Miércoles, 08 de Mayo 2024
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Los caprichos de Atacama

Ahora resulta ¡que el desierto más árido del planeta, está tan florido como el mejor jardín francés!

Por: EL INFORMADOR

Impresionante es el cambio que sucede en esas superficies casi marcianas que de súbito pasan a ser vida y alegría. EL INFORMADOR / P. Somellera

Impresionante es el cambio que sucede en esas superficies casi marcianas que de súbito pasan a ser vida y alegría. EL INFORMADOR / P. Somellera

GUADALAJARA, JALISCO (17/SEP/2017).- Ahora resulta ¡que el desierto más árido del planeta, está tan florido como el mejor jardín francés!    

Aunque en alguna ocasión ya habíamos platicado sobre el desierto de Atacama en el Norte de Chile, y lo habíamos descrito como el más árido del planeta, además de haber hecho notar que en ciertos lugares no había caído una sola gota de agua en diez años, ahora resulta que aquellas inhóspitas superficies rocosas y arenosas, que tanto nos impresionaron por su esterilidad y por su aridez ¡Están cubiertas por delicadas y coloridas florecillas!

Otra más de las maravillas de este singular desierto del Norte de ese kilométrico y larguirucho país de Chile, donde hace frontera con Perú, con Bolivia y con la enorme Argentina, con quien parece competir en alcanzar a la mítica Antártida allá en el fin del mundo.

Este año, el extraño fenómeno geológico llamado “El Niño” -que suele suceder por navidades- quizás un poco agravado por el calentamiento global tan politizado, a lo que “en una mínima parte” se le pudieran agregar los irracionales modos de vida que hemos adoptado en los últimos tiempos, ha provocado por estas fechas significativos cambios climáticos en estos lugares: la extraña floración en el desierto es una de ellas.

El famoso “Niño”, suele suceder cada cinco o diez años cuando la Corriente de Humboldt que surte de aguas frías a estas costas, eleva la temperatura de las aguas de su superficie, provocando severas y extrañas alteraciones meteorológicas: los peces se ahuyentan, las algas y los corales mueren, la lluvia cae donde y cuando no debe caer, las sequías hacen desiertos donde no se debe, el clima total se altera y… ¡el desierto de Atacama se cubre de flores! en un extrañísimo (y bello) fenómeno, que no tuvimos la dicha de ver en nuestra reciente estancia en el lugar, pero bueno… así son los viajes.

Así son y ni modo. Al estar viajando quizás se pierda la conexión de un vuelo; o el barco zarpó de otro puerto; algo se nos olvidó en el autobús; nos tomaron el pelo en la tarifa del tour que no valió la pena; perdimos la cámara; o nos robaron algo de la bolsa; la tarjeta no nos da dinero; la reserva del hotel no apareció etc, etc, etc. En fin, así son los viajes. ¿Estás dispuesto a estas peripecias? Sal y disfruta del viajar asumiendo cualquiera de estas eventualidades. ¿No? Entonces quédate en tu casa, apoltronado en un sillón, con la mente en punto neutro, inflando la barriga, gruñendo a quien te rodea y mirando la tele abrazado de una chela con botanitas por un lado ¡Perdiendo los mejores momentos de tu vida! ¡Por favor, lánzate a viajar a donde sea! Todo viaje es legendario, y pasará a ser parte importante de tu vida.

En esta ocasión, en que viajamos al lejanísimo desierto de Atacama para contemplar su cielo estrellado, único y espléndido, la luna brilló en todo su esplendor ocultando cuanta estrella había. Quisimos recorrer caminos insólitos y una extraña nevada nos impidió recorrerlos. Tratamos de ver la inusitada floración del desierto, y las flores no salieron. Quisimos nadar en la laguna tan salada que es imposible sumergirte, y era tal el frío y el viento, que la congelación podía suceder antes de tocar el agua. Fuimos a ver unos geiseres formidables, y las exhalaciones solo aparecían antes de salir el sol. Quisimos subir al telescopio Alma, y nos negaron el permiso por estudios especiales. Tratamos de tomar el larguísimo vuelo a casa, y el camino de la montaña estaba cerrado por la nieve. Bueno, así son los viajes… la suerte es ciertamente una compañera muy temperamental.    

En el par de fotos de Hüdepohl, eminente fotógrafo de la naturaleza que aquí comparto, podemos ver  el impresionante cambio que sucede en esas superficies casi marcianas que de súbito pasan a ser vida y alegría. Mi cámara, ante esas imágenes no tuvo más que quedarse muda.

El solo hecho de haber estado en aquel lugar que tanto habíamos estudiado en el National Geographic y en revistas científicas y de aventuras, aunque la suerte en ciertos momentos nos traicionó, tuvimos la dicha de disfrutar momentos y lugares excepcionales que llenaron partes muy importantes y valiosas de nuestras vidas. La botella siempre habrá que verla medio llena, en lugar de medio vacía. Así son los viajes... a gozarlos pues.

¡Carpe diem!

pedrofernandezsomellera@prodigy.net.mx 

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