Viernes, 10 de Octubre 2025
Suplementos | Hoy es el día más grande del año, día de triunfo y de Gloria, presagio de resurrección y vida definitiva

Es la Pascua del Señor

Llegamos hoy por fin al día en que celebramos la Pascua del Señor. Hoy echamos al vuelo las campanas y cantamos en voz alta el Aleluya de la vida...

Por: EL INFORMADOR

     Hoy es el día más grande del año, día de triunfo y de Gloria, presagio de resurrección y vida definitiva.
     Llegamos hoy por fin al día en que celebramos la Pascua del Señor. Hoy echamos al vuelo las campanas y cantamos en voz alta el Aleluya de la vida, pero mientras nos disponemos a desear "Felicidades", podemos sinceramente preguntarnos si de veras hemos entendido el Mensaje que Dios ha querido darnos en esta semana Santa.
     Las celebraciones tan conmovedoras que vivimos, nos son para que nos quedemos en la emoción de un momento y luego lanzarnos a la rutina de los días, buscando y esperando encontrar en la vida algo muy diferente a lo que Dios nos ha querido enseñar.
     Tenemos que darnos cuenta de que el triunfo de nuestro Señor Jesucristo sólo fue posible porque pasó a través de la pasión y de la cruz… y nosotros queremos caminar tan sólo sobre alfombras de nubes. No nos damos cuenta de que los momentos sublimes son preciosos, pero contados. La mayoría de nuestros días tenemos que vivirlos en la fatiga, el cansancio, y muchas veces tenemos que pasar por la incomprensión, el fracaso y la muerte.
     Tampoco queremos darnos cuenta de que las promesas de Dios no son para esta vida; aunque es cierto que en esta vida debemos preparar la futura, en el presente tenemos que ser capaces de superar las adversidades y dar una buena solución a cada uno de los problemas.
     Es preciso dar la prueba de haber aprendido del ejemplo de Jesucristo nuestro Señor, como aprendió María y como supieron hacerlo los santos.
     Pero si miramos detenidamente la vida de los héroes, de los santos, de los profetas y de aquellas personas que han pasado por la historia como preferidos de Dios --incluso a Jesús-,- también los vemos inmersos en el sufrimiento, en la frustración de sus planes, en anhelos fallidos, en logros no alcanzados; en una palabra: en el fracaso.
     No obstante, hay que tener bien claro que las promesas de Dios se cumplen por encima de todo y a pesar de las más adversas circunstancias, y que la resurrección, la vida eterna y divina, no se nos  prometen para este presente, de la misma manera que a Cristo Jesús no se la dio sin haber pasado por la humillación, el dolor y la muerte.
     Pero esas fueron precisamente las pruebas del amor, de la obediencia y de la fidelidad a Dios y a su plan divino.
     Eso fue lo que le mereció lograr el triunfo y resucitar a la vida duradera y gloriosa que Él conquistó, y que nos promete y nos reserva para la eternidad.
     Por otra parte, es muy importante reconocer que son los momentos de dolor, los fracasos y las amarguras, los que nos acercan más a Dios, son cuando sentimos más viva su presencia y su amor. Los momentos más dolorosos son privilegiados, porque es cuando se experimenta su consuelo y su cercanía.
      Pero a veces sucede que vamos por la vida buscando mil cosas que no son Dios, y es allí cuando sentimos el vacío y la desolación.
     Por eso en un día de Pascua no podemos quedarnos en el aspecto folklórico de la fiesta externa, sino mirar en lo profundo de nuestro corazón la presencia divina, que es la que nos va a dar la auténtica alegría y la verdadera paz.
     Porque no podemos dudarlo, hoy es un momento de alegría, sabiendo que el triunfo del Señor Jesús sobre la muerte es presagio del cumplimiento de su promesa, que se cumplirá sin falta siempre y cuando no nos alejemos de Él.
Por eso es bueno elevar hoy una oración que bien podemos repetir todos los días:

Señor Jesús:
El día que amanece
me recuerda tu Pascua
y me dice que vives,
que estás presente y cercano
en todos mis momentos;
que el sol brilla
a pesar de los nublados
y que no me abandonas nunca.

Hoy quiero vivir
la alegría de tu presencia,
y la gracia de tu amor,
cumplir tu voluntad
aunque el camino sea difícil
y la cuesta empinada;
quiero llegar a Ti
al caer la tarde,
para darte las gracias,
porque estuviste junto a mí.  

María Belén Sánchez Bustos fsp

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