Suplementos | Un paisaje rocoso digno de admirar y de adentrarse en un sinfín de historias Sierra los Cardos Un paisaje rocoso digno de admirar y de adentrarse en un sinfín de historias Por: EL INFORMADOR 3 de noviembre de 2013 - 01:25 hs Monumental. La sierra y sus entresijos, cuevas y piedras gigantes para admirar y conocer. / GUADALAJARA, JALISCO (03/NOV/2013).- Al oeste de Jerez se localiza la bella Sierra los Cardos, llamada tal, por la abundancia de cardos que florecen en esa sierra, que la conforman hermosas elevaciones de cerros y de mesas, que se contrastan para embellecer el sitio. Los cerros fueron nombrados: La Culebra, La Cruz, El Águila, La Campana, El Carrizal, Las Cabras, Las Palomas, El Cochino, Las Urracas, Banco de Lobos, El Orégano, El Chacuaco, El Jomate, El Picacho y La Aguililla, con dos mil 800 metros de altura. Y las mesas: Los Cojos, De los Engaños, De los Encinos y Alta. Las sierras vecinas son: al poniente, Los Álamos y al norte, Las Candelas. En algunas gargantas canturrean los siguientes arroyos: Las Lajas, Cerro Blanco, Los Sauces, Ojo de Agua, Eustaquio, Las Cañadas, Potrerillos, Las Hiedras, Los Alamillos y El Venado. Aguas que llenan la Presa el Cargadero, después de la compuerta el río toma su nombre, nombre del poblado río abajo. Luego de saborear una rica barbacoa en nuestro hotel (Jardín), nos encaminamos por la carretera a Fresnillo, camino que fue ascendiendo y nos fue acercando al escultural horizonte de la sierra, tanto a diestra como a siniestra. Al acercarnos a El Cargadero, apreciamos el majestuoso Picacho, de bonitas paredes, con pliegues verticales, después vimos su presa y el arroyo Eustaquio, que la alimentaba, serpenteando con gracia por una cañada arenosa, al fondo se dejaba ver la cautivadora Mesa Alta, rocosa casi en su totalidad, con preciosos picos salientes. Nuestra emoción empezó a palpitar. Cuesta arriba vimos una pequeña explanada, donde no dudamos en detenernos, más que explanada era todo un mirador, al este, admiramos una serie de piedras verticales, esbeltas y onduladas en sus paredes. Afortunadamente, en ese momento pasaba por una vereda, Gabriel Suárez, quien nos dijo el nombre de esas piedras y de otras que nos rodeaban. Las rocas que estábamos contemplando se llaman “Dientes”, donde Gabriel nos hizo notar una pequeña cueva o caríe. A las piedras de atrás, que son de similar forma, pero gruesas, se nombraron “Muelas”. Al oeste, observamos las “Piedras Amarillas” y la “Piedra Laja”, que se delatan solas, después nos señaló la “Piedra Jomate”, que ubica a su cerro de similar nombre. Continuamos nuestro andar, pasamos el crucero a “El Manantial” y seguimos mirando la Mesa Alta, con sus bellas formaciones, en un buen punto nos detuvimos a mirarlas, laderas de piedras paradas, conjunto de atractivos grupos. Posteriormente regresamos al crucero, para adentrarnos a la espectacular sierra por un camino de tierra, al subir entre coníferas vimos algunas cabañas del Centro Ecológico el Manantial, que ofrece tirolesas y senderismo (elmanantial_jerez@hotmail.com), las esculturas rocosas no dejaron de asombrarnos. Miramos un gran paredón rocoso, vertical y casi a nivel en todo su claro, parecía una fortaleza y del otro lado apreciamos una cresta rocosa, fraccionada por cortes verticales, algunos árboles diferenciaban su textura, lisa y con musgo, del lado izquierdo había otras crestas, pero ondulantes en sus niveles, subían y bajaban con garbo. Fuimos encantados por esas crestas graníticas, con salientes y vistosas puntas, que le daban movimiento hechizante. Fabulosos e inolvidables parajes rocosos. Luis Miguel Berumen comentó sobre un jerezano que presenció la Cristeada: “A veces andábamos por acá con las gentes de Sabino Salas, del Chiquigüite, que se paseaba como si nada por toda la sierra de los Cardos. Ese Sabino era muy ladino, y nomás no le ganaron una… Pasando Los Cardos, ya con rumbo a la Cueva Blanca, me encontré con tropas de Sabino… Estuve varios días con ellos. Y fui testigo de cómo guardaron muchas armas y dinero en unas cuevas grandes que están en un reliz por el rumbo de un cerro muy alto y escabroso, desde donde se podía ver en la lejanía a Jerez. Creo es el cerro del Orégano… Sabino sí tenía muchas armas, pero las supo guardar antes en las cuevas de los Cardos pá’ lo que se ofreciera más adelante”. Temas Pasaporte Lee También Un viaje por el tiempo en Cuitzeo, Michoacán Abrazo otoñal en la Riviera Nayarit Pasaporte: la vocación de contar el mundo Cuatro imperdibles para tu primera visita a Madrid Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones