Lunes, 13 de Octubre 2025
Suplementos | La intrincada arquitectura en este punto de la Huasteca Potosina deja sin palabras

Las Pozas

La intrincada arquitectura que ofrece este punto de la Huasteca Potosina deja sin palabras a los aventureros

Por: EL INFORMADOR

Un gran proyecto. Este lugar ha pasado por diversas etapas, pero conserva su espectacular arquitectura. EL INFORMADOR / V. García

Un gran proyecto. Este lugar ha pasado por diversas etapas, pero conserva su espectacular arquitectura. EL INFORMADOR / V. García

GUADALAJARA, JALISCO (08/FEB/2015).- Al Oeste de La Conchita (San Luis Potosí), el arroyo de igual nombre forma unas cautivadoras caídas y pozas, por ello se denomino al sitio como, “Las Pozas”. Lugar en que se fue manifestando la creatividad de un inglés, por medio de esculturas, cada pieza la integró al entorno natural, dándole vida propia, las fue uniendo por fabulosos andadores, abrazados por la abundante vegetación endémica de la garganta.

El hermoso lugar de Edward James fue llamado, “Las Pozas de Edward James”, posteriormente, “Jardín Escultórico de Edward James”, quedándosele los dos nombres o simplemente, “Las Pozas”. El primitivo proyecto fue hacer un orquidáceo, después un zoológico y, finalmente se optó por esculturas (36).  

Jaime Ortiz Lajous refirió: “Las Pozas, una de las más espectaculares y extrañas arquitecturas surrealistas del mundo, el refugio fantástico del genial poeta escocés sir Edward James. Este excéntrico millonario nació en 1907; su madre fue hija de Eduardo VII. James a los veinte años heredó la fortuna de su padre; amante de arte y con la gran fortuna que tenía entre manos se dedicó a cultivar la amistad de famosos pintores como Salvador Dalí y Pablo Picasso; recibía en su casa tanto a René Magritte e Igor Stravinski, como a Leonora Carrington.

Llegó a México en 1945; aquí conoció a Plutarco Gastélum, quien se volvería su inseparable amigo y con quien viajó a Xilitla; al conocer su exuberante paisaje se inspiró para construir este extraño sitio… construcciones sin otro objeto más que la búsqueda de la sorpresa”.

De Tancanhuitz, nos dirigimos a Xilitla. El 29 de septiembre, el primer poblado festeja a San Miguel, con una rica mezcla de danzas nativas, sobresaliendo los bailes de los Colorados, la Malinche, los Monarcas, los Santiagos, los Xochitines, los Cascabeles, las Varitas, Moctezuma, la Danza Pequeña y la Grande. Zapateados al son de la chirimía, el rabelito, sonajas y silbatos. Danzas que son ofrendas, agradecimientos, festejos y peticiones.

Colorido de atuendos bordados y de vistoso tocados, crisol de ritmo y movimiento. Pasando Chichimixtitla, encontramos el sendero a Las Pozas y a una corta distancia estábamos ante sus puertas, una insólita casa de tres pisos nos dio la bienvenida, el tercer nivel con escaleras que serpentean al vacio, los últimos peldaños muestran parajes de la hermosa cañada.

Una escalera baja suavemente a la finca vecina, que presume de arcos escarzanos. Apreciamos dos manos diestras, extendidas, la primera mostrando su frente y la segunda su palma. Caminamos lerdamente el cautivador Andador de las Serpientes, delimitado por serpientes estilizadas, salpicadas de musgo y embellecidas por diversas plantas.

A un costado se dejo ver una arcada dórica, desnuda y con volutas aledañas. Sobre un techo miramos varias columnas truncadas y unas se unían con trabes cilíndricas. Cruzamos el Puente de las Flores de Lis, emocionados por la esplendidez de esculturas y de plantas por doquier. El puente bordeado por flores, nos llevó a unas altas columnas, unidas por un vano triangular, luego observamos un fragmento de cascada, que cantaba alegría a la verde garganta.

Más adelante, miramos una flor con cáliz rojo, y pétalos blancos, cerca, un vano nos enseñó la silueta de de una flor. A unos pasos vimos unas columnas estriadas que se sumaban para ganar altura. Tras unos biombos góticos y unas columnas con hojas, llegamos a una preciosa torre de tres cuerpos y rematada por arcos escarzanos. Luego recorrimos un increíble andador, delimitado por vanos góticos, que nos condujo al Palacio de Bambú, comprendido con hiladas de bambús.

Al bajar a las fosas, vimos un nicho con la Virgen Morena acompañada por flores, las bellas pozas, blancas, con fuerte corriente, desbordándose de sus riberas, pues acababa de llover. Arroyo arriba admiramos la cascada, que hacía unas cautivadoras caídas, de un solo cordón plateado, la última finalizaba en la Poza del Capitán, con un mirador octagonal y volutas aledañas. “Mi casa tiene alas y, a veces, en la profundidad de la noche, canta”.

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