Tapatiez: Llegó el descanso de las Lady Vagonetas

Es cierto: las vacaciones de verano les dan gusto hasta a los que hace años que no van a la primaria, secundaria, preparatoria o centro universitario. Especialmente a los que viven cerca de uno de estos sitios o tienen que circular cerca de ellos para llegar a su destino.

Independientemente de que se tome la iniciativa de visitar un sitio fuera de la ciudad o no, lo que sucede –o deja de suceder- dentro de Guadalajara, se nota apenas al primer día de de vagaciones.

En periodo activo hay ciertas horas, por más temprano que sea, en las que es imposible transitar ya sea en auto o a pie debido a las interminables filas conformadas por mamás a bordo sus vagonetas -el auto por antonomasia de las jefas de familia confinadas a la buena crianza- que llevan a sus retoños a sus respectivos recintos estudiantiles.

El viacrucis da inicio apenas despunta la mañana, cuando se acercan las 7:00 horas o las 8:00, dependiendo de la hora de ingreso de los hijos.
Mientras unos corren presurosos para no perder el bono de puntualidad de su empleo, a ellas lo único que les ocupa en esos momentos es cuestionar a los niños si llevan consigo su respectivo refrigerio y luego esperarse –a bordo del auto, claro está- hasta que la figura del o los críos se desvanezca detrás del vano de la puerta escolar. De cinco a 10 minutos dura este proceso... Adiós a las resaltas del fin de mes.

La llegada del verano se siente en los trabajadores que registran su horario de entrada como un respiro en el tránsito que sabe a puntualidad; en los vecindarios aledaños a alguna primaria en la no presencia de madres obstinadas al volante; en los que usan el transporte público -por ahí del medio día o acercándose la noche- en una bendita ausencia de sujetitos de secundaria uniformados que huelen a mochila –todos sabemos los componentes de esa aroma- y comen churritos con chile y frutsis durante el camino; y en los propietarios de negocios dedicados a la venta de alcohol a preparatorianos y universitarios en una baja en sus ingresos que se prolonga dos largos y tremebundos meses.

Las calles de Guadalajara saben a movilidad en el verano, a lluvias con movilidad, por más contradictoria que parezca la acepción.