Domingo, 15 de Junio 2025
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Oración y meditación, medios para una vida sana

Dentro de las nuevas ciencias se encuentra una muy particular: la Neuroteología, que promete descubrimientos asombrosos

Por: EL INFORMADOR

Segunda parte

      La ciencia no es un simple conjunto de conocimientos estáticos completados hace muchos años, sino que se concibe como un proceso por el cual el hombre se relaciona con su entorno y se proporcionan las bases para el desarrollo tecnológico.
     En la primera parte de esta concepción, la relación del hombre con su entorno, se incluyen no nada más la física, la química, la biología y las  matemáticas, sino también la sociología, la economía y nada menos que la teología. Como proceso, vemos emerger nuevas disciplinas como la Genómica y la Nanociencia, que conjugan conocimientos de física, química, biología y computación aplicados de diferente manera, con lo que se obtienen nuevos y más avanzados conocimientos.
     Dentro de las nuevas ciencias se encuentra una muy particular: la Neuroteología, que promete descubrimientos asombrosos. Desarrollada con base en las últimas tecnologías con las que es posible explorar la actividad del cerebro en pleno funcionamiento, se ha demostrado, por ejemplo, que la meditación y la oración pueden modificar la estructura del cerebro, con lo que puede mejorarse su capacidad para resistir enfermedades y anular o revertir eficazmente algunos procesos degenerativos propios de la edad.
      El origen de la Neuroteología se encuentra en los trabajos de Herbert Benson, un cardiólogo de la Escuela de Medicina de Harvard, quien ha estudiado el papel que juega el sistema nervioso central –en particular el cerebro– en los procesos de enfermedades humanas. Dos de los más significativos hallazgos de Benson fueron:  primero, que el sistema de respuesta al estrés involucra a todo el sistema nervioso, y segundo, que la meditación ayuda a relajar al sistema nervioso, a disminuir la presión arterial, a mejorar la salud del corazón y a prolongar la vida.
       Sus estudios duraron varios años, al cabo de los cuales pudo diferenciar entre los resultados obtenidos por la práctica de la meditación como simple vehículo para conseguir mejoría física y mental, como en el caso de la meditación agnóstica o médica, y los de la meditación como una forma de oración. Tales resultados mostraron que la segunda traía mayores beneficios. Esto es, la creencia en Dios, que lleva a la práctica de la oración con fe verdadera, estimula en mayor grado al sistema nervioso, lo que se manifiesta por una más prolongada y más profunda sensación de paz interior y felicidad.
      En 2001 aparecieron los resultados de un trabajo de investigación realizado por los científicos Newberg, D’Aquili y Rouse, quienes estudiaron a monjes tibetanos y a frailes franciscanos mientras oraban. Con una serie de electrodos conectados a diferentes áreas del cerebro, los investigadores obtuvieron imágenes que mostraban que, en el clímax de la oración-meditación, los cerebros de ambos grupos orantes recibían un mayor flujo sanguíneo en las áreas relacionadas con la atención y uno menor en las áreas que conectan el pensamiento subjetivo con el cuerpo; en otras palabras, en las áreas que conectan la mente con el cuerpo.
      Por otro lado, Mario Beauregard y Vincent Paquette, de la Universidad de Montreal, encontraron resultados similares en estudios realizados con monjas de la Orden Carmelita, de quienes hallaron que la experiencia mística activa una compleja red neuronal distribuida por todo el cerebro.
     De esto se puede concluir que los estados fisiológicos de experiencias religiosas profundas producen cambios bioquímicos que, a mediano plazo, inducen cambios anatómicos y funcionales en el cerebro, lo que se corrobora por mediciones realizadas sobre el grosor de la corteza cerebral de los participantes en los experimentos. Manifestaciones observables de ello son la serenidad característica de muchos sacerdotes y monjas, su paz interior y la consecuente ausencia de estrés. Lo más interesante de los datos experimentales obtenidos, es que éstos sugieren que el cultivo de la compasión y la bondad se aprende por entrenamiento mental, del miso modo que se aprende a tocar un instrumento musical o a dominar un deporte.         
     Orar con fe es, pues, uno de los medios con mayores probabilidades de llevar una vida sana y saludable. Mo es casualidad que en el Catecismo de la Iglesia Católica (2708) se afirme que la meditación “hace intervenir al pensamiento, la imaginación, la emoción y el deseo”, con lo que finalmente se llega a la conversión. Los descubrimientos científicos le otorgan toda la razón. Que el señor nos bendiga y nos guarde.

Antonio Lara Barragán Gómez OFS
Escuela de Ingeniería Industrial
Universidad Panamericana
Campus Guadalajara
alara(arroba)up.edu.mx

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