GUADALAJARA, JALISCO (21/AGO/2016).- Roald Dahl parecía retratarse a sí mismo al describir al enternecedor personaje de su hermoso cuento que ahora, por dicha, está en los cines de nuestra gran ciudad.“Era cuatro veces más alto que el hombre más alto… Era tan grande que su cabeza quedaba a más altura que las ventanas de los últimos pisos de las casas”; decía el extraordinario Roald, hablando del personaje de su cuento “El Gran Gigante Bonachón”.De la calidad cinematográfica, y de la capacidad de Spielberg para -con personajes reales e imágenes y sonidos de la tecnología actual- interpretar lo que con gran trabajo, imaginación y talento había querido expresar, no quisiera ni hablar; ya que, aunque la película me hizo brotar cantidades casi navegables de lágrimas y moquiriquis -tanto de risa como de ternura- no me considero ser ningún crítico del arte cinematográfico.Lo que sí les recomiendo es, que antes de todo, primero vean el libro, y luego lean la película. No, perdón, es al veréz. Bueno, hagan lo que quieran, pero prométanme que disfrutarán de los personajes y de las actitudes de este tierno gigante que habiendo salido de la imaginación de Roald Dahl, un hombre “normal” -casi igualito a cualquiera de nosotros- que sumergido en la soledad de su despacho y rodeado de las imágenes imaginadas por su imaginación, concibió a este hermoso y tierno personaje de quien la bondad emanaba a borbotones. Dahl es uno de los escritores más reconocidos de literatura infantil (y también para mayores) de todo el Siglo XX (1916-1990) ¡Ahora cumpliría cien años!Tal como el Gigante Bonachón, durante su vida encarnada en su larguirucha humanidad, se dedicó a ser una cariñosa y divertidísima persona que, además de ser un ser humano excepcional, con su sola presencia contagiaba de felicidad a quien le rodeara. Frecuentemente solía decir que con sus cuentos: “intentaba criticar a los despistados, que al no tener un solo libro en casa, se la pasan viendo la televisión, olvidándose de hijos y entenados”, tal como desgraciadamente sucede hoy en día.Dahl, además de ser el autor del cuento “El Gran Gigante Bonachón”, y de muchos otros más, era un larguirucho chiquillo que nació en el húmedo y nublado país de Gales, al poniente de la Gran Bretaña; teniendo que pasar su infancia (punto menos que de la patada) en los infames y anticuados internados; teniendo que aprender las lecciones a base de reglazos, agresiones y malos tratos de los “maestros” y “educadores” de aquellos tiempos.Más tarde, ya en su juventud, tuvo el atrevimiento de inscribirse como piloto aviador en la Real Fuerza Aérea, en donde también le fue fatal porque, por lo grandote que era, se le hacía muy dificultoso enrollarse y desenrollarse para entrar o salir de las intrincadas cabinas de los aviones de combate de ese entonces; teniendo que ser auxiliado por sus compañeros al ejecutar tan dificultosa maniobra, y rescatar su desgarbada humanidad de la dichosa cabina, para llevarlo -todo entumido- a tomarse un café caliente en la barraca correspondiente. Una vez, en una incursión por África, habiéndosele acabado la gasolina: ¡pácatelas!, se estrelló contra ¡la única! roca que había entre la inmensidad de las arenas del desierto, fracturándose el cráneo y algunos de sus larguiruchos huesos, pudiendo ser rescatado (con grandes esfuerzos) de su avión que ya comenzaba a incendiarse. En esa ocasión, aunque quedó temporalmente ciego y con grandes dolores por todos lados (ya me lo imagino) siguió haciendo sus atrevidas misiones de exploración y de combate.En sus dizque “tiempos libres”, encerrado en su despacho se dedicaba a escribir las historias que -con gran éxito- comenzaron a aparecer, tanto en sus libros como (hoy en día) en los cines de todo el mundo. Fascinantes cuentos “para los niños que tengan el valor de arriesgarse a lo que los adultos quizás no tengan la inteligencia, ni la gracia de comprender”. Siendo todos súper famosos en el mundo entero. Extrañamente son -por desgracia- poco conocidos aquí en México.“Dany el Campeón del Mundo” es uno de ellos; “James y el Melocotón Gigante”; “Los Cretinos”; “Agu Trot”; “Matilda”; “La Fábrica de Chocolates” (ambos en película) y muchos otros más, con los que se puede realizar un estupendo viaje por las ingeniosas y divertidas situaciones que discurría para sus siempre simpáticos personajes.Uno de mis favoritos es el genial “Cuentos en Verso para el Niño Perverso” o bien, los “Cuentos Macabros para Adultos”. Simplemente extraordinarios.Un clavado a las estupendas historias de Roald Dahl, les harán viajar -amarrados a un sillón y sin despeinarse- por mundos imaginarios que les harán ver la realidad del misterioso y desconocido sueño en el que vivimos.¡Gócenlos por favor! ¡ Abur! pfs@telmexmail.com