Suplementos | Naturaleza latente Nahá y Metzabok, un pedacito de Chiapas En la Selva Lacandona se encuentra esta región, en la que se demustra que la armonía entre flora, fauna y humanos es posible Por: EL INFORMADOR 22 de agosto de 2010 - 01:21 hs Los paisajes naturales de Nahá y Metzabok son un regalo de la Selva Lacandona. ESPECIAL / GUADALAJARA, JALISCO (22/AGO/2010).- Cualquier viajero que goce al recorrer los rincones naturales y zonas arqueológicas de México donde la antigua cultura maya dejó su huella -que, vale decir, perdura firme a través del tiempo-, debe conocer un lugar por demás rico en naturaleza e historia que se mantiene resguardado por la flora y fauna propias de la Selva Lacandona. Misteriosa, hermosa y llena de sorpresas, la región de Nahá y Metzabok se ubica en el municipio de Ocosingo que, en náhuatl significa “lugar del señor negro”, en el cálido y tradicional Estado de Chiapas. Un lugar idóneo para la exploración ecológica, histórica y de aventura. Nahá y Metzabok conforman una de las reservas naturales mexicanas que han recibido el título de Área Protegida por parte de la UNESCO. Esta se distingue por sus condiciones fisiográficas y de humedad, que favorecen el desarrollo de los ecosistemas que representan un verdadero regalo natural digno de admirar y recorrer para conocer a fondo. La riqueza de sus colores, sus especies animales, el tamaño de sus árboles y el verde intenso de su vegetación, transportan incluso al hombre más moderno y contemporáneo, a un lugar donde fusionado con la naturaleza, la tierra y los ancestros, se respira paz y armonía. Arqueología y vidas del pasado Entre las montañas del Oriente del Estado chiapaneco, Nahá y Metzabok colindan al Norte con el municipio de Palenque, al Este y al Sur con la hermana república de Guatemala, al Suroeste con las Margaritas y al Noroeste con Chilón, Oxchuc, Altamirano y San Juan Cancuc, que conforman la zona arqueológica a su alrededor. Los más de dos mil sitios arqueológicos ubicados en el entorno, representan en la actualidad un fuerte punto de atracción para el turismo cultural, que se concentra en búsqueda de la historia, las leyendas ancestrales y la naturaleza en su más pura expresión. En Ocosingo destacan Yaxchilán, Bonampak, Tonina y Nahá y Metzabok. Pero, como la mayoría de los lugares bañados de historia y culturas prehispánicas, en esta deslumbrante región los grandes cambios se dieron con la llegada de los conquistadores españoles. Antes de la conquista, Ocosingo era un pueblo Tzeltal de gran importancia, adornado por construcciones propias de las culturas mexicanas. Con Fray Pedro de Lorenzo a la cabeza de la expedición, los misioneros se asentaron en el sitio por el año de 1564. Fue entonces cuando, la fusión e incluso el choque de creencias, formas de vida, cultura y gastronomía, comenzaron a formar un legado que hoy se aprecia con formas, hallazgos y una notable riqueza patrimonial histórica que se compone principalmente por la arquitectura de los templos de ambas culturas. La abundante diversidad natural del lugar, es alimentada por una importante red de agua integrada principalmente por los ríos Usumacinta, Lacantún, Jataté, Tzendales, Perlas y Lacanjá, entre otros, y por los lagos Miramar, Ocotal y Lacanjá, que también se pueden disfrutar y recorrer mientras se aprecia la belleza perpetuada de dos mundos. Con la designación de la Zona Lacandona en abril de 1971, la mayoría de las familias Lacandonas que vivían en áreas remotas, fueron puestas bajo la protección de los tres poblados principales de “Lacandones Caribes”, Nahá, Metzabok y Lacanjá Chansaayab. Para finales de los años setenta, las carreteras comenzaron a comunicar a las comunidades y, en la actualidad algunas de ellas ya cuentan con servicios de energía eléctrica. Derivado del acceso en automóvil, que se ha vuelto más fácil, y el alcance del radio y la televisión en el terruño, la penetración externa ha comenzado a invadir su cultura tradicional. Diversidad protegida Como buena región en el corazón de la Selva Lacandona, la fauna de Nahá y Metzabok es rica en especies de todos los géneros. Hay reptiles como la culebra ocotera, la nauyaca de río y la culebra cincuate. También se encuentran mamíferos como la ardilla voladora, jabalí, murciélagos, venado de campo, coyote, jaguar, mapache, ocelote, puerco espín, tamborcillo, tigrillo y venado cabrío, algunos de estos dentro de la lista de especies amenazadas. Resaltan con sus alas en vuelo, las aves que surcan los cielos chiapanecos como el águila arpía, el tucán y la tucaneta. Por último, entre los ríos y lagos, abundan los peces y anfibios que, con su colorida anatomía, adornan las aguas cristalinas. Encontrar diversidad biológica a cada paso, es habitual mientras se recorre la región de Nahá y Metzabok, ya que ahí se encuentran importantes áreas naturales como la reserva de la biosfera Lacan-Tún, el área de protección de flora y fauna Chan-Kin, el monumento natural Yaxchilán y la reserva de la biosfera Montes Azules, ésta última forma parte del Corredor Biológico Mesoamericano (CBM) y, en el pasado -en la época de las grandes culturas de Mesoamérica- resguardó un imponente santuario de flora y fauna conformada por una parte de la zona ecológica protegida para su conservación de Metzabok, así como de la fauna silvestre de Nahá. Por su parte, la flora se distingue por una gran variedad de especies. Árboles de imponentes tamaños, entre los que, principalmente, se destacan el roble, cedro, caoba, chicozapote, hule y la ceiba. TIP DE VIAJE Para recorrer la zona y conocer a fondo su cultura y biodiversidad, existen varios recorridos turísticos que parten de diferentes hoteles como el Hotel Misión en Palenque y el Margarita, el Central y el Agua Azul, en Ocosingo. Paseos independientes a la colonia Lacandona de Nahá, complementan la oferta.Para apreciar las bellezas naturales y el movimiento sutil de las lagunas de Metzabok y Tzibana, está la Cueva El Mirador que en su cima sorprende con una estructura piramidal digna de admirarse al menos, durante unos minutos. PARA SABER Metzabok es la comunidad Lacandona más pequeña y es el lugar que alberga cuevas sagradas con pinturas rupestres. El pueblo comienza a cuatro kilómetros del camino principal a El Tumbo, y en sus entrañas se respira una atmósfera remota y tranquila. Sin embargo, dada su lejanía, limita el acceso a las oportunidades económicas. En el caso de Nahá, la población es menor a 200 personas y se enfrenta constantemente con la presión que ejercen las comunidades de su entorno que, en búsqueda de tierras de cultivo y vivienda, invaden su zona. En el pasado, y antes de la protección del lugar, los invasores lograron derribar algunos de los antiguos árboles venerados por los Lacandones. ¿QUÉ HACER? Campamento ecoturístico Recorridos guiados por habitantes del terruño Visitar el museo comunitario Caminatas por la selva Paseos en cayucos por lagunas Nahà, Ho nahà y la Laguna Amarilla Visitar los sistemas cavernarios Senderismo EN CIFRAS Nahá y Metzabok cuentan con una extensión de 8 mil 617 km², lo que representa un 26.01% de la superficie selvática y un 11.39% de la superficie estatal. EL DATO Aunque la superficie incluida en los decretos de protección es relativamente pequeña, las zonas de Nahá y Metzabok tienen una extraordinaria importancia ecológica gracias a sus lagunas y biodiversidad, que a la fecha, resguarda especies amenazadas o en peligro de extinción como el hocofaisán, el águila arpía, el quetzal y el jaguar. Por si fuera poco, buscando la armonía con la naturaleza, en la zona residen dos de las comunidades más antiguas y tradicionales de los lacandones. Navega: www.laselvadechiapas.com Temas Pasaporte Lee También Un viaje por el tiempo en Cuitzeo, Michoacán Abrazo otoñal en la Riviera Nayarit Pasaporte: la vocación de contar el mundo Cuatro imperdibles para tu primera visita a Madrid Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones