Sábado, 18 de Enero 2025
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Una lujosa hacienda con selva y un volcán incluidos

Colima oculta en su frondosa vegetación exclusivos rincones que parecen sacados de un sueño

Por: EL INFORMADOR

Impresionante. El  Volcán de Colima en calma forma un bello recuadro a la elegante hacienda. EL INFORMADOR / P. Fernández Somellera

Impresionante. El Volcán de Colima en calma forma un bello recuadro a la elegante hacienda. EL INFORMADOR / P. Fernández Somellera

GUADALAJARA, JALISCO (10/ENE/2016).- Gran sorpresa fue el encontrarnos —por mera casualidad— con ésta estupenda hacienda convertida en un elegante hotel a todo lujo en las faldas del Volcán de Colima.

Ciertamente, ni mi amigo John ni yo teníamos programado un evento de tales elegancias durante nuestras excursiones por aquellas regiones colimotas.

Habíamos ya pasado por San Gabriel con los fantasmas del gran Rulfo misterioso. También por el poblado de Apulco y su vieja hacienda convertida en convento, habitada por unos cuantos monjes “de encierro” que… por las noches venden pizzas en la esquina de la residencia… (?)  

Más tarde pasamos por las poblaciones de La Becerrera, en donde cenamos unas ricas quesadillas “anca” doña Esther; y también por La Yerbabuena; ambas en la zona donde se prohíbe la entrada en tiempo en que el volcán está muy enojado.

Habíamos dormido en una cabaña del motelito que está en la laguna La María; que es el cráter de otro pequeño volcancito —repleto de leyendas— situado entre los arroyos (y lahares) de “La Lumbre” y del “Corcován”, que es por donde baja la lava cuando el volcán se pone chistosito.

Al darnos cuenta que todavía nos quedaba un día completo antes de regresar a nuestras casas, decidimos tomar camino hacia el pueblo de Quesería… ¡ Uno más de los “típicos pueblitos mexicanos” que desgraciadamente han sido destruidos con las infames “culturas” importadas que tratamos de adoptar como si fueran nuestras.…! (Hagámonos concientes del daño que con esto hacemos a lo original de nuestros paisajes). 

En un rincón de la carretera, que vimos muy florido, bien arreglado y sin señalamiento alguno, nos acercamos hasta una caseta muy bien puesta, al lado de un gran portón que estaba más que cerrado en donde… al acercarnos… salió el impecable guardia que lo custodiaba...

—Queremos conocer la hacienda— somos escritores de viajes, y nos interesa un lugar tan escondido como este; le dijimos al uniformado.
—¿Tienen alguna reservación, o… alguien los está esperando?— nos preguntó con una voz más agria que un limón.

—“Nop” le dije. —Pero… sí nos gustaría conocer un lugar tan bello como este— aseveré con entusiasmo. Mientras él… casi con asco… con la mirada nos revisaba los pantalones y las botas que ingenuamente lucían los lodos cosechados en el volcán.
—Déjeme pregunto— Nos dijo en un tono lleno de acidez…
(…un soporífero silencio se hizo eterno esperando la respuesta…).

La elegante administradora… aceptando de mala gana a los intrusos… nos recibió… en un principio con un flemático hielo británico… que (por fortuna) cambió a una cierta amabilidad un poco más tarde al enterarse del ingenuo y bien intencionado motivo de nuestra visita.

Más tarde, tanto ella como su marido, con increíble amabilidad tuvieron la gentileza de pasearnos por cuanto rincón existía en la hacienda, explicándonos santo y seña de cuanta cosa: suites, restaurantes, albercas, jardines, ríos y arroyos estuvieron incluidos en las descripciones que con entusiasmo nos mostraban.

Las historias del lugar y de sus propietarios no se hicieron esperar. Fotos y documentos salieron a colación durante la amena plática refrescada con un delicioso y fresco jugo de naranja.

Por una módica cantidad que ronda en los… ¡Mil doscientos dolarucos diarios! (dependiendo de la temporada) más comidas y propinas —nos dijeron— se puede tener, tan solo por un día, toda una enorme y maravillosa hacienda “de las de antes” llena de lujos y con un servicio sonriente y solícito a toda hora; todo esto envuelto en un clima tropical y con vistas de ensueño. Además con la posibilidad de hacer agradables caminatas entre las lagunas, pantanos y montañas de la selva tropical de los alrededores.

Alix Goldsmith —hija de Jimmy Goldsmith (así se le conoce en el pueblo) que se convierte en Sir James al entrar a la hacienda— es la actual propietaria y promotora de la lujosa hacienda.

Hace tiempo, Sir James compró la hacienda a Antenor Patiño —el Rey del Estaño— quien, a mediados del siglo pasado la adquirió a su vez de la familia de Arnold Vogel junto con el rancho cafetalero de más de dos mil hectáreas ubicado en la mera región selvática de Chamela y Cuixmala.
Este rancho llamado “El Jabalí”, entorno natural de la hacienda, es un hermoso paraje rodeado por sus inmensos y bien cuidados campos de cultivo que delicada y respetuosamente se entretejen en las faldas del volcán.

Nosotros —confieso— después de esa agradable visita, regresamos a cenar unas deliciosas quesadillas anca Doña Esther; para volver a acampar en las orillas de La María, dedicándonos, dichosamente, a oír de la gente de ahí, las increíbles, clásicas y divertidísimas historias de tragedias, espantos y aparecidos sucedidos en la laguna y sus alrededores.

La luna salió sobre el volcán… y los fantasmas velaron nuestros sueños.

Una insospechada gozada en cada lugar y con cada gente, parece ser el sino de nuestros viajes.

pfs@telmexmail.com

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