Se acabó el atole

GUADALAJARA, JALISCO.- En un puesto de tamales frente a la plaza principal, de una ciudad muy jalisciense, un padre de familia viajero tiene el antojo de unos vasitos de rico atole para compensar el aire frio y el fresco del anochecer. Llega al puesto de tamales y pide 5 vasos de atole y un par de tamales. Con una graciosa sonrisa en la boca, le contesta la amable señorita, fíjese que nomás le puedo vender dos, porque ya se me anda acabando el atole. Y eso qué tiene, respondió el azorado cliente. Con signos evidentes de molestia la señorita responde: pues si se los doy a usted, entonces los siguientes clientes como se van a poder pasar el tamal, sin el atole. Por eso vendemos sólo atole con tamales, si compra dos tamales le doy dos atoles. Pero no más.

Cuando me contaron esta historia no lo podía creer en la lógica del mercado de consumo, pero sí muy claramente comprensible, para los criterios de quien ofrece un producto pensando en el cliente.

Al principio mi amigo se molestó, después lo tomó como una limitación del negocio, y al final recapacitó que una visión así haría más humano y eficiente el mundo de los negocios del turismo.

Pensar en las necesidades del cliente es muy importante, pero también lo es pensar en los que siguen, y en los de al lado, especialmente en los clientes habituales.

Es el mismo caso de los que no te venden todo el producto a un mismo comprador, porque después, qué vendo, es decir que cara le doy a los que vienen después, para que les venda algo que ya no tengo.

Si aplicamos estos mismos principios de atención personalizada, a los grandes prestadores de servicio, equivale a que atender al cliente en turno, implica estar pensando en los demás también, por ejemplo en las colas de pago a la salida de los hoteles. Se trata de pensar en todo el conjunto, no en una sola persona.
Si se acaba usted todo el atole, qué le ofrezco al que sigue.

Hay que estar bien preparados para atender a todos los clientes de la mejor manera.
Hasta la próxima.