Viernes, 10 de Octubre 2025
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Mexicano gana la rudísima regata alrededor del mundo

Cuando Ramón llegó a inscribirse en la regata, sin pena alguna contestó que aún no tenía barco

Por: EL INFORMADOR

Leyenda. El capitán Ramón Carlín al timón de su nave. EL INFORMADOR / P. Fernández Somellera

Leyenda. El capitán Ramón Carlín al timón de su nave. EL INFORMADOR / P. Fernández Somellera

GUADALAJARA, JALISCO (29/MAY/2016).- Cuando Ramón llegó a Inglaterra para inscribirse en la famosa -y durísima- regata alrededor del mundo que se llevaría llevada a cabo unos meses más tarde, al preguntarle los jueces que cual era su barco y que características tenía… ante el desconcierto de las conspicuas autoridades navales, sin pena alguna contestó con franqueza…

-¡No todavía no tengo el barco, pero lo tendré para cuando sea la regata…!

(Solo un mexicano puede hacer un desplante como ese ante las flemáticas autoridades inglesas. ¡Bien aiga por nuestra idiosincrasia nacional!)

-Mi barco está terminándose de construir en los astilleros de Finlandia- agregó; -no se preocupen… llegará a tiempo para zarpar a la hora precisa- afirmó Ramón con aire seguro.

-Es un hermoso Swan 65 que se llamará el “Sayula II”, en honor al pueblo donde nació Paquita mi esposa: ya lo verán en unos meses más- dijo mientras depositaba su inscripción ante el azoro de los flemáticos británicos.

Tanto la prensa como los mismos competidores, de inmediato comenzaron a hacer chacota con sus simplones chascarrillos ingleses, y publicaciones supuestamente graciosas en donde se caricaturizaba a los mexicanos, con guaraches y sombrero ancho: unos acostados en una hamaca con su botella de tequila en la mano, y otros dando vueltas por el barco sin saber que hacer con las riatas (cuerdas pues) de las velas.

-Ey… Órale…  Digan lo que quieran… Ya nos veremos allá afuera en el mar- pensó para sus adentros el empresario Ramón Carlín, nacido en 1923, quien había comenzado su vida comercial vendiendo lavadoras de casa en casa, y con su esfuerzo y tenacidad había logrado hacer gran un emporio en el ramo de los electrodomésticos que le daba la posibilidad de llevar sus sueños a la realidad.

En esta ocasión, lo que tendría que enfrentar serían los los peligros que implicaba esta difícil regata alrededor del mundo, a bordo de un barco nuevo y con una tripulación cuyos miembros escasamente se conocían.

 Ramón como Capitán, tres americanos, un holandés, un australiano, Enrique su hijo, dos sobrinos, un pariente lejano apellidado Orenday, y la admirable Paquita, su esposa (que haría como cocinera al menos en la primera etapa) era el sui géneris coctel humano que conduciría el buque alrededor del mundo cruzando los mares más violentos del planeta.

  Vino a mi mente la frase de Mijail Bakunin que dice “En la búsqueda de lo imposible los hombres han logrado lo posible, y los que sabiamente se han limitado a lo que creyeron posible… ¡Jamás han dado un paso adelante…!”

Inglaterra, sin embargo, sintiéndose (como siempre) reina de los mares y sabedora que su triunfo era “pan comido”, seleccionó a cuatro excelsas tripulaciones en quienes invirtió casi tres millones de dólares (¿o de libras? no me acuerdo) sabedora de su seguro triunfo.  

 El día 8 de septiembre del 1973 el Sayula II llegó puntual impávido y elegante a la línea de salida, junto con los 17 elegantes barcos participantes en la famosa competencia.

En esos tiempos la regata era de tan sólo cuatro etapas con el mismo recorrido; y se llamaba “Whitbread Around the World” que era todavía más dura que la “Volvo Ocean Race” actual, ahora de seis “cómodas” etapas que con grandes expectativas se celebra cada tres años con altísimos costos físicos y económicos.

En este caso, la primera etapa fue desde Portsmouth Inglaterra hasta Ciudad del Cabo en la punta más al sur del continente africano, pasando por el temido Cabo de Tormentas de Bartolomeu Días, a quien Juan II de Portugal ordenó cambiar su nombre a Cabo de Buena Esperanza para no desanimar a los navegantes futuros. El Sayula II logró hacer esta etapa en 44 días, 250 latas de cerveza, y unas 6 botellas de vino al día. Ramón se extremaba por tener confortable a su tripulación, disgustándole que hubieran quedado 11 latas de caviar aún sin abrir. Paquita fue la excelente cocinera que -con fuertes reclamos para el capitán- desertó en el mismo instante en que llegaron a Cabo.

La segunda etapa fue de Ciudad el Cabo a Sidney en Australia, cruzando por mares gélidos tachonados de icebergs y vientos enrachados que provocaron una enorme ola de casi 12 metros de altura, al darles casi la maroma entera, hubieran estado a punto de zozobrar. Tratando de escapar de esas terribles tempestades, Ramón tomó un curso diferente al que había sido trazado, siendo el primero en llegar con un amplio margen de ventaja.

La tercera fue la “cortita”: desde Sidney por todo el Pacífico, hasta doblar el Cabo de Hornos en América del Sur (nada facilito) para llegar hasta el jacarandoso Río de Janeiro en donde, habiendo tomado un poco de “oxígeno” inmediatamente la emprendieron hasta…

Su destino final y cuarta etapa, de nuevo en Portsmouth, a donde llegaron a los 155 días y 9 horas de navegación, a los que… habiendo aplicado los jueces el hándicap correspondiente, dado el tamaño y tipo de embarcación, su tiempo quedó en tan solo 133 días. O sea… ¡una ventaja de más de dos días antes del segundo lugar!

Las celebraciones no se hicieron esperar; y las caricaturas y los chascarrillos flemáticos, les fueron servidos a los ingleses como botana enchilosa en los banquetes. Ramón Carlín era ahora aquel mexicano de guaraches y sombrero ancho que había ganado la famosa e  intrépida regata “inglesa”.

La Reina Isabel, alguna vez estando en México, pidió que invitaran al banquete al hombre que había derrotado a sus cuatro barcos que tanto le habían costado. En esa ocasión, nuestro admirado Ramón Carlín tuvo el gusto de festejar -por segunda vez- su triunfo, ahora ante la realeza misma de sus competidores.

En los primeros días de este mes de mayo, a sus 92 años, nuestro admirado Ramón Carlín ha emprendido una nueva ruta para navegar por otros mares y en otros cielos...

¡Buena mar mí querido capitán…!

pfs@telmexmail.com

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