Suplementos | Pasaporte Tlacotalpan, a la orilla del Papaloapan Se sitúa entre las vaporosas y ricas tierras donde suavemente se desliza lento y abundante el Papaloapan Por: EL INFORMADOR 24 de enero de 2009 - 19:11 hs Axayácatl fue el bravo guerrero azteca que sometió bajo su imperio (allá por el siglo XV) las tierras calientes en ese entonces en poder de los Olmecas, y antes de los Totonacas. Él fue quien bautizó el lugar como Tlacotalpan: Bonito y sonoro vocablo náhuatl que pudiera decir algo así como “La Tierra Partida”. Tlacotalpan está situada entre las vaporosas y ricas tierras donde suavemente se desliza lento y abundante el Papaloapan, “El Río de las Mariposas”; de donde la imagen toponímica de “La Tierra Partida por el Río de las Mariposas” ¿Suena bien, no? Y… además describe de maravilla al pueblo. El encanto de sus casonas altas y dignas de corte más bien clásico, son adornadas -casi agresivamente- con rotundos colores que expresan sin temor la alegría de vivir de sus habitantes jacarandosos y explosivos como las mismas mariposas que les vienen de su nombre. Con muy buen gusto y desenfado; con increíble arrojo y usando combinaciones inusitadas que derrochan arte, están cuidadosamente plasmados, sin temor, los estruendosos colorones de las fachadas de las fincas. El resultado ha sido tan exitoso que la UNESCO tuvo a bien seleccionarla como una de las ciudades del mundo que son Patrimonio de la Humanidad. Todo esto fue construido allá por los tiempos de la colonia. Claro está que después de haber pasado por mil y un historias de conquistas crueles e impositivas; de la sustitución de unos dioses propios (Chalchitlicue: Diosa de las Aguas) por otros nuevos importados (La Virgen de la Candelaria); de los poderes y poderosos que ya iban y ya venían imponiendo sus criterios propios, intereses e ideologías diferentes que jocosamente pudieran ser sintetizadas con tan sólo repasar los nombres con los que se bautizaba y rebautizaba al poblado al vaivén de cada idea: Una vez fue simplemente Tlacotalpan. Otra vez La Isla de La Candelaria; Más tarde apareció como San Cristóbal Tlacotalpan. Y otra vez más… Tlacotalpan de Porfirio Díaz (?). Así pasó una buena parte de su historia entre dioses, santos y políticos, hasta que con el correr del tiempo; y ahora, con el solo Tlacotalpan fue reconocida por el gobierno mexicano como “Ciudad Típica”; más tarde como “Monumento Histórico”, “Pueblo Mágico” y muchas cosas más, que le vienen sobrando a la bella ciudad que es. Posteriormente, la UNESCO en 1998, la declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad. La UNESCO (interesante es mencionarlo) que quiere decir: United Nations Educational Scientific and Cultural Organization (Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura de las Naciones Unidas) fue creada en 1946 con el objeto de promover la paz mundial, a través de la comunicación, la educación y las ciencias naturales y sociales. Tlacotalpan está en el Estado de Veracruz sobre una barra de arena que separa la Laguna de Alvarado de las aguas del Golfo de México un poco más de 80 Km. al Sur del puerto. Una desviación de 14 Km. llega bordeando el Papaloapan hasta la bella Tlacotalpan. Ciudad tropical donde caminan tranquilos los peatones por las callejuelas bien adoquinadas. Donde los escasos automóviles pasan casi a vuelta de rueda con respeto de los caminantes. Donde las señoras van a comprar empanadas y “galletas de agua” a la impecablemente bien puesta tienda de la esquina. Donde la elegancia clásica de las fachadas con sus colofones gritan -con sangre jarocha- las canciones de Agustín Lara, que se dice que ahí fue donde nació. El Papaloapan enorme y caudaloso, a su lado, va tirando al mar con desesperante calma torrentes de agua que llenarían a Chapala en un instante. Mariscos de todas clases con el sabor casero de la delicada cocina veracruzana se ofrecen en la orilla. No muchos, pero si muy buenos hoteles pueblerinos, reciben a los visitantes como si ya se conocieran desde siempre. El tiempo ahí parece detenerse. Sudoroso, enredado entre las sombras de los almendros y la sonrisa de la gente que envuelta en la armonía estridente de los colores de su caserío, derrocha y… hasta creo que canta su hospitalidad. Pedro Fernández Somellera deviajesyaventuras@informador.com.mx Temas Pasaporte Lee También Pasaporte mexicano: Requisitos, costos y cómo tramitarlo por internet México y España estrechan lazos por el turismo inteligente Mérida: La vida en rosa… y el vino también Pasaporte mexicano: Estos son los precios para renovarlo por 3, 5 o 10 años Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones