Sábado, 21 de Junio 2025
Suplementos | Si Dios le diera a escoger sólo un milagro en su vida, ¿qué escogería usted: ser perdonado, o ser sanado? Piénselo con cuidado

¿Perdón o sanidad?

Imagine que cada vez que usted enfermara, bastara sólo que invocara a Dios para recibir una sanidad, sin importar la clase de enfermedad que tuviera

Por: EL INFORMADOR

    Si Dios le diera a escoger sólo un milagro en su vida, ¿qué escogería usted: ser perdonado, o ser sanado? Piénselo con cuidado. Imagine que cada vez que usted enfermara, bastara sólo que invocara a Dios para recibir una sanidad, sin importar la clase de enfermedad que tuviera; por otro lado, piense que cada vez que ofendiera a Dios, bastara una oración de arrepentimiento y entonces fuera maravillosamente perdonado. ¿Por cuál de los dos milagros se decidiría?
    Creo que la mayoría de las personas nos inclinaríamos más por el hecho de ser sanados. La salud es la base de una vida plena en este mundo, ya que no sirve ser rico, famoso o sabio, si se tiene la limitante de una enfermedad crónica o incapacitante. Pienso que dejaríamos el asunto del perdón para el tiempo final de nuestra vida.
    Mucha gente se acercó a Jesús con el interés de ser sanado de sus enfermedades. En el pasaje de Marcos 2, 1-12 un grupo de amigos deseaba que Jesús ayudara a un hombre quien sufría de invalidez; sin embargo, Jesús atendió primero la necesidad de perdón del hombre y luego su necesidad de salud. De hecho la gente que se encontraba presente en ese lugar, se escandalizó cuando escuchó a Jesús decir que perdonaba los pecados del paralítico.
    ¿Por qué Jesús perdonó primero los pecados del paralítico, y luego lo sanó físicamente? Porque para Dios es más importante la salvación del alma, que es eterna, y no la sanidad del cuerpo, que es temporal. La sanidad de una enfermedad es un milagro maravilloso, pero ese cuerpo irremediablemente envejecerá y morirá, a pesar de haber conocido el poder de Dios; en cambio el perdón de los pecados tiene que ver con el alma de las personas, y esto es eterno. El alma nunca muere, sólo pasa la eternidad en el lugar que escogió mientras estuvo en este planeta.
    Por eso Jesús atendió primero lo más importante: perdonó los pecados del hombre, para que pudiera disfrutar de la salvación eterna, y luego lo sanó, para que pudiera tener una mejor vida mientras estuvo en la tierra. Por cierto, ese cuerpo al que Jesús sanó de invalidez, está convertido en polvo desde hace siglos.
    Cuando Jesús dijo las palabras que sanaron al enfermo, se encargó de dejar en claro que lo iba a sanar para que vieran que tenía potestad en la tierra, para perdonar los pecados de los hombres. Esta era la enseñanza principal: por fin había llegado a la tierra alguien que tenía la autoridad para resolver el problema del pecado de la humanidad. Muchos vinieron antes que Jesús e hicieron toda clase de milagros: sanaron enfermos, proveyeron comida a miles, partieron el mar en dos, detuvieron el sol, e incluso resucitaron muertos, pero ninguno, absolutamente ninguno de ellos, declaró que podía perdonar pecados. De hecho, muchos de ellos necesitaron en diversas ocasiones ser perdonados por Dios.
    Pero cuando Jesús apareció, su ministerio más importante no fue el de hacer milagros, sino el de perdonar pecados y así deshacer las obras del diablo. ¿Cómo podemos saber que efectivamente los pecados de la gente eran perdonados? No sólo por el testimonio de Jesús, sino por el testimonio de las vidas transformadas de aquellos que recibieron el perdón: Zaqueo dejó de ser un estafador, la mujer de Samaria dejó de ser polígama y promiscua, Pedro dejó de ser un pecador consuetudinario, Mateo dejó de ser un materialista, Pablo dejó de ser un perseguidor de cristianos, Jairo dejó de ser un religioso, y muchos otros cambiaron una vana manera de vivir por una vida en abundancia.
    Así que nuevamente le pregunto: ¿por qué no buscar el perdón de Dios cada día? Al fin y al cabo Él no nos limita a escoger sólo una cosa u otra, sino que nos ofrece todo en abundancia, pero lo primero siempre será lo primero.


Angel Flores Rivero
iglefamiliar@hotmail.com

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