Martes, 23 de Abril 2024
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Leonardo DaVilchis... pintor

Un talento emanado del barrio capitalino de La Lagunilla que ahora es apreciado en Europa

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO (03/ENE/2016).- Recorriendo los pasillos del impresionante Museo del Louvre en París, tuve la suerte de encontrarme con las sorprendentes obras de un gran pintor bautizado como Leonardo DaVilchis.

Al acercarme a esa obra tan sui géneris, pude ver que en la esquina inferior derecha de cada una de las pinturas, ostentaba la decidida y rotunda firma que sin duda alguna decía: Vilchis. Dicha rúbrica me hacía ver la claridad, seguridad y espontaneidad de su orgulloso autor.

Al seguir analizando el grafismo aquel, pude notar que su factura provenía de fecha reciente, y su procedencia era nada menos que ¡El barrio de La Lagunilla de la Ciudad de México!

Y no bastando con eso, los altavoces del lujoso pasillo del Museo del Louvre en el corazón de París, la voz de Vicente Fernandez entonaba la famosa canción —mexicanísima y machista— de José Alfredo Jiménez, que aseguraba que pese a todo… “sigo siendo el rey”. Eso me arrastró hasta nuestro México surrealista, a miles de kilómetros de distancia.

El hecho de encontrarme con todas estas expresiones de mexicanidad, que eran exhibidas en un lugar tan universal, me pareció extraordinario. Saber que algunas de las más íntimas raíces del pueblo mexicano —mestizo y contemporáneo— hubieran impresionado de tal manera a alguien, que las hubiera considerado tan valiosas como para exponerlas en un lugar tan prestigiado como este, francamente me llenó de orgullo.

Pintar la vida con colores, pudiendo plasmar en ellas los sentimientos de la gente común del pueblo, me pareció admirable.  La belleza que existe entre lo relativo y lo realmente sucedido en el día con día de la vida actual, fue lo que llamó la atención a quienes seleccionaron estas composiciones tan naturales. Los sentidos y no el intelecto. Las sensaciones y no los conceptos. Las ideas y no las cosas. Lo concreto y no las abstracciones, se explicaba en los folletos en la mesa de la recepción.

A Frederic Moisan se le debe el haber traído al museo a este ingenuo pintor que tan modestamente exhibía sus trabajos en los tianguis de La Lagunilla. Y a Gustav Le Clezio, premio Nobel de Literatura 2008, el haber apreciado igualmente la belleza de estas pinturas “Naive”, apoyando la idea de que fuera dignamente colgado en las paredes del museo, nada menos que al lado de una pintura de la famosa Frida. Bien se dice que cada museo es un mundo entero.

Nuestro artista que comenzó vendiendo sus humildes pinturas y “ex votos” en pequeños formatos en los barrios de Tepito, ahora con sus expresiones tan auténticas del folclore de nuestro mundo mexicano, tan exótico como extraordinario y sorprendente, ha pasado de ser Alfredo Vilchis, a un reconocido artista apodado (aunque sea en tono de broma sana y con un dejo de admiración) como Leonardo Da Vilchis.

Quienes hayan tenido el privilegio, la paciencia y el arte de curiosear y “chacharear” por el barrio de La Lagunilla, posiblemente haya tenido la oportunidad de encontrar algunas piezas, todavía por ahí exhibidas en un tenderete sobre la banqueta, de Alfredo Vilchis Roque, o de alguno de sus hijos, quienes han seguido la escuela de su padre.

Sin embargo debo también de confesar que Don Alfredo …a veces le atina y a veces se le patina… pero vale la pena buscarlo para analizar con detenimiento alguna de sus obras que, aunque estén en la Lagunilla. Su pintura es tan buena y tan Naive como los mismos sentimientos del pueblo mexicano.

Habiendo salido del barrio de Tepito y la Lagunilla, gracias a su arte, empeño y constancia, y haciendo las cosas bien y con amor, Don Alfredo ha podido trascender hasta llegar al famoso Louvre, en donde cariñosamente llaman el Leonardo Da Vilchis mexicano.

También suele opinar Don Alfredo que…

¡París bien vale una misa…!

vya@informador.com.mx

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