Suplementos | La avaricia se refiere especialmente al dinero, y san Pablo la asocia con la lujuria como pecados provenientes de la idolatría La raíz del pecado: avaricia y lujuria Los siguientes vicios capitales de nuestra lista son avaricia y lujuria Por: EL INFORMADOR 23 de enero de 2010 - 09:51 hs Tercera parte Los siguientes vicios capitales de nuestra lista son avaricia y lujuria. La primera que se define como el deseo desordenado de placeres y/o posesiones, mientras que la segunda como el deseo desordenado por el placer sexual. A veces utilizamos como sinónimo de avaricia los términos codicia y ambición, pero esta última tiene otro matiz que debe conocerse para su correcta utilización. La ambición se refiere únicamente al deseo de obtener bienes, lo que, por sí mismo, no es malo, si tal deseo no se desordena. Al contrario, la sana ambición puede llevar a las personas a superarse y a ser mejores trabajadores que, al entender el trabajo como un don de Dios, siempre verán los bienes terrenales como un medio para dar gloria a Dios y no como un fin en sí mismos. La avaricia se refiere especialmente al dinero, y san Pablo la asocia con la lujuria como pecados provenientes de la idolatría: “Hagan pues morir todo lo que de terrenal hay en ustedes: que nadie cometa inmoralidades sexuales, ni haga cosas impuras, ni siga sus pasiones y malos deseos, ni sea avaro (que es una forma de idolatría)” (Col 3, 5), y lanza una anatema terrible: “Pues ya saben que quien comete inmoralidades sexuales, o hace cosas impuras, o es avaro (que es una especie de idolatría), no puede tener parte en el reino de Cristo y de Dios” (Ef 5, 5). De aquí que en el Catecismo de la Iglesia Católica (2534) se afirme que la “codicia, como la fornicación, tiene su origen en la idolatría, condenada en los tres primeros mandamientos de la ley.” En el Catecismo leemos (2113) que la idolatría no se refiere sólo a los cultos del paganismo, sino que es una tentación constante de la fe que consiste en divinizar todo aquello que no es Dios. Hay idolatría desde el momento en que el hombre honra y reverencia a una criatura en lugar de al Creador, ya sean cosas, dioses o demonios. Aquí caben el poder, raza, dinero, juventud, belleza física, placer, antepasados, etc., y como leemos en el libro de la Sabiduría (14, 12-14): “De la invención de los ídolos se siguió la inmoralidad; fue algo que destruyó la vida. Los ídolos no existían desde el principio, ni existirán siempre. Vinieron al mundo por la superstición de los hombres, y por eso Dios ha decretado que pronto desaparezcan”. La Inmoralidad no sólo se refiere a la de tipo sexual, puesto que hay otros actos igualmente inmorales atribuibles a la avaricia, como el fraude, la malversación de fondos, el desvío de recursos y todo tipo de robo. Por eso se dice que la idolatría provoca el extravío de la conducta y la disolución de las costumbres. Dice san Pablo que los idólatras que no reconocen a Dios “están llenos de toda clase de injusticia, perversidad, avaricia y maldad” (Rom 1, 29), y que además “saben que Dios ha decretado que quienes hacen estas cosas merecen la muerte; y sin embargo las siguen haciendo, y hasta ven con gusto que otros las hagan” (Rom, 1, 32). Gran cantidad de faltas y pecados proceden de la falta de conocimiento y amor a Dios, de la falta de fe y de caridad, pero especialmente de la codicia y la lujuria. Así se comprende lo que dice la Biblia: idolatría, lujuria y avaricia son una misma cosa. La sociedad de consumo actual fomenta por medio de la propaganda, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de esta vida. La manipulación psicológica impulsa a la avaricia al proponer símbolos de prestigio y poder, manifestaciones de soberbia. El libre acceso a la pornografía por diferentes medios, incita a la lujuria hasta grados en que provoca conflictos y distensiones en las relaciones humanas. El avaro a quien su conducta desordenada lo ha conducido a la imposibilidad de pagar deudas contraídas, se dedica a estafar parientes y amigos que de buena fe le han servido de avales, perjudicando muchas veces a personas débiles o realmente necesitadas. La lista de acciones inmorales es interminable. Y la infelicidad acarreada es infinita. Nuevamente, es evidente que la palabra de Dios nos da la pauta para enderezar el camino y alcanzar la paz y la felicidad verdaderas, pues nos enseña vencer nuestras pasiones desordenadas. Más adelante estudiaremos el camino seguro de las virtudes. Que el Señor nos bendiga y nos guarde. Antonio Lara Barragán Gómez OFS Escuela de Ingeniería Industrial Universidad Panamericana Campus Guadalajara alara(arroba)up.edu.mx Temas Religión Fe. Lee También ¿Cómo llegar en camión o tren a la Romería 2025? La gran reunión mágica Romería: Los kilómetros al ritmo de la fe ¿Qué día es la Romería 2025 en Guadalajara? Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones