Suplementos | Guanajuato Paseos con sabor Pénjamo, para disfrutar las delicias del campo Tequila, cuatrimotos, elotes, historia y una zona arqueológica, son parte de lo que este pueblo obsequia al viajero Por: EL INFORMADOR 8 de abril de 2012 - 02:10 hs El cielo tiene un azul brillante con algunas nubes deambulando por ahí, pero afortunadamente aquí casi no llueve. / GUANAJUATO (08/ABR/2012).- Después de dar vuelta a la derecha sobre la carretera federal Irapuato-La Piedad, un pequeño camino de subida y un letrero verde como el de todas las autopistas del país anuncia la llegada a la zona arqueológica de Plazuelas en el municipio de Pénjamo. El cielo tiene un azul brillante con algunas nubes deambulando por ahí, pero afortunadamente aquí casi no llueve y el clima siempre es “templado y rico”, dicen nuestras guías Rusbeth y Lily al darnos la bienvenida. El tour ya está armado y parece que este sitio, además de ser cuna de Miguel Hidalgo, es todo un estuche de monerías. Dedicado a la agricultura y ganadería principalmente, en la actualidad ha obtenido fama como una región importante de Guanajuato por su producción de tequila. El desayuno está listo y no lo hacemos esperar. Ya con el estómago lleno nos dirigimos a una pequeña colina de donde nacen estas ruinas poco conocidas. La zona arqueológica, apenas descubierta en 1982, cuenta con un amplío desarrollo arquitectónico diseñado entre los años 600 y 900 de nuestra era, por un mezcla de etnias de la región. La ciudad está conformada por cinco edificios distribuidos sobre tres laderas que separan dos cañadas, en los alrededores se pueden apreciar varios glifos sobre las rocas. La historia del recinto se nos amplía con un museo donde se exhiben herramientas, ofrendas, figuras de jade y turquesa. Daniel, nuestro pequeño guía, forma parte de los niños penjamenses encargados de las explicaciones y recorridos en este lugar. El museo y la zona están abiertos de martes a domingo (costo 20 pesos por persona). Con sabor de agave Cerca de la estación de tren Corralejo, un portón se abre para dejar ver el casco viejo de la antigua hacienda fundada en 1565 y que desde 1996 alberga a la afamada tequilera. Su decorado artesanal en las ventanas, formado por botellas, capta nuestra atención. Tras deleitar la pupila, un olor casi embriagante combinado con alcohol y madera nos da la bienvenida. Es la fragancia del tequila en reposo, resguardado en cientos de barricas de roble blanco antes de ser comercializado. Seguimos nuestro camino por los patios de la antigua casona que ahora son ocupados por cientos de piñas de agave que se preparan para ser cocidas y así iniciar el proceso del tequila. Los hornos y destilerías también han tomado los viejos cuartos por donde a diario circulan cientos de personas entre trabajadores tequileros y visitantes. Entre el ligero destello azul que se cuela en los techos de las cavas, este lugar alberga también un museo con una colección de tres mil botellas de vinos y licores de todo el mundo, así como antigüedades y una réplica de una tienda de raya con productos comercializados en la antigua hacienda. Paisajes en cuatro ruedas El ruido del motor de las cuatrimotos rompe con el silencio matutino de las pequeñas calles que nos dirigen a lo alto de la sierra. Estamos listos para iniciar la travesía. Un pequeño lunch es lo necesario para aguantar el hambre, nos aseguran Rusbeth y Lily. Casco, gafas y un paliacate sirven para evitar que la tierra empanice nuestros rostros, durante el paseo de más de cinco horas. En fila avanzamos por barrancos y caminos rodeados de mezquites y ahuehuetes que crecen entre nopales y uno que otro agave. Durante la subida se pueden observar algunas cuevas que fueron utilizadas por los Cristeros para refugiarse durante la persecución a finales de los 20. Al final llegamos a un mirador, en lo más alto de la sierra, donde tomamos un descanso para admirar la naturaleza y relajarnos. El viaje termina en San Miguel de Buenavista mejor conocido como Rancho Peña. Aquí nos aguarda un tractor que nos lleva a recorrer los cultivos de maíz y calabaza. El paseo se torna más emocionante y divertido con refrescantes cantaritos de tequila mientras la máquina atraviesa los húmedos campos desde donde apreciamos la diferencia entre los campos marrones del sorgo, con los del maíz. Este rancho tiene además un estanque donde se pueden pescar tilapias y truchas para la hora de la comida. La aventura campirana está por terminar y qué mejor que con música y comida. Docenas de elotes arden en las brasas de una fogata, unas gotitas de limón y poco de chile piquín son los condimentos perfectos. Para ver cómo el sol se guarda y los grillos comienzan su concierto nocturno. PARA SABERAlgunas opciones * Dónde comer Libélulas Cafetería & Crepería. Juárez 56, Centro. Especialidad: crepa Sinaloa con camarones y chipotle. Consumo promedio: 100 pesos por persona. * Dónde dormir Real de Piedra. Habitación doble desde 500 pesos la noche con desayuno incluido. “www.realdepiedra.com” Temas Pasaporte Lee También Zacatecas y La Antigua: Viaje a dos joyas históricas de México El arte de saborear Nayarit Un viaje por el tiempo en Cuitzeo, Michoacán Abrazo otoñal en la Riviera Nayarit Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones