Viernes, 10 de Octubre 2025
Suplementos | Dinámica Pastoral Univa

Tercer Domingo de Adviento

Ante la llegada del Reino de Dios no debe haber búsqueda de seguidores ni reclamo de privilegio alguno, sino confianza

Por: EL INFORMADOR

En esta tercera semana de adviento las insistencias de Juan el Bautista son en la conversión profunda. ESPECIAL /

En esta tercera semana de adviento las insistencias de Juan el Bautista son en la conversión profunda. ESPECIAL /

LA PALABRA DE DIOS

PRIMERA LECTURA

Lectura de la Profecía de Sofonías (3,14-18a):


“Alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén”.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses (4,4-7):

“Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres”.

EVANGELIO

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (3,10-18):

“Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”.

GUADALAJARA, JALISCO (13/DIC/2015).- Las campanas de las torres de los templos tienen una lengua, el badajo, y esta lengua tiene su idioma: llaman a misa, llaman al rosario, y ése es su más frecuente lenguaje; mas también, tocadas a rebato, anuncian una calamidad; si doblan es señal de duelo, y su mensaje es muerte y esperanza de vida eterna; y echadas a vuelo, son pregoneras de grandes alegrías.

Ayer, día de los mexicanos, día de María, la bella madre del cielo, en la Basílica de Guadalupe y en miles de templos parroquiales, y capillas, hasta en humildes capillitas —casi en diminutivo— de aldeas, todas las campanas cantaron la alegría de los mexicanos. Pidió ella un templo y le han levantado millares.

La alegría de hoy es por un anuncio hoy domingo Tercero de Adviento, desde la antífona es ya una invitación de alegría, algo parecido al saludo con que el anfitrión recibe a sus invitados: “Estén siempre alegres en el Señor; se los repito, estén alegres; el Señor está cerca”.

Hay muchos motivos humanos para la alegría; la vida, la salud, el buen resultado de algo en el trabajo, en los estudios; las alegrías de la familia, el nacimiento de un niño; y también —¿Por qué no?— haber realizado un buen negocio y traer, como resultado, dinero en el bolsillo.

El Señor es Cristo y Él es la causa de esta alegría, porque Él es la vida, Él es la verdad, Él es el amor.

Los apóstoles de Cristo fueron llevados a la cárcel y allí, a oscuras y sin comer, cantaban alegres hasta que un mensajero de Dios, un ángel, les abrió las rejas y los liberó, según cuenta San Lucas en el Libro los Hechos de los apóstoles. Y en un campo de concentración, en Polonia, los sentenciados a muerte, animados con cantos por el sacerdote Maximiliano María Kolbe, esperaron la muerte, para ellos la mejor liberación.

Ya se va diluyendo con el viento del tiempo la sonrisa de bondad, de alegría, de aquel Papa, “bajito y gordito”, Juan XXIII, que renovó, rejuveneció y llenó de alegría a la Iglesia, con las campanas alegres del Concilio Vaticano II.

Para entrar en la alegría, el creyente, el cristiano, sabe que tiene que salir de sí mismo para abrirse a Dios, para ver a sus hermanos con mirada de amor; y disponerse en una actitud no de ser servido, sino ver cómo y en qué medidas según las circunstancias ha de estar presto a servir a los demás.

Es el tiempo de descubrir con más amplitud la presencia del prójimo y aprovechar para entender la alegría de compartir.

La alegría es compartir. Que el domingo de la alegría que es hoy, sea por lo mismo, el domingo de la generosidad.

José Rosario Ramírez M.

Tiempo y oportunidad para la alegría


Los tiempos modernos se desarrollan bajo la sombra del nerviosismo, del estrés, de la depresión. Hartos de todo y llenos de nada, los hombres de hoy buscamos afanosamente alegrías superficiales que nos permitirán olvidar nuestra realidad. Pero, mientras no arraiguemos nuestros corazón en el Padre, todo esfuerzo será vano, y tarde o temprano se volverá al estado de intranquilidad y desconcierto. La alegría auténtica es la manifestación de la fe, fruto del amor y la exigencia del espíritu.

Un llamamiento a la concordia es la invitación de Pablo en su Carta escrita a los Filipense; que por algún motivo se veía alterada, aparece en estos versículos que devuelven a la carta su tono fraterno inicial. Lo que garantiza la paz y la alegría individual y comunitaria es nuestro Hermano Cristo, pues nadie da lo que no tiene. La alegría, es fruto de la unión con Dios, y ésta ha de manifestarse en la amabilidad y el respeto de los cristianos.

La Carta de Pablo hace una exhortación más general. El creyente no puede vivir la fe como un mero espiritualismo exagerado. El hombre espiritual debe ser también más humano. Debe acoger los valores universales y promoverlos, pues Dios es el origen de todo lo bueno, bello, puro, y agradable. Quien lucha por implantar virtudes humanas en la sociedad, consciente o inconscientemente, la conduce a Cristo que es el bien supremo. En palabras de la mística mexicana Concepción Cabrera de Armida; “Con los pies en la tierra, pero el corazón en el sagrario”.

Ante la llegada del Reino de Dios no debe haber búsqueda de seguidores ni reclamo de privilegio alguno, sino confianza en Dios. El anuncio de Juan sólo es una preparación a la llegada de Aquel que debe ser escuchado y seguido: Jesús. Ahí la riqueza de ser bautizados en él espíritu, es decir, ser sumergidos; si nuestras vidas son sumergidas en aquel que es la fuente eterna del amor, nuestra vida podrá dar frutos desde y en el amor. En esta tercera semana de adviento las insistencias de Juan el Bautista son en la conversión profunda, y nueva vida nos hablan de esta percepción de Dios, con un Corazón inquieto, nervioso, por dar nueva oportunidad a la humanidad, esta vez de casi insospechado.

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones