Suplementos | Una ley pretendía intimarlos para que renunciaran a los deseos de venganza desmedida Lo que para los hombres es imposible... Una ley pretendía intimarlos para que renunciaran a los deseos de venganza desmedida Por: EL INFORMADOR 19 de febrero de 2011 - 13:18 hs La violencia y la criminalidad que vivimos en nuestro país y que han invadido ya a localidades en las que hasta hace algunas semanas prevalecía un estado de relativa paz, en mucho se debe a un acendrado, exacerbado y muchas veces obsesivo sentimiento y deseo de venganza. Muchos que lo sienten, lo consienten y se dejan dominar por él, lo justifican a la luz de la conocida “ley del Talión”, una ley de la que habla el Antiguo Testamento y que es muy poco conocida en su origen.su motivación y su interpretación, y por lo tanto, si así se puede decir, mal aplicada. El libro del Éxodo, en su capítulo 21, versos 23 al 25, dice: “Si hay lesiones, pagarán vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe”. Esta ley venía ya a ser una norma moral, un avance en la convivencia entre los hombres, la cual, como en toda la historia de la humanidad, ha sido tan complicada, que pretendía intimarlos para que renunciaran a los deseos de venganza desmedida, y se resignaran a pedir para el otro un daño proporcionado al daño recibido. Fue, pues, una ley efectiva para las circunstancias que prevalecían en el tiempo en el que se promulgó; Cristo conoció esta ley y reconoció su legitimidad, justamente para su tiempo; sin embargo, apelando a su propia sentencia por la que afirmó: “No crean que he venido a suprimir la Ley y los Profetas. He venido, no para deshacer, sino para traer lo definitivo”, con lo cual nos decía que no venía a cambiar ni anular nada de lo que la misma ley contenía, sino más bien a darles plenitud, para que nosotros pudiéramos aspirar a lo mismo que nos había mandado: “sean perfectos como mi Padre celestial es perfecto” (Mt 4, 48); por ello en aquellas frases que pronunció y en las que decía; “han oído que se dijo... pero yo os digo”, en el Evangelio de hoy se nos recuerdan varias, que si las tomamos en cuenta y las ponemos en práctica, sin duda nuestra vida será distinta. Al escucharlas, aparentemente parecen imposibles, y si lo vemos desde la perspectiva puramente humana, efectivamente sí lo son. Sin embargo, recordemos lo que la misma Palabra de Dios nos asegura, que “a nadie se le pide lo que no puede dar” (cfr. 2Cor 8, 12), y por ello San Agustín oraba así: “Señor, dame lo que me pides, y pídeme lo que quieras”. “No resistir al hombre malo”; “poner la otra mejilla cuando nos golpean en una”; “darle el manto al que te quite la túnica”; “amar a nuestros enemigos y orar por ellos”; “hacer el bien a los que nos perjudican”, etc. Si tenemos fe, todo esto, y más, será posible. Si creemos en Jesús y le creemos a Él y a su Palabra, que nos dice que para Dios nada imposible, y que si nosotros queremos, Él puede cambiar nuestro corazón y con Él nuestra conducta y puede hacernos capaces de de obedecerle y actuar como Él lo hizo, en verdad que todo ello será una realidad, y nosotros seremos sus auténticos discípulos y misioneros que llevemos el mensaje de amor, paz y salvación a los demás. Sin embargo, tengamos cuidado en no caer en un peligroso engaño. Si Cristo nos pide que dejemos de ser violentos, vengativos y que el odio sea lo que nos motive en nuestra vida, no implica que debamos quedarnos callados y pasivos cuando enfrentemos la injusticia, la violencia, la corrupción y todo tipo de maldad. Cristo mismo nos puso el ejemplo de cómo proceder, y podemos ver cómo jamás se doblegó ante la injusticia de los romanos; nunca calló cuando tuvo que denunciar lo que contradecía el plan de amor de su Padre, y por ejemplo, a los ricos les advirtió la gran dificultad para llegar al Reino de los cielos; a los fariseos los descubrió como manipuladores de las conciencias de los pobres, y a los fariseos los acusó de haber convertido las cosas de Dios en un negocio; y cuando, al estar ante Pilato un soldado lo abofeteó sin razón alguna, Él le reclamó, con amor, pero enérgicamente, el que lo hiciera. Es evidente que todos los ciudadanos de bien de este país anhelamos, ansiamos que se restablezcan la paz, la convivencia y la armonía entre nosotros; mas para ello es preciso que comencemos con nosotros mismos y, si creemos en Jesús, le pidamos que nos dé una fe que nos haga capaces de obedecerle en todo, para que de esa manera cambie primero nuestro corazón y entonces seamos agentes de esa paz, de esa convivencia en el amor y de esa armonía, que es la que suscitará el verdadero progreso en nuestro medio. Francisco Javier Cruz Luna cruzlfcoj@ yahoo.com.mx Temas Religión Fe. Lee También La gran reunión mágica Romería: Los kilómetros al ritmo de la fe ¿Qué día es la Romería 2025 en Guadalajara? No habrá ley seca durante Romería 2025 Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones