Miércoles, 18 de Junio 2025
Suplementos | Cada uno de ellos tomó la decisión de seguir a Jesús, aprendiendo cada día de la manera de hablar y vivir de su rabino

Seguir a Jesús para toda la vida

San Marcos nos comenta que un día Jesús pasaba junto al lago de Galilea, y vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando su red en el lago...

Por: EL INFORMADOR


    San Marcos nos comenta que un día Jesús pasaba junto al lago de Galilea, y vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando su red en el lago. Jesús les dijo: “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres”. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Lo mismo sucedió un poco después con Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo.
    Es interesante notar que estos cuatro hombres del relato se dedicaban a la pesca, debido a que éste era el negocio familiar. Así funcionaba la cultura judía de aquellos tiempos: los hijos aprendían el oficio de su padre, y casi siempre seguían con el negocio familiar cuando, por edad o por enfermedad, su padre ya no podía realizarlo. Con toda seguridad los padres de Pedro y Andrés, y de Santiago y Juan, se habían dedicado a la pesca por muchas generaciones. Ese era su destino.
    Jesús en cambio, se dedicaba a la carpintería. Siguiendo la misma tradición de los demás jóvenes judíos, había aprendido el arte de trabajar la madera en el taller de José. Ese debía ser su destino.
    Sin embargo, en un momento de su vida (cuando tenía 30 años), Jesús cambió su rumbo, dejó la carpintería y se dedicó a enseñar a la gente acerca de la Ley de Dios. Este tipo de trabajo los hacían los llamados “Maestros de la Ley” o “Rabinos”. Los rabinos del tiempo de Jesús eran personas que habían dejado la vocación que heredaron de sus padres, para abrazar un nuevo destino: enseñar a la gente acerca de Dios.
    Un rabino no sólo enseñaba a la gente, sino que también se dedicaba a descubrir entre la gente que los oía, a aquellos que tuvieran la cualidad para convertirse en sus discípulos. No cualquiera podía ser un discípulo, sino sólo aquel que era seleccionado personalmente por el rabino. Cuando un joven escuchaba la invitación de un rabino, debía decidir inmediatamente si aceptaba o no este llamado; si el joven no aceptaba este llamado, simplemente seguía escuchando al rabino, pero no dejaba su trabajo, ni su casa, ni su familia; en cambio si el joven aceptaba la invitación del rabino, a partir de ese momento cambiaba su destino: si había sido pescador, nunca más volvería a serlo, sino que el resto de su vida se dedicaría a aprender y luego a enseñar lo que su maestro le hubiere mostrado.
    Por eso destaca tanto el relato de Marcos de este domingo: estos pescadores entendieron perfectamente que si aceptaban la invitación de Jesús para que lo siguieran, entonces nunca más volverían a ser pescadores (y las pocas veces que Pedro volvió a intentarlo, no pudo pescar cosa alguna en sus fuerzas).
    Cada uno de ellos tomó la decisión de seguir a Jesús, aprendiendo cada día de la manera de hablar y vivir de su rabino; finalmente, cuando Él les envió a hacer lo mismo, ellos se dedicaron a reclutar otros discípulos para que a su vez ellos también la hablaran a la gente acerca de Dios. Es así como el evangelio llegó hasta nuestros días.
    ¿De qué manera te está llamando Jesús el día de hoy? ¿Hay algo que debes dejar porque está estorbando tu capacidad de responder a su invitación?  ¿Estás consciente de que si tomas la decisión de seguirle cambiará definitivamente tu futuro? ¿Estás dispuesto a pagar ese precio? Una cosa es segura: seguir a Jesús es la mejor decisión que podemos tomar en la vida.

                Angel Flores Rivero   
iglefamiliar@hotmail.com

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