Jueves, 09 de Octubre 2025
Suplementos | Sus habitantes conservan con orgullo sus tradiciones, una curiosa mezcla de culturas

Taquile, una isla que aún vive en el siglo XVI

Sus habitantes conservan con orgullo sus tradiciones, una curiosa mezcla de cultura precolombina e hispana

Por: EL INFORMADOR

Tradición. Con su chullo blanco que acredita su soltería este taquileño se afana en su tejido de cinco agujas. EL INFORMADOR / P. Fernández

Tradición. Con su chullo blanco que acredita su soltería este taquileño se afana en su tejido de cinco agujas. EL INFORMADOR / P. Fernández

GUADALAJARA, JALISCO (28/JUN/2015).- Como si naciera de las aguas azules del Lago Titicaca allá en las aturas andinas del Perú, la pequeña y antiquísima Isla de Taquile (Intica, su nombre original en quechua) debe de haber sido un pico más de las altísimas montañas que en épocas remotas en medio de grandes cataclismos surgieron del mar; más tarde, cuando se llenó de agua esta enorme olla, fue que nació el enorme y profundo lago.

Taquile, elegante, soberbia y casi vertical, se eleva unos 140 metros sobre el lago. Si agregamos a esto los  tres mil 950 metros a los que ya se encuentra el lago, realizaremos que a ello se debe el clima bastante fresco de que goza durante todo el año, así como la claridad de su atmósfera y la belleza de sus paisajes.
Bien trazados caminos peatonales de piedra volcánica transcurren entre las cuidadas terrazas de cultivo que parecen sobreponerse unas más arriba que las otras, repletas de cultivos de papa, quinoa, habas, ejotes  y vegetales de consumo diario, que son cultivados a mano, ayudados por unas curiosas herramientas manuales y artesanales hechas con ramas escogidas por su forma, a las que adaptan una cuchilla de metal en el extremo para, empujando con un pié del lado izquierdo y una mano sabedora en el derecho, cavar uno por uno los agujeritos que recogerán a las semillas. 

Un poco más de 2 mil 200, que digo personas, verdaderos personajes, son los que tienen la suerte de vivir en esa pequeña montaña empinada que surge de las aguas. De hecho las leyendas dicen que fue de ahí de donde emergieron Manco Capac y Mama Ocllo, para llegar a fundar el gran imperio Inca que todos conocemos.

A tan solo 35 kilómetros de la ciudad de Puno en la orilla peruana del lago, la vida de estos personajes, en la actualidad sigue transcurriendo tal como lo hacía en el siglo XVI cuando el famoso Carlos V —que ni siquiera hablaba bien el español— tuvo a bien “ceder los derechos de la isla” a un tal Rodrigo de Taquile (de ahí su nombre) quien al tiempo de tomar posesión, obligó a sus habitantes a adoptar hábitos y costumbres de las lejanas tierras catalanas, y vestir a su usanza (para él venderles los atuendos permitidos).

Estas costumbres penetraron tan profundamente en la esencia de estas gentes, que los mismos pantalones que a la fecha visten los hombres son irremediablemente negros, rematados con una impecable camisa blanca con bordados, que es fajada con una cinta roja decorada que misteriosamente oculta la romántica “faja fuerte”  tejida… ¡nada menos que con algodón y pelo de la mujer amada! Un elegante chaquetín corto y negro que cubre la camisa, hace resaltar al clásico chullo (gorro) tejido de vistosos colores rojos, que si está rematado por una larga cola blanca que cae sobre los hombros con una vistosa borla, significa que es soltero; pero si está totalmente decorada con tejidos rojos y negros… el Don ya está casado.

 Los bellos tejidos de Taquile, han sido catalogados por la UNESCO como patrimonio cultural de la humanidad; y curiosamente su confección está ¡a cargo de los hombres! quienes orgullosamente pasan todo el día tejiendo “en redondo” con una singular técnica de cinco agujas, mientras platican, caminan y discuten en el taller, en la plaza, en público o en privado, sin dejar ni por un momento sus tejidos que claro… poco a poco van creciendo.

Estas vistosas vestimentas “del diario” solo las  cambian por ropa de trabajo cuando se dedican a la siembra o cultivo de las viejas terrazas construidas siglos antes en los terrenos casi verticales de la isla.

Las mujeres invariablemente visten faldas negras que ocultan las múltiples enaguas de vistosos colores bajo ellas. Una camisa blanca igualmente bordada y un mantón negro a manera de rebozo, es lo que usan para cubrirse del penetrante sol de esas alturas, o del frío que suele ser igualmente intenso. La luz eléctrica solo surge ocasionalmente de algunos escasos paneles solares; velas y quinqués es lo que es del uso diario. Esto me recordó aquella frase que dice que… “el progreso es la  forma actual de complicar las cosas”.

Aunque la pesca, los tejidos y la agricultura son la base de su sustento, el turismo —que afortunadamente está siendo muy bien manejado y dosificado— está llegando a formar una buena parte de la economía taquileña.

Taquile es un “garbanzo de a libra” para  incluirla —siendo respetuosos de sus costumbres— en algún exótico programa de nuestros futuros viajes por América del Sur.    

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