Suplementos | La vida al lado de una cancha de basquetbol que también sirve como bar sin reglamento Malos vecinos La vida diaria al lado de una cancha de basquetbol que también sirve como bar sin reglamento Por: EL INFORMADOR 22 de junio de 2014 - 00:12 hs Cero empatía. Las calles de esta ciudad están plagadas de malos vecinos; muchos automovilistas se apoderan de banquetas. / GUADALAJARA, JALISCO (21/JUN/2014).- Chateubriand, en sus ''Memorias de Ultratumba'', dijo que los peores vecinos posibles son un gran campanario, un gran río y un gran señor (tomo la cita de un texto de Guillermo Sheridan). Pero el grandísimo escritor francés pensaba eso porque no vivió al lado de la cancha de basquetbol de la sección 33 del sindicato de ferrocarrileros, adscrito a la CTM. Lo sé: todos solemos quejarnos de nuestros vecinos. Pero los míos, les puedo apostar, les ganan a los suyos. La cancha de basquetbol ferrocarrilera está ubicada en la colonia Moderna, en una zona habitacional y a la mitad de una calle estrecha de una sola cuadra de longitud. Tiene capacidad para recibir en sus tribunas unas 200 personas pero, ah, paradoja, sólo cuenta con cinco lugares de estacionamiento. Esto provoca que muchos de sus asistentes tapen cínicamente las cocheras vecinas, suban los vehículos a las banquetas y hagan un estruendo como el de un ejército cada vez que tienen que maniobrar para intentar ser uno de los que consiguen detenerse en lugar prohibido antes de correr para que no se les pierda un segundo de juego. Como la vida está allí para disfrutarse y el calor arrecia, los asistentes a la cancha pueden refrescarse en la cancha o la tribuna con una rica cerveza (o con 15, si les pega la gana), ya que hay un práctico refrigerador que las tiene a la venta en el lugar. Claro, eso incluye a los menores de edad que acuden en gran número: desde bebés de brazos hasta muchachones de 15 o 17 con ganas de echar unas canastas y unos tragos. Y, como ya dijimos, la vida no es para andarse con medias tintas, la cancha abre sus puertas alrededor de las tres de la tarde y las cierra en la madrugada. No a una hora precisa, no crea usted que nos la iban a poner tan fácil, sino a la hora en que el último de los jugadores decide. Eso puede ser a las dos, tres o cinco de la mañana, dependiendo del ánimo y las ganas que tengan de seguir bebiendo. Algunos, emocionados por el juego y la cerveza, organizan verbenas callejeras, de las 10 de la noche en adelante, que amenizan con los poderosos estéreos de sus automóviles. Son tipos sensibles: si se les pide que le bajen al volumen, se disgustan y le suben más. Si usted, amigo lector, instala un bar en donde entren menores, en donde le compren alcohol para bebérselo afuera, en la calle, y, además, se le ocurre que es buena idea cerrarlo a las cuatro o cinco de la mañana, lo seguro es que le caigan los inspectores, su negocio sea cerrado y acabe multado y sin permisos. Pero la cancha de la sección 33 del sindicato de Ferrocarrilleros goza de otro estatus. Usted sabe. Un estatus que le permite, por ejemplo, carecer completamente de salida de emergencia, de señalizaciones de seguridad, de extintores… Es decir, en resumen, que tiene de parte de las autoridades el tácito permiso para vender alcohol en un lugar donde no se controla la entrada de menores; que nadie le ha solicitado establecer y respetar horarios similares al de otras unidades deportivas, que nadie ha verificado que cumplan con las medidas de seguridad mínimas para que sus asistentes no acaben achicharrados en caso de incendio, que nadie, en fin, se ha preocupado de que se deban garantizar los suficientes cajones de estacionamiento para operar, tal como se le exige al resto de los ciudadanos. A lo largo del tiempo los vecinos, entre todos, hemos hecho unas 400 llamadas a la policía, hemos enviados cartas al Ayuntamiento de Guadalajara y levantado reportes. Apenas un par de regidores, César Ruvalcaba y Carlos Briseño, han escuchado a los vecinos y comenzado a “mover” el tema en el Ayuntamiento. Mientras, los funcionarios que tendrían que vigilar y hacer cumplir la ley no se asoman por acá. La fiesta sigue. Temas Tapatío Antonio Ortuño Lee También Samuel Kishi y su cine que cruza fronteras y generaciones Un museo vivo: Experiencias y arte en el Cabañas La gran estafa que nos hizo “americanos” Chivas Femenil, a una victoria de asegurar su lugar en Liguilla Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones