Suplementos | Cristóbal Durán Más de un siglo sin Mariano de la Bárcena Un paseo por la vida Mariano de la Bárcena Por: EL INFORMADOR 3 de abril de 2009 - 21:49 hs Una de las calles de esta ciudad lleva el nombre de Mariano de la Bárcena, que en algunas placas el apellido erróneamente está escrito en plural, e incluso sin “de la”. Tal nombre de esta arteria es un breve homenaje a uno de los científicos jaliscienses más importantes del siglo XIX, de esos que al recordarlo nos llena de orgullo. Mariano Santiago de Jesús de la Bárcena y Ramos nació en Ameca, Jalisco, entre el 22 y 25 de junio de 1842, justo cuando el país se rebatía en una batalla intestina por determinar qué grupo político gobernaría la nueva nación independiente. El artista fue poco a poco escondiéndose tras el científico que emergía de manera sorprendente, aunque, en realidad, sin abandonar nunca el espíritu propio de los artistas creadores. Fue precisamente en aquella estancia en la Ciudad de México -“obligada”, dirían algunos- donde al parecer, descubrió su vocación científica. En octubre de 1869 ingresó como socio de número a la Sociedad Filomática Mexicana. En 1872 se inició en la docencia sustituyendo a Antonio del Castillo, su ex maestro. En ese año la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística lo nombró socio honorario; con ello inició una serie de investigaciones que le hicieron ganador de varios premios, uno de los más importantes fue dedicado al explorador y científico escocés, David Livingstone, y recibió la medalla de oro de manos del Presidente, Sebastián Lerdo de Tejada, en 1874. Era ya un reconocido personaje en el mundo de la ciencia; le fue encomendada la creación de un Observatorio Meteorológico (1877). Sin duda una de sus obras más importantes y varias veces premiada, fue la Exposición de las Clases Productoras de Jalisco, así como su Descripción de Guadalajara en 1880. Escribió un sinfín de libros y artículos sobre ciencia que le dieron especial renombre; en 1882, “el año del gran cometa”, contrajo nupcias con Soledad de los Ríos. También participó en el mundo de la política y fue gobernador de Jalisco en tres ocasiones en sustitución de Ramón Corona; la última ocasión lo relevó tras ser asesinado, en 1889. Premios los tuvo hasta el hartazgo, incluso el rey de España, Alfonso XIII, lo nombró “Comendador de la Real Orden de Isabel la Católica”, en 1895. A su amigo, el abogado Luis Gutiérrez Otero, le dictó su propio epitafio: “Aquí reposan los restos del naturalista Mariano de la Bárcena. Dedicó su vida al estudio de la naturaleza, porque allí podía admirar la sabiduría de Dios”, el cual se conoció el 10 de abril de 1899, cuando cerró sus ojos para siempre y fue sepultado en el Panteón Español de la Ciudad de México. Temas Tapatío Lee También Museo JAPI: Color, juego y abstracción La vida en México comienza en el mar Las Chivas de Gabriel Milito se estrenan con empate ante Tapatío en duelo amistoso Portada: Yordanka Olvera, la chica de la taza Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones