Suplementos | La naturaleza y sus caprichosas formaciones no dehan de sorprender a nuestro viajero La piedra del Cuervo La naturaleza y sus caprichosas formaciones no dehan de sorprender a nuestro intrépido viajero Por: EL INFORMADOR 15 de noviembre de 2015 - 03:55 hs La pierda del cuervo, una maravillosa postal que regala la naturaleza. EL INFORMADOR / V. García Remus GUADALAJARA, JALISCO (15/NOV/2015).- La sorprendente Sierra Cacoma se pavonea de maravillosas piedras, el Cerro Cuesta de Herón atesora la insólita Piedra del Cuervo. De Sur a Norte, la Sierra Cacoma, cuenta con fantásticas piedras, tales como: Cerro el Remudadero, Cerro Cacoma, Bufa la Silleta, Bufas Pabelo, Piedra Rajada, Piedras Cargadas, La Tetilla y Piedra del Cuervo. Coronas de elevaciones, algunas marítimas y otras volcánicas. Unos montañeses miraron cuervos que posaban y anidaban en la piedra, por ende la llamaron: “Piedra del Cuervo”. José M. Nájar Herrera refirió: “Dícese que a fines del tiempo paleozoico ocupaban la mayor parte del país muchos y profundos mares, y todavía en el tiempo mesozoico la mayor parte del territorio mexicano estaba sumergida bajo de ellos; pero que debido a grandes acontecimientos geológicos, se formó nuestro suelo tal cual está. Esto se deduce de la gran extensión que ocupan las formaciones cretáceas de nuestro suelo. Se cree también que el esqueleto montañoso de nuestro suelo debe haberse formado al concluir el período cretáceo, al fin del tiempo mesozoico, y que acabo de formarse dicho esqueleto en el tiempo cenozoico. Esta creencia se funda en la existencia de cordilleras porfídicas, de formación correspondiente a dicho tiempo, las cuales se observan al lado de las masas calcáreas del tiempo mesozoico… El suelo de Jalisco es muy quebrado; multitud de sierras más o menos elevadas ocupan el territorio”. Del Salto de Aranjuez, regresamos a Talpa, poco antes de llegar cruzamos su río para tomar la carretera a El Refugio, rumbo sureste. Panorámica carretera, valles animados por altas montañas: El Pintor a dos mil 50 metros; Piedra Rajada (2,200): y El Peñón (1800). Apreciamos Los Chicalotes y Paredones, con fincas de agradables portales. Más adelante nos cautivó una bonita capilla, era El Veladero, entramos a verla, el pórtico, con columnas dóricas, que soportan un sencillo campanario de un cuerpo y con un vano arqueado por cara, sobre las esquinas del cornisamento, una almena piramidal, cubierto por una pirámide y rematado por una esfera. La puerta en arco de medio punto y el techo a dos aguas, cubierto por madera y teja, como antaño. A corta distancia la carretera nos mostró un letrero que decía: “Bosque de maple”, y daba paso a una fabulosa brecha boscosa, no dudamos en seguirla. La brecha nos adentro a un encantador bosque, de exuberante y variada vegetación: pinos, madroños, oyameles, robles, encinos, carpes, y uno que otro palo quiote. Unos encinos nos mostraron bromeliáceas y unos madroños, peperomias. Algunos claros miraban a los pliegues aledaños, dominados por pinos, pliegues que bajaban a barrancas profundas, pobladas por fresnos, álamos, robles y arces menores. Otros claros se asomaban a las crestas de los cerros vecinos, ondulaciones cubiertas por coníferas. El sendero fue serpenteando y ascendiendo el esplendido Cerro Cuesta de Herón, montaña que alcanza los mil 600 metros de altura. En su ladera sur nacen los arroyos: La Providencia, Tepehuaje, La Quebrada, La Huerta, Alpisahua y La Cumbre. En su lado norte: Paso Hondo, Borrascoso y Madroño. Una neblina se hizo presente, acariciando los follajes, enfatizando los primeros planos o cortando con gracia las siluetas de las cimas vecinas. En lo alto, observamos el cono boscoso del Cerro el Jato, de dos mil 100 metros de altura. Luego de un recodo sombrío fuimos hechizados por enormes piedras, tres, conformaban el conjunto, de paredes casi verticales, sobresaliendo la primera en altura, con un saliente atrevido, adentrándose en la parte superior, más arriba admiramos un increíble domo, era la Piedra del Cuervo, colosal, bellamente curveada, blanca, con algo de musgos en sus partes inferiores. Subimos a aquella hermosa piedra, y nos regaló pintorescos paisajes a los 360º, fantásticas cimas boscosas y de variadas formas curveadas, el viento orquestaba con las copas de los pinos y el canto de unos cuervos. Nos sentamos sobre la cúspide del maravilloso domo para contemplar los paisajes de crestas y pliegues, nos fuimos girando para admirar los bellos parajes que nos rodeaban. Vicente García Remus Temas Pasaporte Lee También Un viaje por el tiempo en Cuitzeo, Michoacán Abrazo otoñal en la Riviera Nayarit Pasaporte: la vocación de contar el mundo Cuatro imperdibles para tu primera visita a Madrid Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones