Viernes, 10 de Octubre 2025
Suplementos | Este vicio capital se define como el deseo desordenado por el placer conectado con la comida o la bebida

La raíz del pecado: gula

'Pon un cuchillo en tu garganta si tienes demasiado apetito' (Prov 23, 2), es la primera llamada de atención que la Palabra de Dios nos hace para controlar la gula

Por: EL INFORMADOR

     “Pon un cuchillo en tu garganta si tienes demasiado apetito” (Prov 23, 2), es la primera llamada de atención que la Palabra de Dios nos hace para controlar la gula. Este vicio capital se define como el deseo desordenado por el placer conectado con la comida o la bebida. El desorden existe tanto por la cantidad como por la calidad de los alimentos y bebidas; esto es, se habla de gula por comer o beber excesivamente, o por excederse en la búsqueda de las exquisiteces.
     Aquí es de señalarse, en relación con la gula, que no es lo mismo el sibaritismo que el hedonismo. Se llama sibarita a una persona de gustos refinados, no necesariamente conectados con la comida. Un sibarita auténtico jamás será un glotón, pues al hablar de “gusto refinado” se hace referencia a disfrutar de un producto o servicio de alta calidad. Hay sibaritas en diversos aspectos de la vida; por ejemplo, de la tecnología que buscan la máxima calidad en un producto por cuestiones profesionales o técnicas; de la palabra, que disfrutan enormemente con un libro escrito por literatos de la talla de Gabriel García Márquez,  Octavio Paz o José Saramago; de la música que gozan con Bela Bartok, Jacques Loussier o Michael Bublé. En este contexto, sibaritismo y alto nivel cultural van de la mano.
     Por su parte, el hedonismo es una filosofía basada en la búsqueda del placer y la supresión del dolor como objetivo o razón de ser de la vida. En sí mismo el hedonismo no es malo, pero la acepción corriente lo ha transformado en un elogio a la propiedad, la riqueza y los placeres mundanos en exceso. Así visto, hedonismo y gula son prácticamente lo mismo.
     La gula también se entiende en defecto; esto es, por la abstención desordenada voluntaria, que conduce a patologías como bulimia y anorexia, y algunos tipos de dietas que van en detrimento de la salud de quien las practica. El ser humano es omnívoro por naturaleza, por lo que la privación de algunos alimentos puede traer consecuencias graves, como defensas orgánicas bajas que hacen enfermizas a las personas. Porque así como Dios dio a Adán “toda planta sementífera que hay sobre la superficie de la tierra y todo árbol que da fruto conteniendo simiente en sí” (Gen 1, 29), también le dio “toda clase de cuadrúpedos, reptiles de la tierra y aves del cielo” (Hech 10, 11-13), para que los matara y comiera.
     La presión social, especialmente sobre los jóvenes y los adolescentes –ya sean menores de 15 años o mayores de 40–, obliga a la gula por defecto por muchos medios: la muñequita que forma la imagen que de sí misma habrá de tener la niña; las y los modelos entre los que se encuentran actrices y actores y otros astros e ídolos; la industria de la moda, que dicta las normas de lo que “debe de ser” el cuerpo, especialmente el femenino, o que diseña prendas para la exhibición narcisista del cuerpo; y, con sus restricciones, los concursos de belleza. Pareciera que todo ello ha sido fraguado por un demonio misógino y machista, cuya única preocupación es hacer ver a la mujer como un simple objeto.
     El otro aspecto que cabe dentro de la gula es beber alcohol en exceso. Por supuesto que nos referimos a las borracheras sin freno, en las que el bebedor llega a perder la consciencia o a cometer actos deplorables. Beber una copa de vino o una onza de cualquier licor destilado, puede inclusive tener beneficios; pero hablamos de una y sólo una. Más de eso ya tendrá consecuencias nocivas, y sabemos que bajo el influjo del alcohol, hijos golpean a sus madres, conductores se matan o matan a inocentes, un cónyuge asesina a otro, etc. De ahí la sentencia de san Pablo: “No os engañéis,... ni los avaros, ni los borrachos,… heredarán el reino de Dios.” (1 Cor 6, 9-10)
     Humanamente hablando, la gula remite con frecuencia a carencias o vacíos emocionales que piden ser llenados, pero éstos no pueden llenarse con comida ni bebida. De ahí que una manera de vencerla es buscar el origen del vacío que lleva a la gula, para encontrar también una posible solución al problema. Encontrar esos orígenes y combatirlos es uno de los muchos caminos de la felicidad. Recorrámoslos con valentía.  Que el Señor nos bendiga y nos guarde.

Antonio Lara Barragán Gómez OFS
Escuela de Ingeniería Industrial
Universidad Panamericana
Campus Guadalajara
alara(arroba)up.edu.mx

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