Suplementos | Elementos sofisticados y de enorme complejidad son parte del legado del imperio maya Los misterios y sorpresas de Kohunlinch Elementos sofisticados y de enorme complejidad son parte del legado del imperio maya Por: EL INFORMADOR 30 de noviembre de 2014 - 01:48 hs Los enormes mascarones parecieran estar hablando de los misterios mayas. EL INFORMADOR / P. Fernández GUADALAJARA, JALISCO (30/NOV/2014).- Mientras en el sofisticado laboratorio de mi amigo Genaro se revelaban las placas de rayos x de la mano que me había accidentado en una excursión, él, impecablemente enfundado en su bata blanca y almidonada, se devanaba los sesos para enseñarme en la pantalla de su computadora, las fotos de un cierto lugar en donde él aparecía zampurrado en una hermosa laguna entre mangles y arenas de la Península de Yucatán. Entre las imágenes de huesos y de jeroglíficos mayas, de vez en cuando aparecía fugazmente el bellísimo lugar que mi amigo me quería enseñar: Mangles, selvas, hamacas y kayaks, pasaban veloces bajo el mando nervioso de mi amigo, que emocionado quería mostrarme todo a la vez. Aunque nunca pudo recordar el dificultoso nombre maya del lugar, debo aclarar que el diagnóstico de los desperfectos de mi mano estaban siendo anotados con gran celo y exactitud. Aproveché un breve momento de distracción del galeno, para anotar en mi libreta el nombre de “Kohunlich” que fugazmente aparecía en una de las fotos. Aquella breve imagen bastó para motivar un inmediato viaje a ese lugar de Quintana Roo. Un par de días después, manejando por la impecable carretera que llega a Chetumal, un pequeño pero elegante letrero que decía… ¡Kohunlich!... inmediatamente lo asociamos con la huidiza imagen que habíamos captado en la oficina de mi amigo. Freno y vuelta rápida nos llevaron por una pequeña carreterita, en poco más de media hora, a una hermosa y elegante palapa que resultó ser la recepción de un conjunto de villitas que -discretas y elegantes- se perdían entre la selva. Teresa, la impecable anfitriona, nos recibió con una sonrisa de oreja a oreja para ofrecernos una toallita perfumada y la bebida que deseáramos del pequeño y bien surtido bar, mientras ella entusiasmada nos explicaba que el “Explorean” pertenecía al “Grupo Posadas”; cosa que nosotros —sin tener la menor idea de lo que eso significaba— para su contento lo celebramos efusivamente. —Como queremos que aquí se sientan en casa, además de estar el bar abierto para ustedes, las comidas les serán servidas a la hora que lo apetezcan y en el lugar que ustedes elijan. Podrá ser en el comedor; en los jardines; o en su misma casita si así lo desean— nos dijo. —Diariamente haremos excursiones a los cercanos sitios arqueológicos, o a la selva, o a las maravillosas lagunas de los alrededores; pero… es opción de ustedes… Acuérdense que están en “su” casa— enfatizaba. Nos latió que habíamos llegado al lugar exacto. Carito si está —pensamos— pero… al hacer cuentas que… la vida se va colgada a un hombro y las monedas son redondas para… ¡Volaron las tarjetas “American Estress”! y nos dispusimos a pasar unos días inolvidables. La excursión del día siguiente al sito arqueológico, conducidos por un excelente (y paciente) guía, fue sencillamente espectacular. El sitio está aún en vías de exploración. Los enormes mascarones de las deidades de gruesos labios de reminiscencia olmeca, son suficientes para imaginar los vínculos, el poderío, y la cultura que desde los años 500 a.C ya existían en nuestras tierras. Tan solo con observar los complejos sistemas hidráulicos que utilizaban, podemos deducir el grado de sofisticación que ya tenían en la ciudad. La visita a Dzibanché, el sitio arqueológico que está en las cercanías es igualmente impresionante; ya que sus empinados edificios, los sistemas de almacenaje, la distribución de aguas, sus terrazas, patios y habitaciones, dejan entrever el gran conocimiento y cuidado de su arquitectura urbana. La laguna azul de arenas blancas y los tulares que me había platicado mi amigo, aparecieron en el programa del día siguiente. Pequeños veleros y kayaks a nuestra disposición estaban a la orilla de la hermosa Laguna Bacalar. Guías atentos cuidaban de nuestro bienestar mientras un elegante equipo de cocineros preparaba el picnic para después del asoleado paseo. Al estar todo esto incluido en el costo de la estancia, lo caro que en un principio nos había parecido, agradablemente se fue desapareciendo entre las fugaces nubes del colorido atardecer. Temas Pasaporte De viajes y aventuras Lee También Zacatecas y La Antigua: Viaje a dos joyas históricas de México El arte de saborear Nayarit Agencias de viaje en Jalisco ofrecen descuentos para adultos mayores con Inapam Un viaje por el tiempo en Cuitzeo, Michoacán Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones