Miércoles, 21 de Mayo 2025
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Lo que le hacemos a La Primavera

La paz del bosque sigue ahí, serena y pacífica...

Por: EL INFORMADOR

Por el futuro. Guardemos el bosque para este ciclista de Gran Clase. EL INFORMADOR / P. Fernández Somellera

Por el futuro. Guardemos el bosque para este ciclista de Gran Clase. EL INFORMADOR / P. Fernández Somellera

GUADALAJARA, JALISCO (25/SEP/2016).- Lo hacemos a nosotros mismos, a nuestros hijos, a nuestros nietos, y a los que nos rodean.

Si cuidamos al Bosque de La Primavera, en unos pocos años puede ser tan valioso para Guadalajara, como actualmente es el “Central Park” para la Ciudad de Nueva York. Ojala que las autoridades en turno, los políticos y los empresarios sean capaces de visualizarlo así, en beneficio de los que vendrán más tarde.  

La paz del bosque sigue ahí serena y pacífica, habitada por graznidos de los cuervos, el tac tac de los pájaros carpinteros, el tscht tscht de las lechuzas, el rumor del paso de algún venado entre las hojas de roble, el sonido etéreo de los pensamientos de algún caminante, o los resoplidos de un enérgico ciclista que pedalazo tras pedalazo, entre pinos, robles y encinos, va disfrutando los retos del lomerío volcánico

Este fin de semana tuve la dicha de ser invitado por uno de nuestros hijos para, junto con los nietos, hacer un paseo por La Primavera. Ellos iban en bicicleta y nosotros a ratos pié y a ratos en coche para auxiliarlos en caso de algún problema; de hecho una de las bicis se le  trabó la cadena sin posibilidad de remedio alguno; cosa que agregó un pasajero más a nuestro atiborrado guandambús (mi mamá -no sé por qué- le llamaba así a cierto tipo de coches: la palabra me trajo gratísimos recuerdos).

Así pues; llegamos en nuestro guandambús hasta un singular sitio que parecía estar prendido de una del las lomitas de la brecha por donde caminábamos: “Estación Bicicleta” se llama. Nombre que es más que adecuado para el lugar, dada la clientela bicicletera, deportista, exhausta, sudorosa y súper entusiasta tan aficionada a este lugar tan único.  

¿Y el menú?  No, pos’ qué les puedo decir. Unos chilaquiles matambre (y mata crudas) con frijolitos por un lado y pan birote crujiente y doradito. Una tacita de chocolate pal’ amarre y buena vista de la montaña tan empinada.  La buena onda de los dueños se siente de inmediato; actitud que al instante contagia a los ciclistas, a los caminantes, a los papás, niños y hasta abuelos llenos de buenas vibras. ¡Verdadera delicia de una mañana en La Primavera!

Empezó a llover poquito, y nadie se atrevió a dejar sus chilaquiles; al contrario, la alegría solo cambió de ritmo y todo mundo siguió disfrutando del hermoso bosque que nos rodeaba. Gracias y, ¡éxito para Sergio y Agustín, los excelentes anfitriones!

Unos cuantos minutos separan a La Primavera del “delirius tremens” de la ciudad. El tiempo ahí parece detenerse para transportarnos hasta ¡12 mil años de distancia!, cuando este explosivo volcán formó los cerros, valles y cañadas con el “púmice volcánico”, “piedra pómez” o “Jal” (de donde viene el nombre de Jal-Isco). Estos extraños guijarros espumosos -tan ligeros que flotan en el agua- mezclados con un poco de tierra, es lo que forma la débil cubierta donde sobreviven los pinos, encinos y robles que nos traen las lluvias, el buen clima y la agradable temperatura de Guadalajara.

Hace muchísimos años (1980) en este valiosísimo bosque fueron perforados por la CFE unos costosísimos pozos para obtener de las profundidades de la tierra ¡sin quemar combustibles fósiles tan dañinos para el planeta!, la electricidad “casi gratuita” tan necesaria para Guadalajara. Cierto es que, dada la primitiva tecnología de esos tiempos, muchos daños fueron los que se causaron al bosque; sí, pero muchos años y esfuerzos son los que han sido empeñados en la reparación de ellos.  

Debemos considerar que las tecnologías que actualmente se emplean en la “Geotermia” (obtención de la fuerza natural de las entrañas de la tierra para mover turbinas generadoras de electricidad) han marchado con los avances de los tiempos actuales. Echarlas a andar costaría tan solo unos cuantos millones de pesos que, obtenidos de fuentes internacionales se estima su recuperación en el cortísimo plazo de tan solo cuatro años. El bosque, dados los trazos y la ingeniería de los proyectos “de punta” actuales, de ninguna manera será maltratado nuevamente.

Guadalajara podrá ser surtida con al menos un 10% de su consumo; y con tan solo la renta de esas instalaciones se podrán tener ingresos suficientes para cubrir el mantenimiento de todo el bosque, hacer nuevos proyectos de conservación, cuidar los perímetros, hacer reforestaciones y mil asuntos más que actualmente se encuentran (increíblemente) sumidos entre las mareas de la política y de los infames protagonismos.

Pensemos que “lo que lo que hagamos (o dejemos de hacer) al Bosque de La Primavera, lo hacemos a nosotros mismos”.

 pfs@telmexmail.com

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