Jueves, 09 de Octubre 2025
Suplementos | La obra narrativa de Orson Scott Card es presentada en película

Ender: la literatura terrícola da el salto al cine

La obra narrativa del escritor estadounidense Orson Scott Card ve en el estreno de la adaptación cinematográfica de su libro original, El juego de Ender, una oportunidad para revisar los dilemas morales que caracterizan a la saga

Por: EL INFORMADOR

En la pantalla. La película está interpretada por Asa Butterfield. ESPECIAL /

En la pantalla. La película está interpretada por Asa Butterfield. ESPECIAL /

GUADALAJARA, JALISCO (24/NOV/2013).- En la literatura de ciencia ficción hay distintos niveles de compromiso con el género: hay quienes aprovechan las convenciones distópicas y futuristas como simple marco para hacer literatura sobre temas que podrían ocurrir en cualquier otro contexto, y hay, en el otro extremo del espectro, quienes toman al género y sus clichés como materia y límites de su literatura. Muy curiosamente, la obra de Orson Scott Card parece equilibrarse entre los dos extremos, con lo cual ofrece al lector el espectáculo de los mundos imaginarios, las imposibles tecnologías, la vida extraterrestre, pero también un esfuerzo por mantener en el centro de sus intereses lo que es humano: una literatura terrícola en medio del vasto universo.

El nombre de este escritor estadounidense (Washington, 1951), descendiente de una importante familia para la iglesia mormona y considerado por sus fans el mayor autor vivo en el género, salta este año, de nuevo, a las primeras planas, con el estreno de la adaptación al cine de su libro El juego de Ender, germen de una saga que desde los años ochenta se extiende por más de 10 títulos. La superproducción permite recordar el gran espectáculo que encierra la novela, pero también el complejo mundo literario que comenzó en aquel texto: uno en el que los seres humanos atisban su capacidad de dominar el universo, sin haber resuelto la brutalidad que los caracteriza cuando reaccionan contra el miedo a lo desconocido.

El juego de Ender fue escrito como un relato corto en los años setenta, pero Card lo convirtió en una novela que presentó en 1985 y le abrió camino en una de las mejores épocas de la ciencia ficción: grandes plumas como Philip K. Dick, Ursula K. Le Guin, Margaret Atwood y Kurt Vonnegut escribían en ese mismo año algunos de sus títulos más memorables, pero Card fue quien mejor aprovechó la bonanza: El juego de Ender ganó los premios Hugo y Nébula, los más conocidos de la ciencia ficción, y al año siguiente su primera secuela, La voz de los muertos, repitió con esos galardones y el premio Locus. Ender está en muchos programas escolares de Estados Unidos y traducido a numerosas lenguas; la mayoría de sus títulos están en español.

Ender es el sobrenombre de Andrew Wiggin, un niño de seis años destinado a involucrarse en la guerra estelar contra los insectores, la única especie extraterrestre inteligente conocida. Un gobierno único mundial (la “Hegemonía”) dirige la guerra y mantiene la Escuela de Batalla, en donde entrena a niños genio para ser oficiales, mediante juegos de video que simulan batallas de verdad.

En la novela, Ender no sólo prueba su extraordinaria superioridad militar, sino que también enfrenta a la avidez humana por exterminar a la única otra especie inteligente del universo. Conforme mejora en su entrenamiento, el niño supera exigencias más crueles y ambiciosas, pero también termina por penetrar la mente de colmena de sus enemigos. Y así advierte que siempre estará aislado, pues su inteligencia y su sensibilidad le abren los corazones de otros seres vivos, y lo que halla entre los insectores es terrible, pero no lo es menos lo que esconden los seres humanos.

Queda claro desde la primera página de El juego de Ender que el niño protagonizará una historia sobre la pérdida de la inocencia en un mundo hipócrita, culpable y aterrorizado por su contacto con el Otro. Card construye así una historia que discute los límites del poder: Ender podría ser un emisario de la comprensión y el entendimiento, pero es un niño y sólo es otro títere para quienes juegan con él, y con el destino de los humanos y los insectores.

Hablar por los muertos

Esta preocupación política de la primera novela de la saga de Ender parecería anunciar a un autor crítico y revolucionario; Orson Scott Card es lo primero pero no tanto lo segundo; en realidad es un conocido conservador que, entre otras cosas, participa en Estados Unidos de un enconado activismo antihomosexual. El juego de Ender no es una novela pacifista, pero su interés central tampoco es la guerra; sobre todo, los libros de Card se preocupan por la incapacidad humana para entender a quienes son diferentes.

El segundo libro de la saga es casi un ensayo sobre este tema: en La voz de los muertos, mil años después de El juego de Ender, el personaje principal, que no ha envejecido sino hasta los 35 años, debe evitar el exterminio de una raza extraterrestre con la cual los humanos podrían convivir. Ender es ahora un portavoz de los muertos, un personaje mitad profeta mitad terapeuta, que viaja entre los Cien Mundos humanos contando historias de quienes fueron asesinados. Su oficio es convencer a los demás de que la muerte de una sola persona afecta a todas las demás, y que ninguna muerte es el fin absoluto sino el germen de nuevas posibilidades.

En este Ender adulto están algunos de los mejores momentos del trabajo de Card: el genocida en potencia de la primera novela busca ahora convencer a la especie humana de que todos somos necesarios y no sólo útiles, no nada más instrumentos para servir a los fines colectivos. Distintos de una raza como la de los insectores —pero no tanto—, los humanos podrían enarbolar la compasión, que otorga valor a cada vida individual. El problema de Ender, por supuesto, es que la compasión es fabulosamente inútil en medio de las guerras. “Nunca habría ido a la batalla deseando ganar a toda costa. Una persona decente que conozca el arte de la guerra no va a la batalla con el corazón entero”, le dice, en el primer libro, uno de sus comandantes.

Por su argumento lineal y la espectacularidad de sus episodios, El juego de Ender ofrece muchas posibilidades para una adaptación al cine. No es improbable, sin embargo, que la película rescate algunos de los dilemas morales que caracterizan a la saga de Orson Scott Card. Como sea, es una oportunidad para revisar los libros sobre este niño que es símbolo y profeta de una especie experta en el exterminio, pero también capaz de la inútil compasión.

Guerra en gravedad

El juego de Ender narra el entrenamiento del joven Ender Wiggins en la Escuela de Batalla, una unidad militar en donde los futuros oficiales simulan cómo exterminarán después a la raza invasora de los insectores. Todo el adiestramiento está basado en juegos de video que tienen lugar en salas de gravedad cero, pero no es infantil para nada, sino violento y exigente. “Esto no es un juego”, dice el tráiler de la película.

Dirigida y escrita por Gavin Hood, el cineasta sudafricano que ganó el Oscar a Película Extranjera por Tsotsi y dirigió Wolverine: Orígenes, El juego de Ender incluye en su reparto a estrellas como sir Ben Kingsley, Harrison Ford y Viola Davis, y a figuras juveniles como Abigail Breslin y Hailee Steinfeild. El protagonista es interpretado por Asa Butterfield, conocido por la cinta de Scorsese La invención de Hugo Cabret que también protagonizó.

Orson Scott Card, autor de la novela original, es también productor y coautor del guión. La campaña publicitaria está entrando en su momento más intenso por estos días, junto con otra que pide boicotearla, dadas las más recientes declaraciones del autor en contra del matrimonio homosexual en Estados Unidos.

Fragmento

—Los seres humanos son libres, excepto cuando la humanidad los necesita. A lo mejor la humanidad te necesita. Los dos podemos hacer cosas despreciables, Ender, pero, si la humanidad sobrevive, habremos sido buenos instrumentos.

—¿Nada más? ¿Sólo instrumentos?

—Los seres humanos son todos instrumentos, que los demás usan para que podamos sobrevivir todos.

—Eso es mentira.

—No. Es simplemente una verdad a medias. Te puedes preocupar de la otra mitad una vez que hayamos ganado esta guerra.

El juego de Ender, capítulo 4.

Tapatío

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