Miércoles, 15 de Octubre 2025
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Las Hadas

Un recorrido por una de las zonas más bellas y con mayor historia de México

Por: EL INFORMADOR

Viaje con sabor a mar. La Bahía de Manzanillo. EL INFORMADOR / V. García Remus

Viaje con sabor a mar. La Bahía de Manzanillo. EL INFORMADOR / V. García Remus

GUADALAJARA, JALISCO (27/MAR/2016).- La Bahía de Manzanillo se pavonea de un peculiar desarrollo turístico, ubicado en la Punta Santiago, a un costado del Arroyo Salagua, antiguo fondeadero. Una leyenda revela que el rey IX de Coliman recibió en la ensenada de Tzalahua a un mandarín chino. El capitán Gonzalo Sandoval tuvo contacto con los naturales de Tzalahua por 1523.

El 22 de julio de 1533, Diego Hurtado de Mendoza, se acercó al puerto natural, sitio elegido para astillero, donde los barcos La Concepción y San Lázaro cobraron forma, capitaneados por Becerra y Grijalva respectivamente, quien descubrió las Islas de Revillagigedo. También se hicieron los navíos de Legazpi, zarpando de Navidad en 1564 para conquistar Las Filipinas. Para 1615, Sebastián Vizcaíno venció a los corsarios holandeses.

Ricardo Guzmán Nava nos platica: “Andando de cacería con otros jóvenes de mi edad, se nos ocurrió reposar nuestros cuerpos fatigados en las transparentes aguas del río de Salagua… vimos la totalidad del agua sembrada profusamente de brillantes lentejuelas que se adherían a nuestros cuerpos y se nos metían entre los cabellos. La luz del Sol las hacía brillar como oro. Sobrecogidos de admiración, nos quedamos un buen rato absortos ante aquella maravilla. ¿Sería oro? Pensamos. Y empezamos a recoger en el hueco de las manos aquellas escamas movedizas, que se nos escapaban entre los dedos… Los cuerpecitos dorados comenzaban a bajar para irse otra vez al fondo. Y allá brillaban como estrellitas… Aquellas pequeñas membranas metálicas correspondían a un mineral de cobre”.

El arroyo Salagua formaba un pequeño estero para luego desembocar en la playa de igual nombre,  visitado por bañistas, un sendero bordeaba el arroyo a través de huertas de palmeras, plátanos, mangos, limones y papayas. A la playa posteriormente se le llamó, “Playa de los Monos”, por las figuras nahuas que se encontraban en el lecho del arroyo y de la playa. Por los tesoros arqueológicos la playa fue nombrada del Tesoro. Antaño, la Punta Santiago perteneció a la Hacienda Santiago, de la familia Mellón, luego la adquirió la familia Bustamante y realizó el fraccionamiento “La Audiencia”, como a mediados del siglo pasado.

Una tarde decidimos ir a Las Hadas, después de serpentear algo la Punta Santiago, bajamos a nuestro destino, bautizado tal, por la fosforescencia de su playa, encantamiento de unas hadas, que provocaron una hechizante atmósfera luminosa, virtudes de hadas. Al acercarnos fuimos apreciando una atractiva villa, con aire mediterráneo, en su parte alta, una vistosa torre vigía, abajo zigzaguean los cuartos entre diversas torres, como una decena, en forma de conos, piramidales y curveadas, cada conjunto con elementos distintos, la mayoría rompiendo la retícula. Todos los cuartos con terraza y casi todos con vista al mar. Por 1964, el boliviano Atenor Patiño “Rey del estaño”, le pidió al arquitecto español, José Luis Esquerra un cautivador proyecto, que construyó el ingeniero Leonardo Zeevaert. Se integró un campo de golf de 18 hoyos, llamado “La Mantarraya”, diseñado por los hermanos Petey, donde estuvo el astillero. El 2 de marzo de 1974 fue inaugurado el Hotel Camino Real Las Hadas, con la fiesta, “Gala en Blanco”, contando con 220 habitaciones. Dos años después la hija del señor Patiño vendió al Grupo Alfa, hoy lo opera Brisas Hotels & Resorts.

Recorrimos pausadamente la bajada que lleva a la marina, apreciamos sus albercas animadas por palmeras y jardines, luego caminamos por la bonita playa, que es casi una alberca, pues su oleaje apenas se percibe, por más que esperé que saliera Bo Derek, no salió. De la playa fuimos cautivados por la marina, con increíbles veleros de dos mástiles y sofisticados yates. Nos sentamos en el extremo Norte del muelle y contemplamos todo el conjunto. Cuando las luces empezaron a tintinear fuimos al Poniente de la marina donde diario se tienden las mesas de: L´Arte del Gelato, Poco Pazzo, Marina Grill, Tablao, y Bristro Marina, del cual ocupamos una mesa y degustamos: dorado marina y de postre un rico gelato, mirando las embarcaciones.

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