Suplementos | por: eduardo escoto Música clásica ¿Quién compuso a Santa Anna? Por: EL INFORMADOR 12 de diciembre de 2008 - 18:02 hs Uno de los eventos más llamativos que se han llevado a cabo durante la última edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) fue la presentación de la ópera Santa Anna del cubano José María Vitier, objeto de gran expectación a raíz de la elaboración del libreto de esta obra por el laureado escritor mexicano Carlos Fuentes, objeto de incontables reconocimientos a lo largo y ancho del país con motivo de sus 80 años de vida. Esta situación ha dado lugar a un malentendido generalizado, pues ha sido de lo más común que se hable incorrectamente de Santa Anna como “la ópera de Carlos Fuentes”, pareciendo que la música fuese obra suya, cuando hay que recordar que la definición de ópera se refiere a una obra musical con acción dramática y que, por lo tanto, es el compositor quien recibe el crédito de la autoría, como lo atestigua la historia de éste género. Sin embargo, en este caso, incluso en los promocionales radiofónicos que anunciaban la representación de la obra se omitía por completo el nombre del compositor. Aclarando esto, y sin el afán de denostar la figura de Fuentes, resulta conveniente fijar la vista por un momento tanto en la ópera en sí como en la figura de Vitier, para tratar de inclinar un poco la balanza. José María Vitier nació en La Habana, Cuba, en 1954. El hijo del poeta y literato Cintio Vitier inició sus estudios musicales a los ochos años de edad y los continuó posteriormente en el Conservatorio Amadeo Roldán de su ciudad natal. Sus primeras composiciones para cine y diversos proyectos audiovisuales -géneros fundamentales en su labor creativa- datan de 1975. Una de las características principales de su trabajo es la búsqueda de la fusión entre la música formal y la música popular cubana. El resultado es notorio en sus trabajos, que, por cierto, abarcan desde música para piano hasta obras de corte sinfónico. En todos ellos hace gala de una gran versatilidad, que alcanza al combinar, además, géneros como el jazz. Su proyección internacional se dio a gran escala a raíz de la nominación al Oscar de la película Fresa y Chocolate en la que participó como compositor de la música original y continuó cosechando éxitos con sus trabajos en cintas como El elefante y la bicicleta (1994), Salón México (1995) y Cosas que dejé en La Habana (1997). En 1997 compone su Misa cubana, de la cual fueron elegidos algunos fragmentos para ser interpretados durante la ceremonia religiosa oficiada por el Papa Juan Pablo II en su visita a La Habana un año después. En su catalogo de obras destacan, además, el Salmo de las Américas, El cantar del Caballero y su destino, Danzas cubanas para piano y las Canciones para voz, piano y orquesta. Con más de 30 años de trayectoria, es frecuentemente objeto de numerosos reconocimientos y premios, tanto en su país como en el extranjero. Cuando Carlos Fuentes anunció a su agencia que tenía el libreto para una ópera le fueron presentadas varias opciones de compositores para elegir a quién se haría el encargo. El escritor optó por Vitier y juntos comenzaron a trabajar en la definición de los objetivos y el estilo en el que la obra discurriría, llegando pronto al acuerdo de hacer predominar las emociones y establecer una cercanía con el público, todo esto sin perder de vista el hecho de que se trataba el delicado tema del que es quizá el personaje más polémico de la historia de México. El libreto de Fuentes busca profundizar en la personalidad de Santa Anna, yendo más allá de la figura ya aceptada del villano y promoviendo una reflexión en torno a éste. La música indaga también en la tradición y el folklore mexicano -del cual hace uso, particularmente del veracruzano-, buscando combinarlo con el lenguaje impresionista y neo-romántico principalmente, aunque sin dejar de lado un cierto gusto contemporáneo, logrando así una alternancia entre sones, coplas, arias, coros y diálogos hablados. La eficacia de esta mezcla habrá de ser valorada, sobre todo teniendo en cuenta que una experimentación arriesgada no bien manejada puede en ciertos momentos acercar el resultado hacia otros géneros de teatro musical. La ópera está estructurada en dos actos y en su estreno en la Ciudad de México y después en su presentación en Guadalajara tuvo como protagonista a Fernando de la Mora, encarnando a “Su Alteza Serenísima”. Se planea repetir el montaje de la obra el año entrante y también para 2009 se ha anunciado el estreno de la ópera Aura, basada en el libro de Fuentes y cuya música está siendo compuesta por el español José María Sánchez Verdú, ejercicio creativo ya realizado por el compositor mexicano Mario Lavista en 1986. Así que, como se ve, pronto serán tres las “óperas de Carlos Fuentes”. Temas Tapatío Lee También Museo JAPI: Color, juego y abstracción La vida en México comienza en el mar Las Chivas de Gabriel Milito se estrenan con empate ante Tapatío en duelo amistoso Portada: Yordanka Olvera, la chica de la taza Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones