La Isla de la Pasión

GUADALAJARA, JALISCO (08/FEB/2015).- Hace poco, un pequeño grupo de tapatíos, en su travesía en velero por el Océano Pacífico rumbo a la lejana Polinesia, pasó —sin llegar— muy cerca del misterioso y controvertido islote llamado Clipperton o la Isla de La Pasión; por lo que creí que sería interesante dedicar unas líneas a este lejano atolón coralino en donde sucedieron extrañas, inauditas y macabras historias cuando la Primera Guerra Mundial estaba en ciernes, y México pasaba por los tiempos de la Revolución.

¿Por qué se llama Clipperton? Por que se dice que un pirata (para variar inglés) que así se llamaba, se refugiaba ahí para asaltar la Nao de China en su travesía hasta Acapulco. ¿Por qué se llama “Île de la Passión”? Por que en 1711 un par de navegantes franceses llegaron ahí… y vayan ustedes a saber la historia. ¿Donde está? En el Océano Pacífico, a unos mil kilómetros de la costa mexicana. Sus coordenadas: 10º18’ norte, y 109º13’ oeste, la ubican… en medio de la nada.

¿A quien pertenecía? Según la constitución de 1857, a México —claro está— lo mismo que Guadalupe, Revillagigedo y las islas contiguas. ¿A quién pertenece ahora? A Francia, según el fallo que (a sugerencia del Vaticano) dio Vittorio Emmanuel II (?) a su favor. Ahora es administrada por la Polinesia Francesa.

¿Qué hay ahí tan preciado como para ser tan disputado? Siete palmeras cocoteras aferradas a las arenas de un anillo coralino que rodea una inhóspita laguna de aguas ácidas, y una enorme roca en medio y… guano, mucho guano (como en la política).

A pesar de todo esto, fue muy peleada por Estados Unidos, Inglaterra, Francia, y claro… por México: faltaba más. ¿Y que pasó ahí tan tenebroso? No sé si esta palabra sea adecuada, ya ustedes la juzgarán; pero de que los sucesos son inauditos y fuera de serie, si lo son. No creo que a nadie se le antoje ser mandado a un lugar así, para luego, por circunstancias de la vida, se les olvide que todavía existes. Les platicaré.

Para defender la isla, en 1908 Porfirio Díaz envió una guarnición militar a cargo de Ramón Arnaud, con la promesa de mandar un barco cada dos meses a surtirlos de provisiones. Sin embargo, con el estallido de la Revolución, el servicio se suspendió y… sus habitantes ¡fueron olvidados! Victoriano Huerta (muy a su estilo) hizo oídos sordos del asunto.

Cuando la Primera Guerra Mundial ya había estallado, una goleta estadounidense tuvo a bien encallar en el islote. Suceso que —curiosamente— coincidió con la llegada al puerto de Acapulco, de tres de los marinos residentes quienes, habiendo navegado los dos mil 200 Km. distantes para pedir auxilio, tan solo se encontraron con el agobiante desinterés de los huertistas por el rescate de sus compañeros.

El salvamento de la nave estadounidense no tardó mucho en llegar, ofreciendo llevar consigo a los 14 hombres, 6 mujeres y 6 niños que aún sobrevivían al terrible escorbuto y las enfermedades que los asolaban. Sin embargo el Capitán Arnaud —celoso de su deber— dijo que no podía abandonar la encomienda que le había sido asignada.

Hambre y muerte fue lo que siguió en los años posteriores. Su único alimento consistía en peces, aves y los huevos que conseguían de ellas. Los escasos cocos —por tener vitamina C contra el escorbuto— eran dejados para los infantes.

Un día el capitán Arnaud, creyendo que había avistado un barco, salió en pos de él con todos sus hombres menos el farero. Una ola traicionera los hizo naufragar, muriendo ahogados todos ellos

El farero Victoriano Álvarez, habiéndose quedado solo con las 15 mujeres y los niños, se auto proclamó rey de la isla, dando comienzo a una serie de violaciones y desmanes. Victoriano, lógicamente terminó siendo asesinado por Tirza Rendón (niñera de los hijos de Arnaud), ayudada por la misma Alicia Rovira (esposa del capitán) y por las mujeres que habían sido victimas del abusivo farero.

El 18 de julio de 1917, el barco de la marina estadounidense USS Yorktown logró rescatar a los últimos sobrevivientes, que se encontraban en precario estado de salud, tanto física como mentalmente.

Creo que, aunque tenga muchas historias por contar, a “Clipperton” le ha disminuido mucho “La Pasión”. Quizá por eso fue que nuestros amigos decidieron pasar de largo (?).

vya@informador.com.mx