino a Cuatlancillo, “Lugar del montecillo”. Vimos el atractivo rancho Coyotomate sobre un lomerío, después de unas bajadas y subidas de lomas azules, lomas cubiertas por magueyes, llegamos al lugar del montecillo, y vaya que está sobre un montecillo.

La calle principal fue subiendo el montecillo, donde se fueron asentando paulatinamente casa por casa, con vanos verticales y tejados con buenos aleros. Nos sentamos sobre una alta banqueta sombreada por unos arbolitos, a mirar el agradable caserío de adobe, madera y teja.

Fuimos cautivados por una sensual calle cerrada, cerrada por el atrio de la capilla, subimos con regocijo por aquella calle, admirando las fincas aledañas, una de ellas ostentaba una romántica ventana de cuatro hojas de madera, las superiores estaban abiertas, mostrando una completa oscuridad en su interior, contrastando con cierta gracia, con el marco amarillo de la ventana.

A los costados de la puerta atrial, una escalera subía a unas casas y otra bajaba a otras casas, en Cuatlancillo es un bajar o un subir.

Nos sentamos sobre unas canteras labradas del atrio y apreciamos con calma la señorial capilla, la puerta fue rematada en arco escarzado, con clave, enmarcada por un distinguido pórtico de dobles columnas redondas por lado, con capiteles dóricos, sobre ellos un elegante friso y una cornisa con salientes redondos.

La ventana coral es vertical y arqueada, con tres columnas jónicas por costado, dos cercanas al muro y una saliente, arriba de la ventana hay un hueco redondo para el reloj. Sobre una sencilla cornisa y en el eje de la ventana, se localiza el bizarro campanario, de planta cuadrada, de un solo cuerpo y con arcos góticos.

Se adosó sobre el campanario un espantoso reloj, adefesio que le resto belleza a la capilla, y por cierto no funciona. El interior es de una sola nave, con columnas y cornisamiento dórico. El altar principal tiene seis columnas corintias. Y por techo cúpulas.

Bajamos las gradas vecinas al atrio y vimos las ruinas de la estancia Cuatlancillo, los muros de las trojes, una entrada grande con techo a dos aguas, su portón de dos hojas de madera y un chacuaco de ladrillo con remate piramidal. En el porfiriato la estancia pertenecía a Ignacio Vázquez Cisneros y comprendía 2,136  hectáreas, también era dueño de San Andrés.          

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