Domingo, 15 de Junio 2025
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Febrero

Los tapatíos... ¿disfrutamos el amor?

Por: EL INFORMADOR

Nos emociona, transforma y hace que la vida se vea diferente. Es el amor que -como dicen algunos-, está en todas partes y si existe alguna duda, habrá que preguntarles a los comerciantes antes del 14 de febrero.
¿Qué es exactamente? ¿Lo disfrutamos? ¿Lo nutrimos? Se padece en general, se sufre por igual y al final sigue ahí.

Amor es...

El amor es observar el juego de relaciones que es muy complejo, donde el sentimiento muestra varios componentes fundamentales. El psicoanalista y humanista alemán Erick Fromm, decía que el amor tiene cuatro elementos: cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento.

“El cuidado consiste en una preocupación activa por la vida y el crecimiento del ser amado, la responsabilidad permite responder a sus necesidades, física, en el amor de padres a hijos, psíquicas, en el amor de adultos”. Al hablar de respeto Fromm dice que: “Es la manera en la que se percibe al otro en su individualidad única, sin explotación, sin tomar provecho ni ventaja del ser amado y el conocimiento apunta a conocer ese secreto, ese misterio del ser amado que lo hace ser el mismo”.

El sexólogo Gilberto Martínez trae a la charla una manera muy sencilla de entender ese sentimiento que nos hace suspirar. Menciona que con estos componentes del amor, se puede tener más claro que la forma en la que los individuos han aprendido a dar y recibir amor, varía de acuerdo a cada sistema familiar. “Como personas, somos el resultado del desarrollo de representaciones internas y éstas están formadas en buena parte por reflejos de las primeras interacciones que tuvimos con las personas importantes de nuestra historia personal, reflejos del papel que hemos adoptado y aprendido en el conjunto de la sociedad”.

Dicho de otra manera, el especialista dice que los seres humanos han aprendido a amar de acuerdo a como han sido amados, si se quiere amar de manera diferente, se tienen que revisar esas interacciones que generaron los esquemas primarios de relación o vinculación afectiva que se llevan a cabo con los padres, con uno solo, padre o madre, o con aquellas personas con las que se tuvo contacto.

El amor de pareja cambia, tiene que ver con la edad y con el proceso de maduración de cada persona, pero existen ingredientes que pueden nutrir la relación, la experiencia de amor se va generando y formando en cada pareja, “hay elementos importantes como el reconocimiento, la valoración, el cariño, la ternura, el deseo y el sexo”.

Otro de los elementos importantes que cimientan y que dan fortaleza e intimidad es la relación sexual, “con la pareja es la única persona con la que tenemos una relación amorosa que incluye el disfrute del cuerpo del otro, incluye la sensualidad, disfrutar con los cinco sentidos de todos los estímulos placenteros de la vida, en general o en particular, en la relación de pareja”.

Cuando el erotismo alimenta y es alimentado por la relación amorosa, la pareja encuentra su “unicidad”, son únicos. Si las relaciones sexuales se dan en un contexto de normalidad, facilidad y placer, crean vínculos fuertes al interior de la pareja, por el contrario, si se ve como un catálogo de prácticas permitidas y prohibidas, “entonces traslada esa dimensión humana al terreno de la producción y el consumo, o sea, la pareja se ubica en el mundo de los objetos, en el juego de tu sí puedes hacer esto, yo no puedo hacer aquello…”.

Es ahí donde surge uno de los principales problemas de las parejas que llegan al consultorio con el afán de salvar el amor que un día los unió: humillación, desprecio y miedo al abandono, que se traducen en celos, posesión y la agresión, enmarcados por el temor al “no ser queridos”.

La promoción de los elementos importantes para nutrir la pareja, harán relaciones más exitosas y con menos probabilidad de tener problemas. El especialista resaltó un punto importante: “Todos los problemas de pareja implican una actitud de búsqueda de solución, cuando esta actitud se da entre los miembros de la pareja, se entra en una etapa de trabajo terapéutico, en donde se trata de incrementar esta capacidad que tenemos de darnos cuenta de dónde vienen las emociones que están generando comportamientos negativos o mal tratantes ”.

“Pégame, mátame, pero no me ignores”

El amor puede llegar a ser una enfermedad en el momento en que se concibe como una dependencia, “si el amor lo vives como aferramiento de la necesidad del otro para poder vivir, sentir, ser feliz… estamos degenerando, limitando la visión del amor”.
Y como dato curioso, Gilberto Martínez afirma que en nuestra cultura es muy evidente el amor co-dependiente, para muestra están las canciones “románticas” que no hablan de amor, sino de apego.
Aquí algunos ejemplos:
Vivir sin aire, Maná
Ya no sé quién soy, Alejandro Lerner
Aire, Joan Sebastian y Luz Ríos
No me enseñaste, Thalía
Me muero, La Quinta Estación
Sin ti, Pepe Guizar y muchas, muchas más

“Hay siempre algo de locura en el amor, pero siempre hay algo de razón en la locura”,
Federico Nietzsche

En 2006, por cada 100 enlaces realizados en el país hubo 12.3 divorcios; en el año 2000 la relación fue de 7.4 y en 1971 de 3.2. Para el año 2006, quince entidades federativas superan la proporción nacional, las que presentan los valores más altos son: Baja California (29.9 divorcios por cada 100 matrimonios), Chihuahua (26.4) y Colima (23.6); en contraste, las proporciones menores se registran en Oaxaca (2.3), Tlaxcala (2.8) y Guerrero (5.1).
En México, la edad promedio de los hombres al momento de divorciarse es de 37.6 años y de las mujeres de 34.9 años.
De las parejas casadas que se divorciaron en 2006, casi la mitad tuvo un matrimonio con una duración social de 10 años o más (49.5%).
Fuente: Estadísticas de Matrimonios y Divorcios, 2006.
Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI)

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