Lunes, 13 de Octubre 2025
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Las Islas Canarias

Aunque integradas a España, cuentan con una historia muy peculiar, de la cual se encuentran orgullosos sus actuales habitantes

Por: EL INFORMADOR

Proeza. El Gran Telescopio de las Canarias en la Isla de La Palma. EL INFORMADOR / P. Fernández

Proeza. El Gran Telescopio de las Canarias en la Isla de La Palma. EL INFORMADOR / P. Fernández

GUADALAJARA, JALISCO (12/JUL/2015).-  Para empezar debemos de aclarar que las Islas Canarias aunque son de España, están en África.

Los siete mogotes volcánicos (y sus anexos) que brotaron del fondo del mar al separarse el continente africano del sudamericano, y lograron surgir de las aguas del Océano Atlántico a tan solo unos 100 km de las costas africanas de Marruecos y el Sahara, son las singulares Canarias que, su nombre no viene de los pajaritos amarillos de dulce canto, no: su nombre supuestamente proviene de los “canes”.

La leyenda dice que cuando el Rey Juba II de Mauritania viajó a estas islas, encontró ahí un par de enormes perros que le llamaron la atención, y los llevó consigo a su país africano. Plinio el Viejo (quien allá por los años 40 nuestra era, murió abrazado por las cenizas del Vesubio cundo sepultó Pompeya) al relatar la escena de Juba y los “canes”, involuntariamente bautizó a dichas islas como “Las Canarias”
Parece ser que los “huanches” —sus habitantes originales— eran unos grandulones que medían más del 1.80; de tez blanca y ojos azules —de quienes se desconoce su procedencia o siquiera parentesco con bereberes africanos o con nórdicos europeos— defendieron valientemente sus islas cuando fueron asediadas por los portugueses, franceses, ingleses (para variar), holandeses y hasta los mismos castellanos (españoles) ante quienes finalmente tuvieron que sucumbir.

Después de que Colón —una vez reparada su carabela— partió de ahí a “descubrir América” (a donde nunca llegó, y ni se dio cuenta de ello: creía que andaba en la India) las Islas Canarias aparecieron ante los ojos ambiciosos de los sucesores de los Reyes —quesque— Católicos, ávidos de fama, fortuna y reconocimiento.

Para lograr la conquista de ellas, lógicamente mandaban a sus incursiones a sus más arriesgados (y malosos) hombres. En una de ellas, tuvieron el tino de enviar como comandante de la expedición a un tal Pedro Fernández Cabrón, quien bien hacía (creo) honor a su apellido; pues además de ser un reconocido pirata, era cuatrero, tratante de esclavos y muchos atributos más que agregaban medallas a su alcurnia. (Todo esto consta en la página 86 del Número 113 de la seria revista española llamada “Historia de Iberia Vieja”, en donde además aparece un dibujo a la tinta del tal Don Pedro. ¡De inmediato me lo adjudiqué como mi tatara tatara abuelo…! Que quieren… me gustó el apellido, y creo que hasta me atrevo a renunciar al que actualmente reconozco).

En fin… la cosa es que después de todos esos vericuetos de la historia, estas siete islas africanas —que son españolas— son una belleza; y cada una es completamente diferente a las otras, con su personalidad y características muy propias.

Las que están más cercanas al África, son más desérticas y de clima más seco: Lanzarote tiene verdaderas dunas de arena saharianas. Fuerteventura presume de su vegetación xerófila (cáctus y demás). La Gran Canaria, se ufana de su cosmopolita y gran ciudad de Las Palmas, que contrasta con los paisajes desérticos de Las Palomas en su área más sureña.

Las islas del occidente, más metidas en el mar, tienen climas un poco más benignos y tropicales: Tenerife, con su gran extensión, cuenta con el enorme volcán del Teide de casi cuatro mil metros de altura; y la bella y jovial Santa Cruz, capital de la provincia, que está llena de atractivos cosmopolitas.

La Palma es otro prodigio de la naturaleza: jardines, palmas y bien cuidados parques colman la isla; en un extremo, en el “Roque de los Muchachos” de cielo despejado y limpio, se encuentra el “Grán Telescópio de las Canarias”: el  telescopio “óptico” más grande del mundo.
El Hierro, todavía más al poniente, con sus sabinos torcidos por los incesantes vientos, es una joya naturaleza muy digna de verse.

En la Gomera, desde tiempo inmemorial, sus habitantes inventaron un asombroso lenguaje a base de silvidos para comunicarse a la distancia en el uso diario; a la fecha es enseñado a los niños como materia obligatoria. Actualmente el “silvido gomero” es patrimonio UNESCO de la humanidad.

Otra cosa muy curiosa de las Canarias, es que tienen una excelente orquesta filarmónica de la que se enorgullecen: se llama “Ni Fu, Ni Fa” y es de suprema  calidad.

Esto me hizo recordar lo que actualmente sucede en nuestra orquesta; que tristemente ni enseña, ni impulsa a los músicos regionales, ni motiva al público a asistir a sus conciertos, siendo que cultura es lo que más necesitamos: gente que desee escuchar conciertos y músicos mexicanos que quieran superarse. Nuestra orquesta parece estar diciendo que ella… ni fu, ni fa… que sean los canarios extranjeros los que vengan a cantar.                       

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