Tepec

GUADALAJARA, JALISCO (23/MAR/2014).- A la orilla del río Bolaños, a 900 metros de altura y al Oeste del cerro El Águila, se ubica el histórico poblado precolombino de Tepec, Tepétl significa cerro, “donde el cerro”, “pueblo que tiene buen monte”.

Beatriz Rojas citó: “la región de Bolaños, aunque fue recorrida en 1529 por Chirinos, quedó en el olvido hasta 1550, cuando se descubrió un real conocido como minas de Tepeque. Su explotación no duró y sus tierras fueron abandonadas por los colonizadores, presionados por la guerra chichimeca… siguió la paz y la penetración tlaxcalteca… en 1616, se registraron ya algunas de las quejas que los naturales de Tepec presentaban… su capitán protector, Gerónimo Ramírez, quien en lugar de impartir justicia pasaba su tiempo a andar de comerciante por la sierra de Tepeque y obligaba a los naturales a comprar sus mercancías… llevaron a los naturales de la sierra a levantarse en 1617. Dicha rebelión recibió el nombre de Tepehuana”.

A la mañana siguiente de nuestra estadía en Bolaños, fuimos a conocer la Hacienda de Fundiciones, aledaña al Sur de la Real Caja, un callejón las separa.

Apreciamos hechizantes portales escarzanos, crisoles, unas arcadas en medio punto y al fondo una chimenea, obra realizada en el siglo XIX por la Compañía Inglesa, en terrenos que fueron de la Hacienda San José.

Enseguida caminamos rumbo Sur para mirar las ruinas de San José, un portón arqueado, una tapia con puerta arqueada, ventanas verticales en altos y un alto tiro redondo.

Luego tomamos camino a Tepec, al salir miramos la Casa de Ensaye, donde se ensayaba el mineral, en 1756 se adquirió el terreno para su edificación, la corona de su techo piramidal se le parece a la parte superior de una granada, por ende se le llamó la Casa de la Granada.

Un vano redondo se asoma a la calle, finca que estuvo amurallada. Pasando la mina San Cayetano, llegamos a “El Despacho”, data de la segunda década del siglo XIX, preciosa edificación realizada también por la Compañía referida. Finca de dos pisos, que presumía de corredores de madera en ambos niveles, con vista al cañón.

El primer nivel con una puerta entre ventanas verticales, le sigue una ventana y otra puerta y después, la puerta principal, en arco de medio punto, puerta que conduce a las escaleras, continua el desnudo portal con dos ventanas y dos puertas. El segundo piso, con dos ventanas, una puerta, tres ventanas, otra puerta y una ventana. Nos orillamos para mirar el fabuloso río, su primitivo nombre fue “Tepec”,  serpenteaba con garbo entre diversos follajes cercanos a Tepec, un balcón dominaba al poblado y sus cerros, espacio de una recámara esquinera, conformada por bloques de cantera y salientes gárgolas.

En Tepec, fuimos sorprendidos por el inconcluso y bello templo de San Antonio de Padua, de estilo churrigueresco. El atrio, cubierto por tumbas, el lado Este fue reservado para las tumbas inglesas. La fachada principal, con puerta en arco de medio punto, con clave enconchada y con una hoja, los capiteles toscanos.

El vano fue embellecido por dos depuradas columnas por costado, entre ellas, nichos enconchados. Las labradas columnas con bizarros angelitos en sus basas, con floridas alas, las puntas adentro de sus bocas, pilastras estípite y capiteles jónicos. El friso animado por variadas hojas en relieve, la cornisa, se quedó dispuesta a recibir la ventana coral y el adosado campanario se suspendió en el desplante del primer cuerpo.

Vimos una pequeña ventana con sobrio marco de cantera y arriba de la puerta de la sacristía (que fue tapada), un fantástico nicho enconchado, a un costado se asoman dos gárgolas en forma de felinos, apoyadas en capiteles dóricos. Una alta ventana vertical y con bonito marco se asoma a un añoso mezquite.  En el siglo XVI, Tepec fue alcaldía mayor y se le otorgó el título de Real y Minas hasta mediados del siglo XVIII, en que pasó a Bolaños.     

LO BÁSICO

Para visitar

Tepec tiene un clima árido y extremo, con una temperatura media de 27 grados, por lo que se recomienda a sus visitantes asistir bien hidratados.